HISTORIAS PERDIDAS: AEROPUERTO

HISTORIAS PERDIDAS: AEROPUERTO

Era abril de 1998 y en la calle Velarde del barrio madrileño de Malasaña no se hablaba de otra cosa, era el primer fin de semana tras la salida de «Una Semana en el Motor de un Autobús» (RCA, 1998). Los Planetas habían vuelto a cerrar un LP con una canción de más de nueve minutos, y qué canción. «Por lo menos tendré la certeza, de que existo, de que puedo decidir…», repetíamos sin parar.

«Desde ahora, HASTA EL DÍA QUE ME MUERA!»… ¿Sería el nacimiento de un nuevo himno generacional?, nos preguntábamos.

Cuatro días después, en un Continente (ahora Carrefour) me compré el «Pop» (RCA, 1996), que aún no lo había escuchado. Allí estaba ese precioso CD de portada rosa, en el carro de la compra, entre paquetes de embutido y detergente para lavadoras. Al volver a casa solo tenía quince minutos para cambiarme y marcharme. Como por aquel entonces no tenía discman (ni yo, ni nadie), nada más entrar por la puerta puse a grabar el CD en una cinta para poder escucharlo en el metro; grabé la primera canción y luego salté a la novena, para hacerme una pequeña idea de lo que sería el final del disco y para ver si terminaba con una «Caja del diablo» o con una «Copa de Europa» (como todos sabéis el «Pop» comienza con «db», un tema de nueve minutos y termina con «Punk», de minuto y medio).

Han pasado trece años ya y aún lo recuerdo con claridad. Estar semi tumbado en los tres últimos asientos del vagón del metro, terminada «db» y sus estimulantes últimos cuatro minutos de magia sónica, comenzó «Aeropuerto». Recuerdo subir el volumen y no entender ni una sola palabra de la estrofa, recuerdo el pelotazo, el cambio de intensidad del estribillo: «Siento que no te quiero, no importa», la vuelta a la estrofa ininteligible, las entradas ridículas de la batería… Pero, sobre todo, recuerdo la piel de gallina y el escalofrío en mis brazos, el pensar que esa canción era especial, jodidamente especial, me decía a mí mismo mientras rebobinaba una y otra vez para poder volver a escucharla con la esperanza de poder rescatar una a una las frases de esa maravillosa letra.

«En el sitio en que vivías, cuando estábamos saliendo, escuchábamos aviones despegar, aunque estábamos muy lejos.»

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