Hijo de una humilde familia barcelonesa, nace el 22 de octubre de 1930 José Guardiola Díaz de Rada. Una familia que también es aficionada a la música. Una afición que se acrecienta gracias al cura de su parroquia que les convence a él y a sus hermanos de que cursen estudios musicales a la vez que ingresan en el coro. José comienza a estudiar violín, su hermana María hace lo propio con el piano y su hermano mayor Julio se dedica a la trompeta. Son años de posguerra en lo que todo esto supone una dificultad hoy difícilmente imaginable.
Cambia pronto el arco del violín por la caña del saxofón y en 1949 entra en una nueva orquestina denominada Los Magos del Ritmo para tocar ese instrumento. Tras un largo y obligado paréntesis militar decide adoptar la música como profesión. Para entonces ingresa en los Crazy Boys, un grupo especializado en el swing y el jazz más comercial y que son una de las atracciones más apreciadas en las salas de fiesta de la Ciudad Condal. La tesitura vocal de barítono-bajo de José lo lleva a ocupar el puesto de vocalista hacia 1954. Interpreta como nadie los estándar americanos y comienza a cimentarse, aún a nivel local, su fama de buen cantante. Lo compagina con el saxo, aunque su faceta de cantante se impondrá. El gran músico de jazz Tete Montoliú siempre sostuvo que era una verdadera pena que no se hubiese dedicado al jazz, pues podría haber sido uno de los grandes de este estilo en nuestro país.
Hacia 1957 su nombre supera al de su orquesta y Regal le pone delante un contrato, comenzando su carrera como solista. Una carrera que se extendería durante medio siglo.
Su primer disco es un EP publicado en enero de 1958: «Sono Americano» (Regal, 1958). No se trata del famoso tema de Carosone de igual título sino de otra canción también italiana a ritmo de swing. Ese año va a registrar una actividad discográfica frenética con ocho microsurcos en el mercado. Son tiempos en que la música italiana en general y la procedente de San Remo en particular dominan la música moderna en nuestro país y son imprescindibles en los bailes. La llegada de José junto a la de otros vocalistas como Ramón Calduch o el más veterano Bonet de San Pedro suponen un contrapunto necesario en la entonces llamada simplemente canción española.
Enseguida un segundo disco verá la luz. En la línea de Jorge Sepúlveda y trufado de elementos turísticos aparece un poco afortunado dedicado a la isla ibicenca “Bahía de San Antonio” (Regal, 1958).
Pero su primer disco realmente exitoso llegaría unos meses más tarde. La versión española de uno de los mayores éxitos de la música italiana: “Come Prima” (Regal, 1958) lo va a poner definitivamente entre los cantantes españoles más conocidos. Un disco sin desperdicio en el que también figuraba “Domenica es siempre domenica”, otro conocido tema italiano de Renato Rascel. Este disco conoce una doble edición, pues también se edita con las mismas cuatro canciones cantadas en catalán. En ambos idiomas se vende una barbaridad y, aunque no hay datos fiables, fue uno de los discos más vendidos de ese año.
Claro que apenas dos meses antes había editado un muy interesante EP: que ya se vendió bastante bien gracias al reclamo de su primera pista que no es otra que la primera versión española hecha del “Volare” con el que Modugno había arrasado San Remo aquel año.
Tras el enorme triunfo de “Come prima”, llega el turno a “Piove” inscrita en el EP genérico «1er Premio del Festival de San Remo 1959» (Regal, 1959), canción con la que Domenico Modugno había vencido en San Remo por segundo año consecutivo. También este disco conocería una doble edición castellano-catalana para explotar todos sus recursos comerciales. Ese año concurre como gran favorito a la primera edición del Festival de Benidorm colocando tres canciones en la final, entre las que destaca “La montaña”, pero no lograría el primer premio. Fruto de aquella participación se edita: “I Festival de la Canción de Benidorm” (Regal, 1959) en la que también incluyó su versión de la canción triunfadora “Un telegrama”.
Su último disco para Regal es un auténtico monumento. Reune cuatro canciones muy distintas cada una de las cuales podría ser considerada pista principal. “Pequeña Flor / Mis Besos te Dirán / Mackie el Navaja / Ten Piedad” (Regal, 1959) es probablemente el más completo EP de este cantante y uno de los más vendidos. Una despedida por todo lo alto del sello que había apostado por él cuando no era más que un vocalista de orquestina.
Regal se le quedaba pequeño a sus intereses y la poderosa Voz de Su Amo lo contrata a finales de 1959. Su primera grabación para la marca del perro y el gramófono es un disco en el que canta un par de villancicos haciendo dúo con las Hermanas Serrano.
Este gran trabajador de la música no deja de grabar discos, editando uno al mes. Entre tanta actividad encontramos una variada propuesta. “Verde Campiña / Tienes mi Amor / Bikini Amarillo / Nuestro Concierto” (La Voz de Su Amo, 1960) contribuye no poco a que Guardiola mantenga el liderazgo de ventas aquel año, un liderazgo que revalidaría en los dos años siguientes, logrando ser tres años consecutivos el artista español con más discos vendidos en nuestro país.
En 1961 acude al Festival de la Canción Mediterránea. Consigue el segundo puesto con “Presentimiento”, cantado en segunda versión por Lita Torelló. Fruto de aquella participación es el EP: “3er. Festival de la Canción Mediterránea” (La Voz de Su Amo, 1961), uno de los más vendidos de toda su larga trayectoria. A finales de aquel año edita un par de LP, destacando: “José Guardiola” (La Voz de Su Amo, 1961). Del él se nutrirán sus siguientes extended play.
1962 será seguramente el año triunfal del cantante. Una de sus canciones: cantada a dúo con su hija Rosa Mary de apenas cinco años se convierte en un fenómeno social. La cosa va de la catequesis que un padre imparte a su hija sobre el buen Dios. Los profesores se la enseñan a sus alumnos, se canta hasta en las iglesias y las familias lo compran. Otras canciones más mundanas como la versión cantada de “Apache” de The Shadows, el cover de “Et Maintenant” y el disco «Standars de José Guardiola» (La Voz de Su Amo, 1962) siguen manteniendo el mito.
No todo va a ser limpio y puro. Aquel 1962 concurre de nuevo al Festival Mediterráneo con el tema “Nubes de colores” de Guijarro y Algueró cantada en segunda interpretación por la chilena Monna Bell. El concurso se celebra en el Palacio de los Deportes de Barcelona y se decide por votación del público. Cada entrada lleva anexo un ticket de votación. A la hora de la verdad se venden 5777 entradas y se contabilizan un total de 6807 votos. “Nubes de colores”, la más votada es declarada ganadora, pero el respetable organiza una protesta de órdago y la organización decide dar ganadores a todas las canciones finalistas en una decisión salomónica que no convence a nadie.
Al año siguiente TVE le encarga ser su representante en Eurovisión. Viaja hasta Londres para ocupar el duodécimo puesto con tres votos para la canción “Algo Prodigioso” que no se encuentra entre lo mejor de su producción precisamente.
Una réplica de su “Di papá” se edita con escasa repercusión. Esta vez Guardiola y su hija elaborarían “La Balada del Vagabundo” (Vergara, 1963). Aquí pasa sin pena ni gloria, pero en Sudamérica será el disco más vendido de los muchos editados por este cantante. Sigue su cosecha festivalera obteniendo buenas ventas de una doble edición en castellano y catalán del éxito de Salomé “S’en va anar”, incluido en su EP: “V Festival de la Canción Mediterránea” (Vergara, 1963).
Pero algo está cambiando en la música moderna española y José Guardiola va a ser uno de los mayores damnificados. Su imagen de pulcro oficinista y su voz de barítono siempre perfectamente afinado no cuadran con los gustos juveniles y el sector adulto que siempre lo aupó empieza a darle la espalda. Raphael, Luis Gardey, Tito Mora y Mike Ríos zarandean el trono del solista masculino. En una entrevista publicada por Fonorama en abril de 1964 un José Guardiola bastante quemado se despacha a gusto. Afirma que los festivales de la canción no son honrados, que Raphael es un intérprete exagerado, que prefiere el fútbol a la canción, que los compositores españoles no están a la altura, que el dinero que gana lo invierte en comprar pisos de lujo en Barcelona para luego alquilarlos, que no suele actuar en provincias y desmiente que se haya afeitado el bigote por una promesa si el RCD Español ascendía a 1ª división.
Seguirá publicando discos a ritmo frenético, pero sus ventas irán decayendo. Todo tiene excepciones y algunos EP como “VI Festival de la Canción Mediterránea” (Vergara, 1964), “Goldfinger” (Vergara, 1965), «El Ángel de la Guarda con Rosa Mary» (Vergara, 1965) de nuevo con Rosa Mary o “Extraños en la Noche / Tu Nombre / Doctor Zhivago / Todo tu Amor” (Vergara, 1966) aún aparecen en las listas de ventas. Como se ve, mucho tema de procedencia cinematográfica y un descenso generalizado de un cantante que en amplios sectores juveniles se le veía como la encarnación del pasado y como un artista representativo del régimen político imperante.
Edita discos de música melódica en los que versiona a Tom Jones, Sinatra, los vocalistas italianos y franceses y casi cualquier canción romántica que se le ponga a tiro, pero su nombre va poco a poco olvidándose. Aún sorprenderá a propios y extraños al encaramarse a los primeros puestos del hit parade con “Estrella Errante” (Vergara, 1971), otro tema del cine, concretamente de “La Leyenda de la Ciudad sin Nombre” (1969) de Joshua Logan. Su voz grave seguía siendo una apuesta segura para esta clase de canciones.
A partir de los 80, casi todos sus discos son ya reediciones lo que no impide que siga trabajando asiduamente en salas de fiesta, cosa que hará durante las siguientes tres décadas, apareciendo muy de tarde en tarde de nuevo en TVE en programas que se ocupan de la música revival, aunque él nunca sea de los que regresan porque jamás se había ido.
En 1999 se le rinde un gran homenaje en Barcelona en el que participan Loquillo y Serrat, entre otros. Supone prácticamente su despedida de los escenarios, si bien matará el gusanillo actuando alguna vez en salas de su ciudad.
José Guardiola es por derecho uno de los grandes de la música española. Primero fue el moderno que se enfrentó a la copla, luego el gran adaptador de los éxitos extranjeros al castellano y al catalán, más tarde eterno outsider de todos los nacientes festivales de la canción y finalmente un ejemplo de profesionalidad y de saber estar a las duras y a las maduras sin tirar nunca la toalla. Falleció en Barcelona el 9 de abril de 2012, dejando tras de sí más de quinientas canciones grabadas y aproximadamente un centenar de discos en su haber.
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