La maqueta que habían preparado Tensión cuatro años antes había dejado un fenomenal sabor de boca. La contundencia de unos temas que parecían puñetazos de Oi! con un toque de cruda oscuridad había logrado llamar la atención de más de uno, por lo que la posibilidad de un LP de los de Leganés había creado expectación entre los seguidores en la capital.
La espera ha merecido la pena con creces. La sesión de grabación de la banda en los estudios La Nota en el madrileño barrio de Usera a finales de 2017 ha dado como resultado un disco enorme, con toda seguridad una de la mejores noticias de este 2018.
Tensión recuperó cinco de los temas que ya habían incluido en aquella cinta de cassette de presentación añadiendo otros tantos para completar la lista final.
Llama la atención el tono anímico de unas historias escritas por perdedores que, conocedores de ello, prometen plantar cara con puños y cuchillos. Levantarse tras cada una de las caidas que se sufre. Ambientación, maneras y reglas callejeras con las que solventar la presión a la que se ve sometido nuestro protagonista. «Que el odio que encierras en tus entrañas te impida que les agaches la mirada. Que la rabia no te deje que te caigas, que tu brazo no lo pueda torcer nada. Nunca te rindas no les hagas fuertes, plántales cara, enséñales los dientes» cantan en «No des tu brazo a torcer«, uno de los momentos más destacados del álbum.
La misma consigna que dejan clara en muchos otros pasajes: «Nacido para perder, pelea para ganar«. Vacío y desolación existencial del que se sabe que, finalmente, sólo puede confiar en si mismo.
«Problemas» se regodea en su lentitud. Uri parece disfrutar paladeando unas letras demoledoras: «Cuando crees que han terminado, tranquilo que vienen más. (…) Personas y situaciones afilando su navaja, esperando a que caigas para el filo hacer brillar«. Mientras, como estribillo, unos coros inapelables gritan: «¡Problemas!» El resultado logra poner los pelos de punta.
Atrapa la crispación tensa del punk de calle de los madrileños. Guitarras como cuchillos a las que enseguida acompaña un bajo amenazante y recubren con una muy buena batería. La voz de Uri contribuye a sostener la intranquilidad e inestabilidad, a la rabia hecha canción. Ladra consignas de supervivencia, de venganza, de convicción absoluta en las posibilidades de revancha y defensa cuando uno se ve acorralado y tiene que recurrir a todas las fuerzas que uno puede reunir en mitad de la desesperación, cuando se nota herido. No hay vuelta atrás, estamos condenados a no existir, y en esta vida toca pelearlo todo.
Ése es el espíritu de perro que ataca como única salida el que vertebra «Puñaladas«. Tema en el que aumentan las revoluciones y la amenaza se hace velocidad.
Orgullo y arrogancia, los mismos que comparte el skin-head, sabedor incluso de la necesidad de haber pedido perdón, pero consciente de que no se va a volver la vista atrás. «Por mi gran culpa» parece querer transgredir filosofías religiosas contraponiendo otro modo de supervivencia en el día a día del asfalto.
Lo dicho, un disco sobresaliente de un grupo a tener muy en cuenta.