La interpretación del deseo siempre es problemática. Sobre todo porque a veces el deseo se divide, y divide así al sujeto en dos, le parte por la mitad y cada una de esas mitades le lleva a un sitio distinto. ¿Amar o no amar? ¿Ser o no ser? ¿Qué es lo que nos impide contestar esas preguntas? La enigmática “Más mañanas”, de La Estrella de David, me sugiere a un Hamlet del Baix Llobregat, inmovilizado por su deseo y paralizado por la duda. Será en los sueños, como apuntaba Freud, donde encontraremos las pistas para interpretar los deseos reprimidos.
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