Madison

The Rocking Boys aplican aquello de año nuevo, vida nueva. Se alejan del twist y se abrazan al nuevo ritmo que hacia furor, llamado esta vez el madison. Un baile más reposado que su padre el rock que se bailaba en línea.

El primer y cuarto temas del disco están compuestos por el propio grupo y los otros dos son versiones, aunque cuesta trabajo distinguir uno de otro.

Lo mejor de los cuatro temas reside en el papel del saxo de Carlos Jaime, el mejor músico del grupo y un hombre que realmente definía el sonido del grupo. El resto del grupo, simplemente correcto en unos temas grabados por encargo y con prisas, que en todo caso son bien defendidos por un conjunto que en aquellos momentos hacían numerosos directos y estaban en plena forma.

Para olvidar, no obstante, la versión madisonista de “La Paloma”, de Iradier, una de las más famosas habaneras de todos los tiempos que aquí aparece desnaturalizada y cantada en plan coro de taberna. También tiene delito el “Madison en la Costa del Sol” con diálogos entre los músicos y una melodía inexistente. Sólo las diabluras del saxo salvan ligeramente los muebles.