La mejor manera que encontraron Natos y Waor como contrataque a la pandemia COVID-19 es la de organizar un nuevo capítulo de la saga de Hijos de la Ruina con su inseparable Recycled-JAñade este contenido. Llevaban ya un tiempo sin hacerlo, sin asociarse en esa especie de territorio común al que parecen escapar de vez en cuando separándose de sus proyectos respectivos.
La gestación del disco se produce de una manera un tanto inusual teniendo en cuenta los procedimientos habituales.seguidos otras veces: en este caso se recluyeron en una casa en el campo alejados del mundanal ruido para componer los temas desde cero, controlando entre los tres incluso la parte musical de los mismos. En este proceso les ayudaría Jack Sheenan, que aportó guitarra y bajo cuando lo consideraron necesario. Como en el caso de «Más alcohol», probablemente una de las canciones más destacadas de este volumen tercero, y que diseñaron en clave rockera.
Y es que, si algo tienen claro, es que no van a cohibirse a la hora de elegir las direcciones por donde explorar, qué aires diferentes y estilos pasar por el matraz de rap que tiene originalmente su propuesta. En este nuevo episodio de Hijos de La Ruina, añaden, efectivamente, rock, pero también pop electrónico y hasta algo de reggaeton. Conocedores del crédito ilimitado que les concede su numerosa afición, se lanzan sin prejuicios a una labor, si no de hibridación, porque su condición original no la abandonan nunca, sí de dejar filtrar pinceladas de otras vertientes.
El resultado de los siete temas que conforman la nueva entrega (dijeron haber dejado archivados bastantes más) no suman, por tanto, para dar una imagen conjunta, sino que cada corte evoluciona por derroteros diferentes. Varía igualmente la estructura, pivotando a veces en la repetición de estribillo o texto común, y el mismo orden de aparición de cada uno de los tres componentes del proyecto.
Siempre habló muy bien el dúo de las posibilidades melódicas que aporta la voz de Recycled J, y buena prueba de ello lo constituye, no ya sus fraseos en solitario, sino incluso los coros que incluye en «Sudores fríos». Es probablemente el corte con producción musical más elegante y que invita a un mayor movimiento que los tres temas que le preceden. A mi juicio, el mejor momento del disco. Y eso que como dicen en «Fuego fuego», que evoluciona a base de ritmos sincopados, por mucho qie puedan darle al ritmo de reggaeton «si vienes al bolo verás pogos, no gogos«.
Y es que, en general, el tono global es de cierta oscuridad, desarrollada a base de temas generalmente lentos. «Nosotros», lleno de acertadas rimas y que abre el disco es una muestra. Es uno de los temas del que hicieron videoclip de presentación, en el que se les ve en el circuito urbano en el que se mueven más a gusto: Madrid.
También se regodean en escenario intrínsecamente madrileño cuando cantan en «Cuestión de fe» aquello de: «Desde Leganitos hasta Sol con un frasco de colonia por si se acaba el alcohol«. Pero claro, si de propiedades curativas de todo tipo de males y heridas del alcohol, se trata, el tema «Más alcohol», acompañado también de su correspondiente videoclip con reparto lleno de caras conocidas del mundo del cine y la televisión.
Electrónica atractiva en «Dime que sí» y teclado de Greta Rocchi para «A la tumba».
A su productor de cabecera, Pablo Gareta, añadieron la ayuda de Kiddo Manteca, una sugerencia realizada, aparentemente con buenos resultados, por Recycled J. Grabaron en los estudios Fix Music y de la masterización se encargó Koar en Local 12.
Está claro que Natos y Waor siguen controlando los tiempos a su entero capricho en la meteórica carrera que iniciaron, sí, desde la ruina.