Muchas pasas. Pasas por todas partes. Se pasan con las pasas. A la mínima que te distraes, te aparecen en algún plato. Hasta se les ha ocurrido meterlas entre las bolsas de kikos. Ya lo escenificó, a su manera, Sheldon Cooper en un capítulo de Big Bang: Amy le prepara con cariño sus galletas favoritas, y él, con la apabullante falta de tacto que le caracteriza, le devuelve un “Tú lo llamas amor, pero tiene un montón de pasas”.
Lo de los alimentos ricos en fibra es una de esas letanías de los nutricionistas. Ya se sabe, la fibra alimentaria, además de mantener la flora intestinal —ya es capricho llamar flora a todo eso que vive y convive en el intestino—, empuja, da espesor y conduce al baño. Los espárragos, como las pasas, son otro de esos remedios para avivar el tránsito. Verdes o blancos, no importa; los mismos brotes a dos colores, todo depende de si han crecido o no
recubiertos de tierra para que no les dé el sol, espárragos albinos como ratones de laboratorio que nunca hayan visto la luz natural.
Javier Carrasco es alto y delgado; definitivamente alargado y, por qué no decirlo, de figura esparragada. Pero de las de yemas verdes, porque es persona radiante, soleada. Tiene el don musical de esparcir esos rayos luminosos allá donde colabore, en el ya casi incontable número de bandas en las que ha participado o participa, bien grabando o acompañándolas en directo.
Remedando a Astrud, hay un hombre en España que lo toca todo, y ese es él.
Su proyecto personal se llama Betacam, que con «Mítico» (Intromúsica, 2018)Añade este contenido ha emergido del subsuelo llamando la atención de más medios y de algo más de público del que tenía hasta ahora. Claro que describir Betacam como un proyecto ‘personal’ se queda corto. Betacam es él y sólo él con sus sintes, algo estrictamente individual, lo cual engarza en el hilo de esta historia, pues los espárragos, aunque los veamos en manojos en los mercados, afloran de uno en uno. En «Mítico» hay una decena de ellos, gruesos, jugosos, sin hebras, cojonudos. Diez canciones que no son fácil botín para el olvido, sino que permanecen y reaparecen en tu mente. Emocionan, alegran, hacen que te sientas identificado. Son retratos de la edad adulta, cotidianos, agridulces, tuyos. “Otras chavalas”, por ejemplo, es una de las declaraciones de amor más
honestas que uno haya escuchado. O “Rey Sol”:
Te quise dar calor
como si fuese el sol.
Creí ser suficiente, pero no,
de pronto me apagué.
En el fondo «Mítico» es un disco romántico, que es algo que no se dice quizá por miedo a resultar cursi o como si ello llevase implícita una connotación negativa. Es romántico en cuanto que habla de los sentimientos que nos asaltan en las relaciones amorosas y los efectos secundarios que conllevan, de cómo nos engullen sus contradicciones.
Twitter: @goghumo
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