Y finalmente, tras rescatar el compartido con 4 Anai que quedó colgado cuando el grupo paró por la marcha de su primer cantante, y dar salida en forma de sencillo, «Kaleko Urdangak» (Tough Ain’t Enough, 2018), a versiones actualizadas de una selección de los temas de la primera época, Kaleko Urdangak se lanzan a por el LP. Lo hacen animados sobre todo por la buena conexión establecida con Tough Ain’t Records, sello conocedor y amante de la escena de la Bardulia punk-Oi! y que tan bien y tan rápido ha respondido a las ganas del grupo de presentar el nuevo material que trae tras su vuelta a la actividad. Todo ello grabado en Sounds of Sirens, el estudio de Julen Urzaiz en Pamplona.
Material que ya habían avanzado en el sencillo «Biolentzia 1984» (Tough Ain’t Enough, 2018) donde se presentaban por adelantado «Biolentzia 1984«, colaborando con Fermín Muguruza, e «Iheslari«. El primero es un auténtico hit, no ya por el plus de contar con la participación del cantante de Kortatu, sino por entroncar con la vertiente más políticamente comprometida del rock radikal vasco. Kaleko Urdangak involucra efectivamente al grupo de Irún en su personal revisión de la década de los 80 y los desencuentros de El País Vasco con el estado español a un ritmo sofocante dejando apenas respirar. Su elección como sencillo de presentación era lógica.
Con todo, es probable que el grupo tenga en «Nortasuna«, si no uno de sus cortes favoritos, uno de los más representativos de su sentir. No es quizás una casualidad que sea precisamente ése el tema con el que abren el disco. Acompañada en su momento por un videoclip entrañable y duro por partes iguales mostraba la transición desde el caserío de la abuela en el entorno rural al pavimento de la calle de la ciudad. Baserri eta kale, caserío y calle, como señas de identidad, entrelazando probablemente con ello su condición de skins y de vascos. Algo más que un «My generation» de los Who.
La reivindicación política en cuestiones de identidad territorial es parte fundamental del ideario de Kaleko Urdangak y en ésta su nueva entrega no desaprovechan la ocasión para atacar por varios frentes. Empiezan con el recuerdo de Guernica, al que se refieren en «Bakearen ziria» (que en los créditos interiores aparece como «Gernika«), donde se acusa el continuismo franquista y la ausencia de perdón por parte del estado español. En lo estrictamente musical destacar, sobre todo las guitarras. Los momentos en las que éstas aparecen ligeramente destacadas sobre el resto, sirven a mi juicio para señalar, si es que hubiera alguna, las posibles diferencias a la hora de tocar ese instrumento cuando se quiere hacer Oi! y no punk.
También son significativas las que suenan en «Santa Ageda«, una particular lectura de la historia, asignatura a la que les gusta referirse. En la misma, con cuerpo de rock and roll enérgico y endurecido, se celebra el asesinato de Cánovas del Castillo a manos del anarquista Michelle Angiolillo en el balneario de Santa Ágeda. Aunque las motivaciones que llevaron al italiano a dar muerte al presidente del Consejo de Ministros parece fueron otras, aquí se celebra la eliminación de un político que suprimió los fueros que regulaban hasta entonces la relación de las instituciones forales vascas con el resto del estado español. Referencias a dichos fueros y las Guerras Carlistas terminan de conformar el escenario de un corte algo más pausado y que va vigorizándose a medida que se acerca al estribillo.
Junto a estas dos últimas canciones, cerrando la trilogía de contenido más claramente político, «EEE» tiene igualmente un aire incluso alegre, con cuerpo de rock and roll clásico reforzado. Ni izquierdas ni derechas si son españolistas.
Amigos de las versiones, en esta ocasión han incluido «Benetakoak» como lectura personal del «He who pays the piper» de The Clichés. La fagocitan por completo haciéndola, como suelen en estos ejercicios de adaptación del repertorio de otras bandas, totalmente suya. Es más rápida que el original de los suecos y consiguen rellenar todos los huecos de forma más compacta, sonando como un bloque perfectamente empastado. Para la letra han compuesto toda una declaración acerca de la escena de Bardulia. Añorando el espíritu de cohesión entre bandas del comienzo, la canción deriva hacia una especie de «Where have all the bootboys gone?» de Slaughter and the Dogs, pasando factura, eso sí, a todos aquellos que llevaron la violencia gratuita a la calle sembrando incluso la disensión en la misma escena.
Himno generacional invocando la validez eterna de una forma de ser, el Oi!, a pesar del paso del tiempo, «Ez dut sinesten» es también un tema enorme. La canción va creciendo en intensidad alcanzando pequeños climax a intervalos regulares con cada llegada del estribillo. El final invita al coreado en compañía.
Canto recordando a la madre («Amari«) y colaboración con Tomy, cantante del grupo argentino Tango 14, en «Seguimos en pie«, ponen el punto final a un disco sobresaliente, probablemente el trabajo que consagra a Kaleko Urdangak como banda, dándole esa estabilidad interna y en su sonido que andaban buscando.
La versión en CD incluía como bonus los cuatro temas del EP «Kaleko Urdangak».