El debut de Xoel López tras la máscara de Deluxe se produce en el 2001 con este “Not What You Had Thought” (Mushroom Pillow, 2001). Un debut que ponía las cartas boca arriba desde el primer momento en cuanto a intenciones se refiere, mostrando a modo de retrospectiva (no olvidemos la fecha en que sale publicado) lo realizado en una época y un lugar muy concretos: los 90 en el Reino Unido. Porque cantado íntegramente en inglés, Xoel absorbe en este trabajo ese sonido que hubo en denominarse britpop, y que ponía etiqueta a un prolífico periodo de tiempo en el que un montón de grupos surgidos en las islas, si bien no estaban descubriendo la pólvora, se estaban encargando de actualizar los ritmos ya existentes, desde el pop más clásico de los 60, a la psicodelia de principios de los 70 o el glam.
Así, comienza el disco con “Looking through the hole”, fiel reflejo de esa neo-psicodelia abanderada por bandas como Supergrass o Kula Shaker, con sus sitares, sus pedales wah wah y sus órganos hammond, seguida de “My beautiful thing”, con un sonido plenamente sixties; ecos de Oasis (vale, también un poquito de Elvis Costello, siendo generosos) en “Destroy another (piece of the others)”, y mucho Suede y Radiohead en “Till my boat breaks”, una de las pocas canciones que se salen de su corrección para permitirse el devaneo de emocionar.
También bebe Xoel del sonido motown en “For myself”. “I’ll see you in London”, es el hit de un álbum que se desenvuelve como el papel de regalo de un libro (sin sobresaltos) y que parece hecho para buscar las referencias de cada canción. ¿Seguimos? Bueno, pues rastros evidentes de Simon & Garfunkel en un “Autumn afternoon” que despega para finalizar en un hammond gallego que parece tararear una muñeira.
Del final, algo instrascendente y con influencia directa de los Beatles, cabe destacar el tema “Things that change”. Posiblemente la canción más elegante del disco, por ese rastro a The Smiths que destila.
Un estreno lleno de cuidados detalles en la producción (en la cual toma parte el propio Xoel) que consigue un sonido muy logrado, pero que, en 2001, no resulta sin duda nada arriesgado, ya con toda la vorágine del britpop más que muerta y enterrada. Muy easy-listening, quizá demasiado, la mayoría de las canciones dejan un sabor a deja vu que boca maliciosa podría acusar de «fusilamiento». Muy valorado en la época por la crítica (quizás demasiado), establece un peldaño más a esa parte de la escena emergente conformada por grupos como La Habitación Roja, que había debutado un par de años antes, The Sunday Drivers, que debutaría dos años después, o Sidonie, que recién acababan de debutar.
Sí, deja buen sabor de boca, buenas impresiones, pero pide encarecidamente mucha más alma. Alma que sí que derrochaban en esos potentes directos.