Primer disco de Hamlet para Locomotive tras la absorción de Zero por la cadena de tiendas Tipo. Durante la promoción de este su «álbum negro», como popularmente se le llamó, los miembros de Hamlet comentaban el grado de conformismo al que de todos modos se había llegado en su anterior compañía, y el cambio de sello les valió como acicate.
«El Inferno» (Zero, 2000), refleja en parte ese conformismo, pues es un disco que, en un intento de evolucionar se queda un poco a medio camino de nada. «Hamlet» (Locomotive, 2002), sin embargo, avista tierra, aunque no llegue a tocarla. Siempre en vanguardia, como si de un sambenito se tratase, les dicen unos, aunque el giro tan sólo quedaría completado en el siguiente, este forma parte ya de algo distinto a la anterior saga de Hamlet.
Ciertamente vuelve a ser un disco directo y rocoso como los anteriores, pero achacamos eso más al estilo propio de una banda que a la repetición de fórmulas, contando de nuevo con Colin Richardson en la producción. Piense tan sólo en combinar en directo estas canciones con las contenidas en aquellos discos. Estas últimas son mucho más sobrias; más en la línea de Helmet que de Biohazard. Para entendernos: retoman lo bueno de antes, pero no lo repiten.
Como el álbum se puede entender en una línea continua, destacar más una canción que otra parece tarea inane. Pero todos tenemos preferencias, y las mías son «No lo entiendo» y «Mira hacia atrás«, a las que noto mayor capacidad de enganche. Pero igual podían ser estas que otras, pues es un álbum homogéneo y robusto.