Pasito a pasito, como una hormiguita ahorradora llegamos ante un hito importante vital en la carrera del ubetense: Sabina llega a América. Tras el éxito de su anterior trabajo, Sabina decide arriesgar y dar el salto al otro lado del charco, sus primeras giras americanas llegan con un buen número de discos bajo el brazo (con mucho repertorio por enseñar), y una amplia experiencia en los escenarios. Para ello Sabina lanza al mercado un álbum estudiado, cuidadoso y muy potente.
Abre el disco con un salmo, “Eclipse de mar”, que nos humedece los ojos, cuidada al detalle y repleta de arreglos sugerentes, para seguir con el rock and roll engolado de “Pobre Cristina”, donde trata el espinoso tema del rico infeliz: “Solo yo sé que dice la pura verdad / cuando jura que toda su fortuna daría / por echarse un noviete aburrido y formal / y entrar de oficiala en una peluquería”.
“Anda, deja que te desabroche un botón / que se come con piel la manzana prohibida” reza el cantante en “Y si amanece por fin”, describiendo las sensaciones que se tienen en un paraíso bipersonal de 12m² con sólo una cama y un armario. De nuevo el Sabina desmenuzador de la realidad, el mago de las pasiones mundanas, el que nos pone el espejo, pero ¿veremos en este disco al Sabina ácido y con mala leche?
Sí, nos topamos en “El muro de Berlín” con el Sabina más irónico, en esta ocasión carga sus tintas contra los progres de escaparate, contra los que hablan de la lucha obrera desde el asiento de su Mercedes: ”Ese que ‘Al Capitán Goma Dos’ con spray pintaba en la pared / sufre de colesterol si fluctúan los tipos de interés. / Y tiene un adoquín, en su despacho, del muro de Berlín”; referencias al comunismo, Rasputín, la CIA y el KGB para sacar las vergüenzas de una sociedad que ha perdido la ideología.
Sigue Joaquín hablando con sinceridad y realismo de las relaciones humanas y la sociedad en “Mentiras piadosas” (a destacar la sentencia final: “Y así fue como aprendí que en ciertas historias de dos conviene a veces mentir / que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor”); para pasar a buscar la sonrisa cómplice del personal en “Con un par” y su ritmo sambero, ideal para contar y deshacerse en alabanzas a El Dioni y su golpe de mano al furgón con posterior huída a Brasil.
Tras una intimista “Corre, dijo la tortuga”, quizá para poder igualar los términos y despejar la ecuación, Joaquín le concatena “Con la frente marchita”, de corte similar pero con referencias a Gardel y Borges, allanando un terreno que está dispuesto a pisar, no sin la controversia de poner en el mismo verso a Evita y Freud.
Tras una simpática y marchosa “Ataque de tos” repleta de incorrección política aparece la guitarra acústica de cantautor (hasta ahora desaparecida en el disco) de “Medias negras”, otro de sus grandes éxitos; en ella Sabina nos narra la historia de un polvo demasiado caro y que dejó huella.
Coquetea con el jazz Sabina en “Ponme un trago más”, que no es sino otra de esas canciones de desamor marca de la casa, de bares, alcohol y depresivos filósofos devotos a San Valdepeñas; para cerrar el disco con “A ti que te lo haces”, donde empezamos a ver claramente otra de las señas de identidad de Sabina en el futuro: el uso de la anáfora como algo más que un recurso, sino como un soporte para construir las canciones. Muchos detractores dicen que abusa en exceso del recurso estilístico mencionado, sus defensores dicen que ese es el estilo Sabina, que ha ido perfeccionándose y evolucionando. Sea como fuere, nos encontramos con un disco muy detallista, que incluye canciones de amor -y desamor- y críticas divertidas con algo de controversia. El rock sigue siendo el ritmo predominante, pero los jugueteos con otros ritmos abrirán al cantante una puerta al futuro.