Sospecho que habrá a quienes la propuesta, o incluso la actitud, de Accidente intimide. Esa rectitud y fidelidad a unos principios o simplemente pautas de actuación, la manera de analizar las cosas que les rodea y los sistemas que como individuos nos toca soportar… Y sin embargo, es en esa firmeza en la que radica la honestidad de la banda. Su protesta casi inmaculada, formulada desde un punto de vista que prima el carácter humano frente a lo inhumano y despersonalizado de la institución contrincante.
De igual manera, habrá quien perciba en la voz de Blanca una excesiva suavidad, o demasiada belleza en los coros que la acompañan, en principio, impropios todos ellos de un género que si se ha hecho oir, si ha conseguido impactar es, precisamente, por su capacidad para molestar o incomodar, o que piense que las líneas de guitarra que logran tejer estos madrileños suenan casi angelicales. Pero basta una simple escucha de este Canibal, para darte cuenta de que es por eso por lo que esas melodías se instalan en tu cerebro para no dejarte nunca, repetiéndotelas una y otra vez.
¿Cómo puede ser, por otro lado, que lo que pudiera llegar a parecer panfleto en los primeros discos sea ahora poesía contestataria de la que emociona? «Aquí tienes nuestros hombros / nuestro arma es lo común / experiencias compartidas donde cuentas también tú / Ganarle terreno al miedo / combatir como herramienta / No te rindas todavía / Juntos saldremos de ésta» … «¿Qué puñaladas traperas estás dispuesto a asestar? / Si vimos brillo en la idea que quisimos transformar / Dime si éste es el camino que lleva a la libertad». ¿Ha sido evolución en su música o constatación por parte del oyente del potencial de la banda? Ellos no creen percibir un procedimiento de trabajo muy diferente al de otras veces (siguen aprovechando la conexión de Pablo con los estudios Musigrama) pero admiten haber variado en cómo quieren sonar y en aspectos como la composición, arreglo y producción.
La nueva entrega de Accidente representa un trabajo de esos que hay quien llama de madurez. Probablemente no ya de consagración porque: (1) para muchos el grupo era ya uno de los mejores representantes que, en tono melódico, ha salido del ecosistema de los okupas y (2) quizás ya en Pulso “Pulso” (Pifia Records / La Agonía de Vivir / Pumpkin Records / Tranzophobia / Distribuidora Soroll / In my Heart Empire / Contraszt! Records / Grita o Muere Records / Walking is still Honest, 2016), su anterior trabajo, habían dado muestras de esa evolución en sus maneras y sonido que mencionábamos antes. Sea como fuere, la progresión que lleva desde el comienzo del disco, con su «Desmesura» (inspirado en el comic del mismo nombre y que dedican a «los supervivientes de la psiquiatría») hasta la deslumbrante «Demonio» deja sencillamente de piedra.
Es «Demonio» una auténtica maravilla. Ejemplifica todo lo discutido arriba acerca de voz, coros y melodía. Y como también se ha indicado, su letra pone un nudo en la garganta. Un tema que fuerza la piel de gallina, que crea adicción y que indica que Accidente es un pequeño lujo del que disfrutamos en la escena punk.
«Colze a colze» parece construida con otros mimbres. La banda confiesa haber tenido antes la música, un pelo más lenta que el resto del tono general, que la letra, que escribieron en apoyo a la campaña anti-represiva de ese mismo nombre. Blanca la canta por ello en catalán.
La cara A la cierran con el tema que da nombre al disco, proveniente de la actitud social e incluso de luchas de ego dentro de la escena en la que desarrolla su actividad la banda. Muestra de la tensión que imprimen a toda su música reincide, quizás en exceso, en la repetición del estribillo.
Ese hilo, casi de eléctrica crispación continua de su sonido, es el que prende la chispa para comenzar la cara B con «Lo que importa», que en su letra tiene precisamente de todo eso: «Has salido de currar / hay tensión en el ambiente / ira sin organizar / Dime ¿y si la llama prende?».
Accidente recorre la crítica al machismo institucionalizado como lacra (en un «La mataron» en el que se advierten jugosos detalles de producción), el postureo de radicalismos de pega («Lo que importa es lo que haces, lo que muevas, lo que cambies. Luchar, ofrecer, volver a aprender»), la religión… Y sobre todo no dudan en referirse a la injusticia que supone que tantos luchadores por las libertades, como el Chato Galante al que dedican este disco, hayan muerto sin, no ya el reconocimiento, sino la reparación histórica que supone que su torturador en épocas franquistas, Antonio González Pacheco conocido con su alias Billy el Niño, terminara sus días sin recibir sanción alguna ya que muere víctima de COVID (como el propio Chato) antes de ser juzgado. No por ello dejan de recurrir a la poesía, la ajena (S. Ubargoyen, Lucía Sánchez Saomil) y la propia.
El disco se graba, con todo, sujeto a las dificultades que impuso la pandemia y el cambio del batería. Las sesiones empezaron en marzo de 2019 y no terminarían hasta mayo de 2020.
La edición es otro capítulo aparte a destacar. Carpeta que se abre, con diseño de Mario Riviere (Aerobitch, Muletrain, R.O.B.O., Silla Eléctrica) que dan ganas de palpar, de oler. Letras escritas a mano con mimo… Lo dicho, una pequeña joya.