Ireki Ateak

Poco tardó Fermín Muguruza en volver a la actividad tras anunciarse el final de Negu Gorriak. La colaboración para elaborar el tema con el que piensa participar en un homenaje a Víctor Jara que está preparando un sello chileno, sirve de plataforma para el desarrollo de un proyecto más completo con DUT. La elección del que sería la primera válvula de escape del artista de Irún no es del todo casual. La conexión anímica y sonora con la dureza de los de Fuenterrabía (Guipúzcoa) que también existía en Negu Gorriak y la coincidencia en el tiempo de muchos conciertos entre ambas bandas en su momento abona perfectamente el terreno.

Incluso en un trabajo de corte duro, de guitarras hardcore post-rock, Fermín se permite la experimentación con bases de reggae entremezcladas con aires de jungle drum & bass («Nik baditu sei»), lo que vendría a ser luego en su carrera en solitario una verdadera constante. Es precisamente esta vertiente, ensayada en algún retazo de «Lucrezia» las únicas espitas por las que escapa la presión agobiante del tono general del disco.

Y es que este Ireki Ateak (Abre las puertas) se desarrolla entre atmósferas predominantemente claustrofóbicas. Con letras plagadas del desánimo que provocaba la tensa situación política que se vivía por entonces en Euskadi, el disco es un auténtico campo de minas anímico. Atmósferas casi industriales que en el caso de «Lepo Moztua», la canción en la que colaboran los argentinos Todos tus Muertos, se desquebrajan con lo que parecen ecos de gritos o aullidos fantasmales.

Cuentan también con la aportación de Mikel Laboa en el tema «Gazteluak».

Agónicos llamamientos a afilar el hacha que había quedado enterrado con Negu Gorriak, mientras la música se desliza espesa, con guitarras pesadas; reivindicación del clitoris, del sexo femenino en otro tema sinuoso y de ritmo espeso: «Ezti potoa» y gritos desgarrados contra la realidad de lavado de cerebros y globalidad de pensamiento único («Pentsamendu bakarra»).

El arranque de lo que sería la trayectoria post-Negu Gorriak de Fermín Muguruza se cierra precisamente con el tema «El derecho de vivir en paz», la versión del artista chileno que sirvió de catalizador de la colaboración con DUT. Aportó pocas pistas de lo que vendría luego, pero certificó que la batería creativa del de Irún estaba lejos de haberse agotado.