A estas alturas de la película ya se sabe quien es el malo y quien es el bueno en la carrera de Nacho Vegas. Sus vicios y sus virtudes. Todo aquello que sirve para identificarle dentro del revuelto panorama indie nacional a partir del año 2000 y que en el 2005 sigue en ebullición, más mediática que puramente musical.
Pues en este viciado ambiente de nuevas promesas y de veteranos que se despiden o fracasan, Nacho Vegas alza su particular voz por encima de las demás con la publicación de su tercer álbum. Un álbum que por aciertos tanto melódicos ("El hombre que casi conoció a Michi Panero") como líricos ("Ocho y medio") se coloca al frente de su productiva carrera musical que había empezado en solitario tan solo cinco años atrás.
En "Desaparezca Aquí" (Limbo Starr, 2005) las cosas se dicen con más claridad y con mayor repercusión para el imaginario colectivo. A pesar de que el disco es mucho más eléctrico que los anteriores, se inicia con un acústico cántico llamado "Las maravillas de la condición humana", que sirve como introducción al álbum y que enlaza con ese anatema del cínico vividor: "El hombre que casi conoció a Michi Panero". Una canción convertida en himno y que deja claro que ahora Nacho Vegas se hace mayor y, como consecuencia, la amargura se convierte en cinismo.
Un discurso que también se encuentra en la soberbia "Nuevos planes, idénticas estrategias", donde las ilusiones de escapar de una vida gris se convierten en un canto agrio y resignado. No olvida el asturiano lo bien que se le dan las historias de infiernos conyugales como "Ella me confundió con otra persona" y las narraciones de vidas borderline como en "Perdimos el control".
Pero la canción más redonda del disco, líricamente hablando, es "Ocho y medio": La nostalgia por el amor perdido la transforma en una solitaria habitación con goteras. Para lo que queda de disco, claro, es imposible igualar ese envido a grande que el propio Vegas se echa sobre si mismo.
"Autoayuda" ahonda en el sentimiento que tiene el que se queda abajo hacia el que ha subido con su ayuda. La extensa "La noche más larga del año" pone el broche final del disco a pesar de que ya se está anticipando con "Al norte de mí". Ninguna de ellas logra emocionar tanto como lo hace "Ocho y medio".