El turismo era aún una quimera, pero las Baleares ya se aprestaban a cambiar radicalmente su forma de vida. José Guardiola y una orquestina rancia toman cartas en el asunto y cantan a tiempo de bolero las delicias de la isla ibicenca. Los hippys y la moda ad lib todavía no existían ni en la más calurosa imaginación.
En la cara B cambia algo el decorado, pero no el ritmo. Seguimos metidos en bolero. Solo a la cuarta se acelera un tanto el vinilo con un fox de letra costumbrista que nos habla de mecanógrafas, tranvías y amor. El cantante demuestra dos de sus armas luego eternas: una dicción muy clara y una afinación perfecta Un disco perfectamente prescindible dentro del amplio catálogo de este crooner español.