Grabado en los estudios Brazil de Madrid durante el verano de 2009, producido por Javier Ortiz y Nine Stories y masterizado por J.J Golden en Golden Mastering, Ventura, «Nine Stories» (Gran Derby, 2010) es el disco con el que Nacho Ruiz echaba a andar su proyecto más personal, tras dejar trás de sí su etapa adolescente de Seine. Un disco en el que además de cantar y componer, toca la guitarra, el piano, el órgano, la melódica, el ukelele y la armónica, y se hace acompañar de buenos amigos: Javier Peña (guitarra, percusión, glockenspiel, bajo), Ernesto Vena (bajo, guitarra, trompeta humana¿?), Pepo Márquez de The Secret Society (batería, percusión), Javier Vicente (banjo), Sönke Augustin (trompeta), y Manuel Moreno (viola).
Todo este gran elenco apunta inequívocamente hacia una dirección: el cuidadísimo gusto por los detalles, que van desde los precisos arreglos (sin sobresaturar), hasta el magnífico diseño a cargo de Ricardo Cavolo y el propio Nacho Ruiz, pasando por la cuidada nota de prensa a modo de carta manuscrita en un sobre de marinero sin franqueo ni destino.
El comienzo con «All the sad young men», que recuerda un poco por los arreglos de cuerda a las canciones de Adam Green del «Friends of Mine» (Rough Trade, 2003), es un paso en falso hacia lo que realmente nos espera, que no es otra cosa que pop-folk intimista, delicado y preciosista, y ello queda de manifiesto desde el segundo corte, «Foreign language». Es en estas coordenadas donde Nine Stories mejor se desenvuelven, y para muestra no sólamente este botón, sino varios, como «Foreign language», «Aloha blue» y, sobre todo, «The lillies», bonita canción de… amor.
El brío a lo Belle & Sebastian se retoma con cortes como «My little piece of freedom» o «Sea shanty», pero de nuevo es en las canciones donde Nacho se acerca más a la elegancia y sensualidad de un gentleman cuando Nine Stories funciona a las mil maravillas, como la parte final del disco, la que va, precisamente, desde «The lillies», y pasa por la melancólica «In the early hours of the day», la instrumental y delicada «Sunset at Porto» (la otra instrumental del disco, «Nice Kalimba», es también muy buena), y, sobre todo y más Damon Albarn que nunca, «Dizzy».