El punk no tiene necesariamente que volverse siniestro para poder recubrirse de tonos oscuros. El viernes y sábado pasados hubo ocasión de comprobarlo en el festival organizado por La Corporación, esto es, los miembros de La URSS, en Madrid. El cartel repartía a seis bandas en dos pases, uno con Silla Eléctrica, Über y Belgrado y otro, al que acudió un servidor, con Obediencia, Sudor y la propia URSS. La coloración blanquinegra del sello-colectivo organizador en posters, pasquines y emblemas daba la estética adecuada para la ocasión.
El lugar de la celebración escogido fue el Rock Palace, sala por la que muchos grupos han apostado abiertamente en esta nueva etapa. Reconocen en sus instalaciones las horas de ensayo y actuaciones pasadas y no dudan pues en apoyar su relanzamiento como centro neurálgico underground de la capital con su participación y, en muchos casos, organización de eventos como este. El público además parece irse adaptando con naturalidad a los usos de la sala, como el de empezar casi por sistema una media hora (como mínimo) más tarde de lo anunciado las actuaciones, lo que en ocasiones le permite compaginar conciertos en otros puntos de la ciudad o despachar tranquilamente una última cerveza con las mismas bandas en bares de las proximidades. El sábado se vivió una buena entrada, con nutrida audiencia, de la que además, hubiera sido posible, de haberlo organizado con tiempo, haber juntado en el escenario a otras cuantas bandas de la capital. Formación había al menos para haber visto por ejemplo a X-Prays, Juanita y los Feos y los ya separados Coprolitos.
Empezaba el concierto con Obediencia, a los que tenía ganas de ver en directo tras haberme quedado irremediablemente enganchado a las canciones del que es, hasta la fecha, su único sencillo. Comprobé con satisfacción que la solemnidad y oscuridad registrada en los surcos tiene su debida proyección en vivo. La suya fue la apuesta menos salvaje de la noche, pero no por ello la menos intensa. Ver a Joana concentrada en las letras y el micro puede llegar a poner los pelos de punta. Tanto como escuchar “Edificios”, una canción redonda. Víctor, el guitarra, nos contaba que en estos días se meten a grabar nuevos temas, una noticia sensacional. En su concierto del sábado mostraron en varias ocasiones cómo se construye una canción a partir de bajo y batería mientras que la guitarra teje atmósferas de intriga alrededor. Promete Obediencia y su actuación me dejó con ganas de mucho más.
Sudor era quizá la mayor incógnita, porque tan sólo tenía referencias cruzadas de sus giras con La URSS. Dejaron clara, casi desde principio, su contundencia, a pesar de presentarse en formación de tres. Se adueñaron de la media luna que el público dejaba despoblada frente al escenario, instalando allí micros y cableado para ejercer política de tierra quemada. Hacía tiempo que no veía en acción cintas de guitarra claveteadas de pinchos. Sus querencias por la caña dura de otros tiempos, en lo que contaban de chicas a las que no entiende el resto de la sociedad o del futuro en manos exclusivamente de los viejos, levantaron comparaciones con mitos como Eskorbuto o Cicatriz. A mi me venía a la mente un ejemplo en las antípodas (geográficas), los australianos Cosmic Psychos, que siempre me sirven de referencia válida para contundencias sin fisuras como las de Sudor.
El final de fiesta se había programado con la presentación del nuevo disco de La URSS, su “Sonidos de Un Derrumbe” (La Corporación, 2012), pero como explicaba su cantante, Áfrico, micro en mano, no pudo ser y no hubo copias físicas que llevarnos a casa. Los andaluces están muy bien en directo. Se muestran muy rodados sobre las tablas y presentan los epilépticos espasmos y continuo ir y venir sobre el escenario -y fuera de él- de Áfrico como foco principal de la atención directa del oyente. Me suenan las nuevas canciones algo menos oscuras de lo habitual, como queriendo apuntar a un rock algo más limpio. Por el momento, y hasta que se haga el rodaje necesario con el que atrapar a los seguidores, son los temas clásicos, como los de “La ira empieza en casa”, “Europa” o “Fuengirola”, los que más excitación desatan en las primeras filas. Concierto breve pero muy intenso. La URSS sigue dando muestras de una rabiosa actividad que ni la dispersión geográfica en la que viven sus componentes parece poder mermar. Tienen ya en agenda nueva gira norteamericana para presentar la edición para aquel mercado del nuevo disco. Larga vida pues a La Corporación.
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