Si en su anterior disco, «Un Momentito» (DRO / Tres Cipreses, 1988), Malevaje daba un importante paso adelante en su profesionalización y en la evolución de su sonido, con “Inchilimonchi” (DRO / Tres Cipreses, 1989), el cambio ya se consuma de manera definitiva.
Desaparece la guitarra, saliendo del grupo Ramón Godés, e incorporándose Belén Gilabert al piano, así como los dos músicos que habían ya colaborado en el disco anterior, que se convierten en miembros fijos de la banda: José Luis López en el violonchelo y José Amador Pablo en el violín.
Con esta formación, Malevaje ya es una pequeña orquesta, que pierde buena parte de su anterior frescura pero gana en matices y en arreglos, construyendo un sonido mucho más elaborado y con mayor empaque y variedad, abordando nuevos estilos, como el camdombé, además de los valses, milongas, nanas y, claro está, tangos, que ya estaban presentes en su anterior entrega.
Nuevamente todas las composiciones son propias del grupo, algunas convertidas ya en auténticos clásicos de su repertorio, y de las más celebradas en sus directos, como el tango «Antucho Barbosa«, la milonga «Asco le tengo al frasco» o el vals «Celosa Ciudad«.
Destacan también los tangos «Nena«, que fue primer sencillo de este disco, y «Por Mirón«, aunque, en general, las composiciones son menos brillantes y más previsibles que en entregas precedentes. No así las interpretaciones, que cada vez son mejores y reflejan la evolución y el aprendizaje de los músicos y del propio Antonio Bartrina en la voz. Malevaje demuestran no sólo que se ha profesionalizado, sino que se toman realmente en serio su oficio.
Esto se reflejará especialmente en sus conciertos, donde estos excelentes músicos ofrecen su mejor versión. Además de actuar con gran éxito por toda España, realizan giras por Francia y Suiza, y participan en los festivales de Nancy, Le Primtemps de Bourges, y la semana internacional de Estrasburgo.