Tras su EP de debut, “Sueños” (MR, 1982) llega el ansiado LP, producido por Julián Ruiz y cuya labor no satisfizo demasiado a Danza Invsible, pues vieron su potente sonido excesivamente dulcificado. Además, problemas circunstanciales conllevaron unas ventas más bien escasas, con lo que el grupo, que apuntaba a lo más alto, tuvo un urgente baño de humildad que les hizo replantearse algunas cosas.
Asunto ese a un lado, lo cierto es que, a pesar de lo que opinara el grupo, la labor llevada a cabo por el productor, muy de su época, y, cierto también, no muy original y tampoco exento de una rimbombante épica, casa perfectamente con lo que a nivel compositivo el grupo ofrece aquí. Sí es cierto que en ocasiones las atmósferas frías chocan con elementos que nos sugiere mayor energía, como ocurre con “Tiempo de amor”. Sigue, en cualquier caso, la línea esperable tras aquel primer EP pero por razones obvias “Contacto Interior” (BMG / Ariola, 1983) ahonda más y con más facetas a mostrar. Lo que sin dudas continúa es el problema con las letras, con algunas bien resueltas y otras más bien ramplonas. ¿Será precisamente por ello que la canción que da título al disco sea una instrumental? Tampoco es justo sangrarle así, porque, si bien “Contacto interior” nos muestra la pericia técnica del grupo, que no era poca, si nos deja sin una de sus grandes bazas, como es la inconfundible voz de Javier Ojeda.
Entre los momentos más destacables del disco, aparte de las dos mencionada ya, también podemos incluir entre ellas “Ecos” y “Arco iris”, dejándose esta última llevar por ritmos funkies que le dan algo más de variedad al álbum.