Manta Ray no se casan con nadie, ni siquiera con ellos mismos. O, en todo caso, con nada más que su compromiso, un compromiso que les lleva a poner tierra de por medio con su anterior disco y replantearse lo logrado. Por ello mismo, cada álbum es la cruz del anterior. Y “Estratexa” (Acuarela, 2003) es el revés de “Esperanza” (Astro, 2000).
Satisfechos con la labor de Kaki Arkarazo en su anterior álbum, vuelven a contar con él para este disco, siendo ese el único nexo en común con aquel. Este disco prescinde de toda la riqueza instrumental de aquel -a lo más, las dos incursiones con la sierra que hace Jomes en “Añada” y “Ausfhart”-, y se desprende de su poética y su aura positiva. Se torna crudo, rudo, contundente y amargo.
También se da cierto posicionamiento ideológico con este paso. “Rosa Parks” fue una activista norteamericana que se hizo famosa por negarse a ceder su asiento a un hombre blanco y moverse a la parte reservada los negros. A ella dedican una de las pocas piezas que no son atronadoras, pero es igualmente sobria en sus formas. Del grueso compuesto y movido por el asqueo del momento (el mundo post 11-S) sobresalen “Another man” que va más y más en su furia, o “Qué niño soy”, con un José Luis de nuevo desgarrado y severo en su interpretación.
Ellos mencionan a Lisabö, y a ellos les sacan, en definitiva, el emocore para hablarles de «Estratexa». Más allá de todo esto, este álbum rompe tensiones y se suelta, iracundo, sobre las bases mismas del sonido de Manta Ray. Un duro paso adelante, y ya van…
También se pudo disponer de una edición especial que incluía las canciones aparecidas en «Take a Look» (Acuarela, 2003).