Gino Capella

Gino Capella

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El rocker manchego

Como ocurrió en Estados Unidos y otros países, también muchos de los primeros rockers españoles nacieron en provincias del sur alejadas de las grandes urbes. Justo en el centro de La Mancha, concretamente en Quintanar de la Orden (Toledo), vino al mundo Vicente Iniesta Molina, que ya de niño, en su pueblo, mostró aptitudes para tocar la guitarra y cantar.

A mediados de los 50 se traslada a Madrid para terminar el Bachillerato y poder ingresar en la Escuela de Periodismo (entonces estos estudios no tenían aún rango universitario). En la capital, se matricula en su Conservatorio y compagina la música y los estudios, que lo llevan a Radio Juventud, de la Cadena Azul del Frente de Juventudes, donde realiza cursos y prácticas de locutor, guionista y montador, coincidiendo con otro chavalín llamado Luis del Olmo. Entre tanto forma un dúo llamado Los Dos de Oro junto a su amigo Antonio Moraleda. Cantan en plan aficionado boleros y canción italiana.

Pronto se queda solo y decide tomarse más en serio su carrera musical. Lo primero que había que hacer era examinarse para obtener el carnet de profesional. Aquel día se presentó en el teatro con su guitarra eléctrica nuevecita y en los pasillos tropezó con otro muchacho.

– No serás tú, José Luis, ese de José Luis y su guitarra, le preguntó.

– No. Yo soy Kurt Savoy y vengo también a examinarme.

Vicente y Kurt fueron aprobados por un tribunal en el que figuraba, entre otros, Antonio Molina. Ya era profesional. Escribía antes que Vicente Iniesta había nacido en Quintanar de la Orden; sin embargo, Gino Capella nació en un taxi madrileño. Y es que existía un famoso taxista capitalino que se dedicaba a montar actuaciones en pueblos cercanos. Como Vicente entonces cantaba lo que estaba de moda y lo que estaba de moda eran las melodías de Marini, Carosone y Modugno, el taxista lo bautizó ipso facto con el italianizante nombre de Gino Capella. Ese fin de semana debutó en Torrelaguna con un caché de 150 pesetas.

Hizo de todo. Cantó en los bares para militares americanos de la calle Desengaño, tras el edificio de la Telefónica; trabajó en orquestinas que amenizaban bailes y bodas en hoteles como el Wellington. Como cantante de una de estas orquestas inauguró el primer hotel que se abrió en Marbella, cuando allí no había más que pescadores. Aún recuerda aquel evento con artistas como Conchita Bautista, Los 3 de Castilla y otros. Lo que ocurrió es que el público no acudió y para rentabilizar el viaje pasaron el show al teatro Cervantes de Málaga.

Pero sus inicios melódicos dieron paso al rock and roll, siendo uno de los primeros cantantes en abrazar el nuevo ritmo made in USA y su derivado más light y menos pecaminoso, llamado twist. Ahí va a cambiar su suerte. Actúa en aquella televisión de cartón piedra que se hacía en el Paseo de La Habana. Se convierte en asidua estrella invitada de los programas radiofónicos “Gran Vía” y “Conozca sus Vecinos”, por los que pasan como aspirantes unas niñas llamadas Rosalía y Ana Belén, cuando todavía se llamaba Pilarín Cuesta y con trece años se fumaba las clases para acudir a la radio a solicitar autógrafos y fotos a los artistas que pasaban por allí.

Ficha como artista exclusivo de Embarcadero Club, una sala de fiestas que estaba cerca del Puente de Praga. Son los primeros 60. Allí se despepita cantando “Pera madura”, “Popotitos”, canciones de Elvis traídas al castellano y algunos temas compuestos por él mismo. Como el citado club daba actuaciones solo en las tardes de los fines de semana, Vicente aprovechaba para actuar por la noche en salas de la cadena Consulado y en el mítico Pasapoga, en los bajos del cine Avenida, en el número 37 de la Gran Vía madrileña.

Unas veces él solo, conectando su guitarra y su micrófono a un pequeño amplificador o al equipo de sonido de la sala y otras veces, cuando el dinero alcanzaba para ello, haciéndose acompañar por Los Sagitarios, Gino seguía demostrando su habilidad para el rock, el twist, el madison y otras perversiones sesenteras.

Por fin, la casa Fonópolis, propiedad de Anibal Arias, cuyo director artístico era Leocadio Machado, locutor de Radio Nacional, lo contrata para un disco. “Gino Capella y sus Twisters” (Fonópolis, 1963). El disco se graba en el salón de actos del instituto Ramiro de Maeztu y se publicará en septiembre de ese año. Aquellos Twisters del título no eran otros que buena parte de Los Sonor más algún músico de Los Tifones, que andando el tiempo serían Pop-Tops. Un disco ciertamente interesante y bastante mejor que la media de lo que se grababa por entonces. En él, Vicente incluye un tema propio: “Frenético amor”, un trallazo rítmico que es de lo mejor de aquel EP.

Aunque la mayor parte de su carrera la va a desarrollar en Madrid, en los veranos actuaba con asiduidad en el norte de España y en La Mancha. Actuó en Toledo, en Ciudad Real, en Albacete, en muchos pueblos de la región e incluso en Puebla de Almoradiel, a 6 escasos kilómetros. de su localidad natal; sin embargo, por decisión propia jamás actuó en el pueblo donde había nacido. Por entonces, los bailes de feria tenían lugar en bodegas que rivalizaban por atraer al público joven y no tan joven. Otras veces eran campos de fútbol, plazas de toros o simplemente en la plaza mayor donde se desarrollaban aquellas actuaciones.

Gino Capella coincidió con otros cantantes de corte similar, de los que era a un tiempo rival -para no defraudar a las fans- y amigo entrañable con los que compartió penurias y alegrías. Recuerda especialmente a Luis Neil, que grabaría discos con este nombre y con el auténtico de Luis Recatero, pero que sobre todo sería conocido por haber sido un efímero marido de Massiel. Otros compañeros de fatigas fueron Ontiveros, de estilo muy similar al de Gino, Víctor PontiAñade este contenido, Kurt Savoy y Mike Ríos, que alguna vez le dijo: “Tú tienes la ventaja de tocar la guitarra eléctrica. Yo no sé qué hacer con mis manos”.

Fonópolis dio largas a un segundo EP que nunca llegaría a materializarse, a pesar de lo cual no le faltaba trabajo, llegando a telonear a figuras como el astro francés Sacha Distel, en la época que era pareja del mito erótico Brigitte Bardot. En su momento álgido llegó a cobrar la nada desdeñable cantidad de cuatro mil pesetas por cantar en televisión. Ya entrados los 60 formó parte de varios espectáculos de variedades en los que aportaba el número moderno a compañías de artistas copleros que tenían como meca el Teatro Calderón y que también giraban por provincias. Poco a poco fue bajando el pistón, hizo algún pinito como actor televisivo y por un tiempo compaginó los negocios de hostelería con algunas actuaciones cara al público, como entonces se denominaban. Montó alguna barra americana y alguno de los primeros bingos de la capital.

Ya en los 90  con cincuenta años cumplidos,  afrontó un doble proyecto largamente aplazado. Regresar a su pueblo  y dedicarse en cuerpo y alma al periodismo. Hoy es corresponsal de la agencia EFE en la región de La Mancha y no existe evento en la zona que no cuente con su presencia, siempre con su máquina fotográfica colgada al cuello y su bloc de notas en ristre como los reporteros de pura cepa. Pocos conocen en su propia tierra que él fue uno de los primeros rockers españoles.

Nos queda únicamente sus recuerdos y un microsurco con cuatro canciones, que nos muestran un cantante que sabía muy bien cogerle la medida al rock y al twist. Un microsurco que casi medio siglo después de su grabación sigue guardando el aroma de los viejos rocanroleros y que tras escucharlo, uno lamenta que no tuviera continuidad. Vicente falleció en su localidad natal en 2021.

Álbumes:

Larga duración:
No existen álbumes de larga duración relacionados a este grupo.
Corta duración:

Gino Capella y sus Twisters

1963

Grabaciones realizadas en el salón de actos del instituto Ramiro de Maeztu con Jorge Matey en la batería, Carlos Guitart...

Recopilatorios y directos:
No existen álbumes de recopilatorios y directos relacionados a este grupo.
Reediciones:
No existen álbumes de reediciones relacionados a este grupo.

Grupos:

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