Resulta del todo imposible hablar del punk en Canarias sin referirse a Miguel Díaz Díaz «Zurda», guitarrista entre otros, de grupos como Escorbuto Crónico y Guerrilla Urbana, claves en el desarrollo de la escena insular desde los 80. Con los primeros vivió incluso un «exilio» en el País Vasco, a donde acudieron tras salir de Tenerife acuciados por la presión de las fuerzas del orden e instituciones. Una vez allí llegaron a participar en eventos que el paso del tiempo convirtieron luego en acontecimientos histórios como el festival anti-OTAN celebrado en Tudela (Navarra) que congregó a muchos de los grandes nombres del punk rock vasco que empezaban entonces, o conciertos en localidades como Mondragón junto a R.I.P., Odio, Cicatriz, Basura etc..
Tal y como describe en el prefacio de uno de los libros que comentamos aquí, la suya fue opción diferente a la de alguno de sus compañeros de generación: «Buscando dar salida a todo el resentimiento, la mayoría de mis colegas eligieron la autodestrucción. Que descansen en paz. Yo en cambio opté por no dar ni descanso ni paz a los que empujaban hacia el borde del abismo, así que mangué mi primera guitarra eléctrica y monté mi propia banda de punk rock«. Desde entonces se ha revelado como luchador infatigable utilizando como armas la música y la escritura, tanto de letras para sus canciones, como en esta serie de libros.
No es el suyo un estilo fácil de leer. Amigo de construcciones barrocas y recargadas, haciendo guiños a literatura clásica de siglos atrás, plagado de elementos de jerga tanto underground como local, sus textos no son de digestión sencilla, requiriendo de la complicidad y predisposición del lector. Una vez entendidas y admitidas las reglas del juego con las que Zurda articula todo el odio y la rabia liberados en las páginas de sus libros, uno tiene la sensación amarga de que tras sus fábulas y exageraciones hay mucho de una lamentable realidad cotidiana de fondo con la que se ha ido forjando la historia local de las islas. Reconoce su condición de bardo o narrador que no ahorra truculencia alguna al que lo escucha llevado por la convinción de que «vomite lo que vomite (…) siempre se habrá quedado corto«.
Cabría quizás hacer una posible comparación con Evaristo, cantante de La Polla Records primero y de Gatillazo después, y responsable de mucha de la acidez y sorna con la que están escritas la mayoría de las letras de ambos grupo vascos. También él ha encontrado hueco para mostrar en paralelo una vertiente literaria en la que sus seguidores pueden encontrar muchas de las señas de identidad de su trayectoria musical. Así, de forma similar, los textos de Zurda en estas tres obras cortas, muestran a las claras el personal estilo y mala baba que rezuman las canciones de Guerrilla Urbana.
Los Ochenta Pasan Factura, responsables de uno de los mayores esfuerzos por preservar y recuperar todo el archivo sonoro del punk y rock de las Canarias, habilita asimismo en su versión editorial Lágrimas y Rabia, el canal con el que muchos de los protagonistas de esa historia musical dan rienda suelta a su versión narrativa. El capítulo dedicado a La Zurda tiene, a día de hoy, los tres títulos siguientes:
ISLAS CANALLAS
MIGUEL DÍAZ DÍAZ «ZURDA»
LÁGRIMAS Y RABIA, 2007
Comentaban los contertulios del programa de radio que escuchábamos en casa de buena mañana los resultados de una investigación realizada por una universidad española para determinar aquella comunidad autónoma en la que la calidad de vida fuera la mejor. Servían, por lo visto, como parámetros para dicho estudio cuestiones como la facilidad para solucionar trámites burocráticos cotidianos, la gastronomía etc… El caso es que los participantes de dicha conversación radiofónica mostraban su estupor al comprobar que las Islas Canarias no encabezaban esa lista de sitios del buen vivir, quedando reservados los puestos de honor para regiones del Cantábrico. No pude por menos de sonreírme oyendo todo ello, especialmente porque durante esos días andaba enfrascado en la lectura de este libro con el que se estrenaba La Zurda. Y es que, si hay algo que no falta en ninguno de sus textos es la crítica ácida y despiadada para quienes dirigen los designios en el archipiélago, condenando a sus ciudadanos a la que considera el autor una cerrazón mental que ha determinado la vida de sus pobladores.
Así de explícito lo sostiene en el anexo titulado «Canto a la mierda» que hace las veces de cierre de telón: «Me gustaría pensar que esta novelilla aporta un granito de arena, que ayuda en alguna medida a empezar a evacuar toda la porquería con que han infectado la mentalidad del isleño durante décadas y décadas y ello sin acritud…» Y de evacuaciones, mierdas y escatologías están precisamente plagados los textos de Zurda, y este «Islas Canallas» no es una excepción. Explícito si lo exige el guión (y aunque no lo exija) el autor combina por ejemplo en uno las figuras del Rey Midas y la gallina de los huevos de oro, haciendo que uno de los pobres diablos condenado a las mazmorras de la comisaría de Santa Cruz termine defecando heces del metal precioso. Asimismo, y de manera más impactante, hace que sucumba parte de la población de la capital tinerfeña debido a la radiación del material con el que se construye un «churuzo» gigante de escultura con el que conmemorar las milagrosas deposiciones doradas.
Pero el telón de fondo en el que realmente se centra el texto lo pone la descripción de una sociedad local compuesta por dinastías endogámicas que ocupan los puestos de poder en los que se deciden las grandes operaciones económicas y de política municipal. De eso y de las fuerzas del orden que se ocupan de mantener todo inamovible sin importar lo fraudulento de su modo de operar; de las jerarquías eclesiásticas corrompidas solazándose en el fango de las miserias mundanas contra las que predican en sus homilías dominicales. Todo un pequeño manual de viaje con el que documentarse de la historia de este rincón del Atlántico.
POR AHÍ TE PUDRAS
DEVOCIONARIO POR EL PADRE «ZURDA»
LÁGRIMAS Y RABIA, 2009
Enmascarado bajo la supuesta identidad de «padre» fundador de La Iglesia Molestante de los Testículos de Jehová, Zurda presenta una colección de salmos de cuya crudeza previene en el preámbulo con el que los acompaña. Justifica el derecho al exabrupto y vómito incontrolado que ha llevado a la escritura de los mismos con «la evidencia de toda una vida pasada, mascando cristales y tragando los sapos de una sociedad de eunucos que bailan, como la cabra del gitano en las ferias de antañazo, al ritmo del tamboril mediático«. La dureza del contenido de los textos se ilustra, con idea de no bajar la presión sobre el lector, con imágenes y fotografías propias de las portadas o encuadernación interior de cualquier disco de punk que se precie.
La mayor parte de los salmos corresponden directamente a canciones de Guerrilla Urbana, y así hay temas de «Toque a Degüello» (Ja Ja Records, 1992) («Tierra Quemada» y «Matarife love«), de «Palabra de Dios» (Discos Suicidas, 1994) están «Las moscas«, «Guerrilla Urbana» y «Sastrón«; de «Spanish Diarrea» (Discos Suicidas, 1996) («Parasitosis«, «La droga» o «Son la cagada«); de «Bestiario» (Discos Suicidas, 1999) se incluyen «La jauría«, «La consulta de depilación anal del Dr. Hackermann«, «Excrementum crucis«, «Inmigrant song (La mierda seca)«, «Cal viva«, «Inquisición pro-vida«; de «La Venganza de los Pueblos» (Potencial Hardcore, 2003) están «Cleptocracia«, «Los arquitectos del miedo«, «El pudridero» y «Gerontofobia«; de «Microcefalia» (Working Class, 2005) «La mierda que vota al PP«; de «Incendiario» (Los Ochenta Pasan Factura, 2008) están «Reliquias de fe«, «La marcha de los cancerosos en fuck mayor» y «Doctores del fürgol«, mientras que sale incluso una canción del repertorio de Escorbuto Crónico: «Documentación«.
EL TRIUNFO DE LA GOLFERÍA
MIGUEL DÍAZ DÍAZ «ZURDA»
LÁGRIMAS Y RABIA, 2011
Fiel a su estilo, Zurda previene al lector del carácter del libro que tiene entre las manos, situando su potencial peligro de provocación entre las obras cinematográficas de Oliver Stone y las literarias de Irvine Welsh y Anthony Burguess. Ciertamente es un aviso pertinente porque se trata de una historia plagada de torturas policiales, revanchas contra ex agentes de policía desalmados y mucha de la crudeza que el autor suele utilizar para dar rienda suelta al odio y la rabia acumulado.
Inicia la historia el presunto exilio dorado que las Canarias brindan a un criminal de guerra como Josef Mengele que experimenta con simios algunas de sus teorías científicas. Su paso por la isla permite poner en escena la materia prima con la que tiempo después, la pandilla protagonista de las peripecias narradas ya en nuestros días, perpetrará uno de sus golpes. Ficción exacerbada para desarrollar en realidad muchos de los parámetros con los que Zurda libra una cruzada sin final contra esa encrucijada de fuerzas represoras y represivas que determinan los destinos, en este caso particular, de los habitantes de las islas.
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