A Veces Cuesta Llegar al Estribillo

Les puedo decir por la experiencia que tengo ya maltratando teclados y ensuciando pantallas de ordenador, que cuando se trata la obra de un artista veterano y con una dilatada carrera se suele tirar mucho del tópico de “volver a los orígenes”, y empiezo la reseña así porque precisamente esto es lo que Rosendo no ha hecho en esta ocasión. No ha vuelto a los orígenes porque nunca los ha abandonado. Pasan los años y el madrileño sigue fiel a su estilo pase lo que pase ¿el resultado aburre? En absoluto, entre sus seguidores hay incluso más de una generación de diferencia.

En este disco Rosendo nos deleita de nuevo con ese rock crudo, primitivo y clásico, con el trío básico guitarra, batería y bajo que bien llevados hacen disfrutar muchísimo al que aprecia la belleza de lo simple.

Y como a honesto pocos ganan al de Carabanchel, tanto lo bueno como lo malo tiene cabida en este trabajo, lo bueno está muy bien representado en el tema inicial “Mala tiña” con una buena batería y autoritarios acordes, los riffs tajantes de “Amaina tempestad”, la balada “La cera que arde” o la casi pizpireta “Contigo mismo”.

Algún punto flojo también encontramos en el disco, “Tú qué… yo qué” que peca de sosa –aunque es bastante correcta y el solo no desmerece – por no hablar de “Amenaza desastre” que no termina de entrar bien, o la lentísima y extraña “A moco tendido” en la que definitivamente parece que Rosendo ahí andaba un poco perdido.

De todos modos es justo decir que las virtudes del disco superan a los defectos.