Por Biafra

Musicalmente menos sorpresivo, pero siguiendo los mismos derroteros en cuanto a cachondeo y jolgorio se refiere, «Por Biafra» (Ariola, 1987) es mucho más reposado y menos histriónico y demente que «30 Años de Éxitos» (Ariola, 1986), pese a un comienzo totalmente en conexión con la anterior entrega («Mamá»).

Con «El cielo es azul» se abre el abanico se sonidos a los ritmos étnicos muy a tono con el título del disco, pero junto al inglés premeditadamente «básico» de «On the desk», uno de los clásicos del disco y que particularmente no me gusta nada, suponen un inicio un tanto descorcentante.

Tiene que ser «Los niños de colores» la que venga poner orden. Una sentida balada que pronto se desmadra (y es cuando comienza a ser interesante) con el sello Toreros Muertos: «Haway, Bombay, Hawaii, Bombay, los niños de colores, nos tocan los cojones». Sin duda, un punto de inflexión necesario tras un inicio zozobrante.

La racha continúa con la reivindicativa «En mi portal», además de divertida musicalmente interesante, quizás la que más del lote, y «Para ti», que podría servir de cara anversa al ínclito tema de Paraíso. Los motivos religiosos que salpican la canción ya habían sido introducidos en cierto modo en el aura angelical de «Hoy es domingo» en su anterior disco.

Pero hay un buen número de canciones anodinas que lastran el trabajo, y la parte final, comenzando por «Pilar» está cargada de ellas. El aroma al pop atemporal de los clásicos ochenteros de «En un cuarto de baño», cuyo final enlaza con «Manolito», posiblemente la mejor canción del lote -auténtica mamarrachada que… ¡funciona!- no son suficientes para elevar el listón del disco de manera significativa. Un disco que se haya a años luz de su predecesor, pero al cual aún le quedan buenos pildorazos de pop aderezados con una pátina de humor surreal y genuino.