Espectacular puesta en largo de la pareja formada por Carlos Ballesteros y Genís Segarra, y firme paso adelante en su propuesta. “Gimnàstica Passiva” (Austrohúngaro, 2002), es una especie de lugar de encuentro entre lo real y lo irreal, un lugar donde la lengua autóctona es la ironia, un lugar que resultará muy seguramente incomprendido debido a su apariencia «descuidada”, por todos aquellos que todavía no se hayan quitado las anteojeras y continúen viendo únicamente de frente, pero que resulta totalmente merecedor de ser disfrutado (y re-disfrutado) de principio a fin.
Hidrogenesse se asocian en el primer corte del disco (“Hidrogenesse Asociados”) y dan rienda suelta a la pasión en un periplo que apenas dura diez canciones, acabando eso si, y como no podía ser de otra forma, enamorándose (“Hidrogenesse Enamorados”) y enamorando con su bizarra propuesta a todo aquel que se les acerque.
Melodias muy del tipo 8-bit (“Vamos a salir del siglo”), se van entrelazando con el festival tecno de “Discotécnica Ottanta” o la más melancólica “Affetto” -estas dos últimas incluídas en la primera maqueta del grupo “Hidrogenesse En Rimini” (1997) junto con “Vuelve conmigo a Italia”-, para dar paso a uno de los superhits del disco: “No hay nada más triste de lo tuyo”, canción trágico-optimista por antonomasia. Siguiendo adelante por la psicodélica autopista “A-68”, conducimos sin descanso durante toda la noche hasta alcanzar el Siglo de Oro y, ya con “Góngora”, no tenemos más remedio que ponemos a bailar -como nunca antes habíamos hecho- algunas de las estrofas de la fábula de Polifemo y Galatea. Finalmente llegamos, apagamos las luces, y de repente estamos en “1987”.