C’Est La Vie

C’Est La Vie
Celtas Cortos explora la patxanga tras la salida de Cifu.

«C’Est La Vie» (DRO, 2003), producido por la propia banda junto a José María Rosillo, además del octavo largo de estudio de su trayectoria, es el único que Antuán Muñoz grabó con Celtas Cortos. Bueno; Celtas Cortos o quienes fueran estos, porque la mitad de este disco es una pachanga con todos los tópicos al uso.

Si bien se había dicho que «En Estos Días Inciertos…» (DRO, 1996) era el álbum más prescindible de Celtas Cortos, este no llega ni a eso… ni a disco de Celtas Cortos. También se había dicho que las letras de Celtas Cortos empezaban a bordear el kalimotxismo; pues este lo abraza con toda pasión. Faltaba un coro de niños y aquí está. Faltaban los subidones ska-punk y aquí los tenemos. Lo único que sí que falta es la canción dedicada a la marihuana; igual se me ha pasado por alto.

Se perciben, acá y acullá, toques de un sonido que nos recuerda que este es un disco de Celtas Cortos pero queda lejano, y no simplemente porque la voz sea distinta -aunque buena, mucho menos carismática-, sino porque todo en general tiene una orientación extraña: suena falso, forzado. Como una fiesta -porque el disco es muy festivo, ciertamente- a la que uno va obligado y debe fingir satisfacción por estar en ella.

Las pocas canciones que escapan de esta resobada sombra no terminan de despegar. La única capaz, «El sueño del mono«, acaba perdida entre loops y bits sin que uno se entere muy bien de cuál es la movida. Está bien conjugar electrónica y folk, pero aquí simplemente no ha salido bien. Está a muy lejos de haber salido bien.

De entre las canciones, digamos que destaca la primera. Por señalar alguna e ir acabando.

Grupo:

Uno de los grupos más emblemáticos de...

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Tracklist:

  1. C est la vie
  2. Y después, ¿qué?
  3. Baila
  4. Soledad en construcción
  5. Cómo saber
  6. Archivoulouse
  7. Alicia
  8. Sin papeles
  9. Unos dicen
  10. Gaia
  11. El sueño del mono
  12. Soy lo que soy

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