El verdadero debut del proyecto en solitario de Fermín Muguruza tras la disolución de Negu Gorriak habida cuenta de que su trabajo Ireki Ateak» (Esan Ozenki, 1997), fue el resultado directo de la colaboración puntual con una banda ya firmemente establecida, DUT. Y aunque efectivamente no hay duda de que el autor intelectual y gestor de todo el proyecto es él, resulta un tanto peculiar hablar de trabajo individual cuando ha trabajado en diez ciudades diferentes (Roma, Caracas, Los Ángeles, Biarritz, Paris, Azkarate, Barcelona, Buenos Aires, La Habana, Londres) colaborando con una larga lista de artistas y grupos: los italianos Radici del Cemento, los venezolanos Desorden Público, los mexicanos Tijuana No, Hechos Contra el Decoro, los vascos Spartak Dub International, Manu Chao, los argentinos Todos tus Muertos…. un auténtico recorrido por la geografía de la insurgencia. Todo el material que se recogió en el periplo internacional quedó debidamente aglutinado y organizado con el toque de Ángel Katarain en su estudio de Azkárate (Navarra), que se encargó de la producción y maquetación.
De alguna manera el título del disco hace referencia precisamente a esas brigadas que conformaban la tupida red de contactos y brigadas a lo largo y ancho del globo que dejaron establecida Negu Gorriak. Fermín Muguruza hace uso del Sound System como como medio e instrumento, como formato y como filosofía como también gustaba de hacer Manu Chao en su transición desde la última época de Mano Negra. Eso sí, en el caso del vasco como método de acercamiento a los ritmos jamaicanos que tanto le gustan. como por ejemplo .
Sale feliz, en gesto de saludo al oyente, en el dibujo de la portada, colorida y abigarrada, describiendo el fervor y calor de una sesión de Sound System, rodeado de un gentío entusiasta. Feliz probablemente de poder explotar sin traba estilística alguna su pasión por los ritmos jamaicanos.
Comienza con «Urrun», colorista y bulliciosa para denunciar la apatía del que piensa que todo ocurre lo suficientemente lejos de la casa de uno para tener que preocuparse. Muguruza recuerda a Aitor Zabaleta, el seguidor de la Real Sociedad asesinado de una cuchillada a las puertas del estadio Vicente Calderón.
«Grítalo» claman Desorden Público en «Hitza har dezagun» acompañando la proclama a que grites y opines. Sección de viento que da aires caribeños antes de dejarse arropar por los ecos del dub. Otro de los temas que terminaría convirtiéndose en clásico del repertorio de Muguruza, junto a «Newroz», el recuerdo al pueblo kurdo en forma de canción redonda y contundente. Arranca con arabescos y arrastra todo el tiempo una oscuridad irresistible. En los créditos su hermano Íñigo.
Sin abandonar el dub de fondo, para «Puska», un repaso latinoamericano, adopta ritmo de drum & bass en repentinos acelerones. Es probablemente el momento en el que más combativo se muestra en el plano musical, disparando con fuerza el estribillo contundente.
Versión personal y lograda de Toots and the Maytals («54-46»), con más gancho quizás que cuando parece acercarse a coordenadas similares a UB40 («Ari du hotza»).
Momentos de hip hop, más lento o más violento (como el de la combativa «Nazio ibiltaria naiz», que grabaron en Los Ángeles y en la que propone una descolonización de la mente, una agrupación de los cinco continentes, uno por cada dedo de la mano, en una nación andante).
Si «Brigadistak» hubiera podido estar en un disco de Negu Gorriak, «Herria» suena perfectamente pausible en el repertorio de Kortatu.
Mezcla de sonidos pues y de geografías: abundan los momentos indigenistas pero no duda en saltar a la vieja Europa en uno de los temas que más jamaicanos suenas, el del dub clásico de «Eguraldi lainotsua hiriburuan».
Un gran disco, jugoso, de edición cuidada, marcando el que sería el sello de la casa para lo que vendría posteriormente, y que sirve de verdadero arranque del proyecto en solitario.