Mucho más suelto y ácido que su debut es “Demasiao Perro pa Trabajá, Demasiao Carvo pal Rocanró” (Horus, 1998), álbum con notable éxito en ventas en el que Mojinos Escozíos dan en el clavo en su propuesta al punto de que, a grandes rasgos, es el que mantienen durante el resto de su trayectoria. También aquí vemos dos factores típicos de los discos del grupo, como son un abundante número de canciones, exprimiendo hasta la última gota de su talento, así como sus largos y definitorios títulos.
En muchas canciones, se percibe claramente que las gracias son parte de un humor interno, personal, por más que resida en aspectos tópicos y generales, pero consiguen extrapolarlo al gran público. Y, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los grupos cómicos de España, en este encontramos a uno técnicamente más experimentado, aspecto que han sabido utilizar con inteligencia y que otros tantos desdeñan. Finalmente, destacar los pequeños sketches que reaparecen a lo largo del disco que sirven como pequeño hilo conductor y le dan al álbum una mayor profundidad, más allá de ser un mero contenedor de canciones. En este caso, la protagonista es una muñeca hinchable.
El álbum tiene bastantes números destacables. Sin duda la más popular es “Chow chow”, una canción sobre un peludo perro de esta raza china con el que se juega al doble sentido gracias a la similitud de su pronunciación con otra palabra española. También destacables son “La cansión del verano” o “Sexo, furbo y rocanró”, esta última castiza versión del popular lema rockista.
A pesar de la muy legítima defensa que el mismo grupo hace del asunto, lo cierto es que tantas canciones provocan que algunos chistes se pierdan en la marea, pudiendo ser esto contraproducente hasta cierto punto, aunque también juega a su favor debido a que al recuperarse el CD se descubrirán nuevas bromas que antes se pasaron por alto. En fin, ahí queda.