Cuatro años después de su anterior disco de estudio, Malevaje edita su séptima entrega.
En este tiempo, el grupo afronta cambios muy importantes, empezando por el cambio de discográfica. Finalizada ya la etapa en DRO-Tres Cipreses, editará ahora con la pequeña compañía Don Lucena.
Además, en la propia formación se producen también algunas variaciones. La más importante es la salida del maestro Osvaldo Larrea, que se vuelve a su Argentina natal. Entrará en su lugar otro maestro bandeonista, Jorge Orlando Lema, que se va a encargar, también, de la mayor parte de composiciones y arreglos instrumentales presentes en el disco. De las letras se encargará Antonio Bartrina y su mujer, Rocío Suarez. Celestino Albizu deja también Malevaje, por lo que el grupo se queda sin percusionista. En la grabación colaborará, en esta tarea, Juan José Guillén. Finalmente, entra también una nueva pianista, Guadalupe Sánchez, y sale la bailarina Virginia Díez.
A partir de este disco, las entradas y salidas de músicos se producirán con cierta frecuencia (prácticamente la formación no se repite en dos discos seguidos), y es que Malevaje es, cada vez más, el grupo de acompañamiento de Antonio Bartrina, que con su voz y su personal manera de entender el tango, y bajo su dirección, da continuidad al grupo que, musicalmente, continúa en la misma línea.
Nuevamente, salvo dos clásicos, el tango, muy conocido, «Naranjo en flor«, y la milonga «Apronte«, casi todas las canciones son composiciones propias: tangos, milongas, habaneras, rumbas criollas y, como gran novedad, hasta un blues instrumental con ecos latinos.
Otra novedad es el elemento castizo que, aunque siempre presente en Malevaje de manera no tan explícita, es en este disco donde se empieza a mostrar claramente, particularmente en las letras, en las que Madrid es un elemento fundamental. Así, la milonga que da título a este trabajo, «Va cayendo gente al baile«, es una historia que se desarrolla en uno de los bares más castizos de Madrid, el Cañí.
Malevaje ya ha participado en muchos festivales especializados y es conocido en el circuito de tangos, por lo que ha sufrido ya cierta crítica o, al menos, cierta extrañeza por no ser argentinos de origen. A este tema va dedicada la última canción del disco, en la que se combinan ritmos de tango, milonga y habanera, «A mi modo y con mi acento», con frases como «Por qué ríes tanguero de mi acento / lo que importa es sacar lo que hay adentro«, o «porqué no hacer aquí el tango, si en Japón se hace flamenco«.
En fin, no es uno de los mejores discos de Malevaje, pero tampoco defrauda, salen bastante airosos a pesar de experimentar cambios tan importantes, y siguen demostrando que son grandes músicos, con un estilo particular e inconfundible en el que, además, logran profundizar, mostrando su lado más castizo y madrileño, sin dejar de ser tangueros sujetos con orgullo a los patrones clásicos del género.