“Wendy y la Bañera de los Agujeros Negros” (Aristas Martínez, 2017)
Julio de la Rosa tiene una amplía trayectoria como músico, con El Hombre Burbuja, Fantasma #3, en solitario, o componiendo bandas sonoras como la de «La Isla Mínima» (Alberto Rodríguez, 2014), ganando el Goya a la mejor música original. Como escritor este no es su primer trabajo, anteriormente había entregado la novela «Peaje» (Tropo, 2013) y los libros de relatos «Tanto Rojo Bajos los Párpados» y «Diez Años Foca en un Circo», editados por Chorrito de Plata.
En 2017 llega su segunda novela: «Wendy y la Bañera de los Agujeros Negros» (Aristas Martínez, 2017). En «Peaje» contaba la historia de un cobrador en la cabina del peaje de una autopista, que ante la cantidad de tiempo que tenía a su disposición se dedicaba acostarse con su supervisora y a inventarse las vidas de los conductores. En este nuevo trabajo se repiten varios de los ingredientes que encontramos en su primera novela, como son la mezcla entre realidad y ficción hasta que resulta complicado separarlas, el análisis de las relaciones humanas y su complejidad, y las reflexiones vitales cargadas de profundidad.
Julio de la Rosa presentaba el 13 de septiembre la novela de la siguiente manera: «He escrito una nueva novela. Se llama Wendy y la bañera de los agujeros negros. Va de un chico que se va de viaje con una chica y les pasan cosas. Les pasan cosas para que yo tenga una excusa que me permita hablar de otras. Esta es la cubierta. La bellísima ilustración es de Alice Wellinger. Estoy muy contento también con lo que hay dentro; lo que se esconde tras esas ramas y esos ojos. Es una novela frondosa. Frondosa y divertida. También trágica. Apocalíptica, incluso. Es romántica. Es política. Es muchas cosas. Pero también solo una. Es Wendy. Wendy y la bañera de los agujeros negros«.
«Llevaba puesta esa camisa mía, blanca y gigante, con la que se paseaba por casa. Se había recogido el pelo y sujetaba en la mano un palito que movía de aquí para allá. Trataba de ejemplificar, una vez más, su teoría definitiva sobre el universo. Pero la cuestión es que había muerto hacía más de diez años. Ella insistía en que no era un fantasma. Yo le decía que explicara eso y entonces cogía el palito y empezaba a remover el agua sucia de una bañera abandonada, inexplicablemente, junto a la orilla». Este es el prólogo, que Julio se encarga de musicar en el single de adelanto de su nuevo disco, «El desvarío de un superviviente» –«Hoy Se Celebra Todo» (Ernie, 2017)Añade este contenido-.
Todo comienza con sencillez, Jose viaja con su pareja, Wendy, a Lisboa con la idea de celebrar su cuadragésimo aniversario. Con un ritmo inicial lento, se produce la presentación de los personajes. Wendy se presenta irascible y un con un carácter desesperante, generándose entre ellos constantes discusiones. En ellas Jose termina desconectando,confundiendo realidad y ficción, viendo su yo adolescente en jóvenes que se le acercan… planteándose la duda de si es un espectro o una invención de su cerebro. Los fenómenos imposibles de explicar se suceden, la celebración del cumpleaños resulta agridulce, y la solución pasa por poner rumbo a la playa de Poo (Llanes, Asturias) y posteriormente a Las Hurdes (Cáceres, Extremadura). Es aquí cuando la novela despega y el ritmo se vuelve ágil.
Agujeros negros, las estrellas, la NASA, mensajes encriptados obtenidos por escritura automática, revelaciones casi místicas… La realidad se mezcla perfectamente con la ficción, lo paranormal con lo cotidiano, las ganas de sobrevivir y el amor terminan imponiéndose a la crudeza del día a día. Porque todo está en nuestra mente, el tiempo es relativo y lo que realmente importa es sobrevivir… y el amor de Wendy.
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