La primerísima formación de Vulk tenía, allá por el 2012, a Julen Alberdi a la guitarra, Andoni de La Cruz al bajo y a Xabier a la guitarra melódica. Ensayaban en casa del primero. Los dos primeros se conocieron en la universidad, donde además colocaron un cartel buscando a quien pudiera ocuparse de las baquetas. Quien lo lee y termina haciéndose con el puesto es Chavi Marco.
La cuestión del nombre se resuelve en una “de esas conversaciones borrachos”, nos cuentan. Xabier tenía la afición de volcar contenedores, tocaba jazz con su trompeta y le gustaba John Coltrane. De la asociación del nombre del músico norteamericano, el de Kurt Cobain, el “volcar containers” y “vulk contrain”, terminan barajando la posibilidad de quedarse con un nombre. Y si finalmente había que elegir entre Vulk y Vulk Contrain…
Para su debut en directo el grupo se presenta en formato de trío, con Andoni al bajo y la voz, Julen a la guitarra y Chavi Marco a la batería. El concierto fue en el Nébula de Pamplona “en algún momento del 2012”, recuerdan. Fueron la única banda que tocó aquella noche, de la que nos cuentan alguna de las anécdotas que vivieron: “Julen llevaba manga larga debajo de la camiseta de manga corta. Aída, la novia de Chavi estaba embarazada de Carla, y Andoni tuvo que mandar parar el pogo que se formó por ello”.
Al poco tiempo Andoni siente la necesidad de dejar el bajo, del que pasa a encargarse Alberto Eguíluz, y se centra en cantar acompañándose ocasionalmente de una guitarra rítmica.
Comparados con frecuencia con The Fall o Wire por sus maneras de post punk , el caso es que otros creían percatarse más de la potencia de sus directos, que por tierras vascas siempre hacían pensar en las virulencias de épocas radikales pasadas.
Y muchos quisieron ver precisamente en su debut discográfico, “Beat Karmerlanden” (Meyo / Elsa, 2017), la plasmación en vinilo toda esa intensidad desplegada en sus actuaciones. Pero los vascos, poco amigos de las concesiones, se apresuraban a desmentirlo en la entrevista que les hacían en Mindies: “La verdad es que con este disco no, desde luego. Incluimos las canciones que llevábamos tocando en directo mucho tiempo y quisimos darle una forma distinta a los temas, incluyendo capas que antes no había”. De todos modos, admitían que la revisión de las canciones en el estudio había permitido el replantearlos de manera distinta de cara a las siguientes actuaciones del grupo, añadiéndoles detalles adicionales.
El disco vería la luz de la mano del sello bilbaíno Meyo y del donostiarra Elsa, tras los cuales están sus amigos Elías y Alex, respectivamente. La grabación del mismo la realizaron a lo largo del 2016 en varios estudios: los Montreal Studios en Subiza (Pamplona) de la mano de Hans Krüger, en los Estudios Pan-Pot en Romo (Getxo) con Alberto Macías y en Ibero Sound Machine en Navarra con Pablo García. Para la masterización acudieron a los Kadiornia Mastering de Mario G. Alberni en el Puerto de Santa María (Cádiz).
Desde el principio se hizo evidente que la música de Vulk no seguía patrones convencionales. La elaboración de las canciones eran el resultado de un original proceso de complicación y detallismo. ¿Un esfuerzo consciente con algún origen concreto?: “Supongo que desligarnos del sonido de bandas que teníamos hasta el momento, quizá con estilos demasiado determinados. Aunque al final acabamos haciendo algo que no paran de enmarcar bajo la etiqueta del post-punk. Al comienzo era más como un juego, buscar armonías que nos resultasen llamativas, diferentes”, responden. A pesar de las protestas por el etiquetado, el caso es que admiten en sus influencias en sus comienzos de bandas cercanas a esas latitudes sonoras: “Al principio de Vulk lo que más escuchábamos eran los primeros álbumes de The Cure, Joy Division, Warsaw… Más tarde llegamos a Wire, Gang of Four, Fugazi, Minutemen…”
Cuando su segundo disco, “Ground for Dogs” (Elsa / Meyo, 2018), vio la luz, hubo quien preguntaba si los aires de cambio que se sentían tenían algo que ver con alguna suerte de evolución para quitarse de encima esa posible etiqueta post-punk. Pero ellos se revolvían rápidamente aclarando que la posible novedad en su sonido era resultado de “una onda más retorcida, que es como nos gusta jugar con la música”, y que en realidad no percibían evolución alguna: “Siempre tratamos de hacer lo que queremos”.
Para su grabación, realizada entre noviembre y diciembre de 2017, el grupo visitó dos estudios diferentes: Además de repetir en los Montreal Studios de Subiza (Pamplona) donde grabaron los temas «Back to Night Fight», «A poison tree» (canción con letra extraída de Songs of Experience de William Blake (1794)), «At the wet columns» y «No muscle», van a los Estudio Brazil en Rivas-Vaciamadrid para grabar el resto, «Neu vision», «Behiaren begirada», «Urak errenditu» y «Second heat», trabajando con Javier Ortiz Fulton asistido por Marcos Bandera fue grabado en. La masterización fue cosa de April Golden (Golden Mastering)
Un trabajo con ocho canciones con evolución y desarrollo interno impredecible, que se van retorciendo por vericuetos inesperados. Y es que, como le respondían a Kepa Arbizu en El Giradiscos, cada canción partía de una base inicial que se va deformando: “Canciones sencillas que se vuelven las más complejas, las tranquilas se vuelven agresivas”. Igualmente reconocían haber forzado entrecruzamiento de guitarras.
Vulk extendía además el experimento probado anteriormente en alguna de sus primerísimas canciones en la que se combinaba euskera con inglés, decantándose por la lengua de la tierra para las letras de dos de los cortes.
El grupo atesora ya para entonces una dilatada experiencia de actuaciones. Parecen incluso tener sus preferencias en cuanto al marco en el que mejor se desenvuelven: “En una sala con luz apagada estamos más a gusto que en un festival a las cinco de la tarde con el sol de cara y la gente con la modorra, la verdad”.
A mitad de 2018 se produce un cambio en la batería: sale Chavi y entra Jangitz Larrañaga, al que conocían por ser un espectador asiduo a los conciertos de la banda. A la hora de explicar el reemplazo a las baquetas nos mencionaban la diferencia de edad de Chavi con respecto al resto: “Chavi nos sacaba unos años; su vida era más exigente para compaginarla con giras, grabaciones, ensayos”. Para la edición del nuevo disco ficharían por el sello Montgri, puesto en marcha por Cala Vento, a los que conocen bien, y que también contaba en su catálogo con, por ejemplo, los andaluces Lagartija Nick.
Su siguiente trabajo, “Vulk ez da” (Montgri, 2022), lo graban en directo y analítico en el Atala Estudioa (Bera, Navarra) con Íñigo Irazoki. El proceso se vio afectado por la pandemia que trajo el COVID: “El confinamiento paralizó de pleno el proceso de grabación justo cuando le tocaba el turno a las voces”.
El nuevo disco siente el cambio de batería, teniendo el grupo una manera nueva de hacer su música: “De pronto teníamos más tiempo para trabajar las canciones en el local”, decían en la entrevista que les hicieron en el número de enero de ese mismo año en la revista Ruta 66. De esa manera lograban “otra fluidez, más empaste”.
Comentaban igualmente en la misma entrevista, haber experimentado a la hora de componer algunos de los temas. Por ejemplo, con «Agurra»: “Salió de escuchar otra canción mientras rebobinábamos la cinta, escuchábamos la melodía al revés y nos gustó”. Y es por ello por lo que pidieron a Íñigo, el técnico que les asistía en la sesión, que la grabara así, escuchada del revés. Alberto indicaba además: “A eso le añadimos un ritmo de batería que grabamos con micrófonos de contacto que a su vez pasaban por efectos y salían por amplificadores de guitarra, consiguiendo ese sonido roto”.
La apuesta por el euskera es firme. Alberto explicaba el porqué de la misma: “De repente, el euskera hacía el mensaje más directo, quizá por la naturalidad con la que lo hablan Andoni y Jangitz. Cantar en un idioma que no es el propio, el inglés en este caso, te puede hacer caer en lugares comunes y despersonalizar tu mensaje”.
El grupo tiene claro que la nueva entrega suponía un importante cambio. Alberto lo comenta así en RockZone: “Para nosotros no es un paso más, es un montón de pasos pequeños tanteando el terreno, sin miedo a retroceder si es lo que toca”.
Han pasado por varios locales de ensayo: estuvieron alquilando espacio por horas en Bilborock, luego a la Alhondiga de Gazteluendo en Rekalde: “De ahí nos fuimos a Bolueta, de Bolueta al centro de Bilbo en la calle Costa, y de ahí hemos vuelto a la Alhondiga”.
Son varias las bandas con las que dicen tener un vínculo especial. Nombran a LukiekAñade este contenido, Joseba Irazoki eta LagunakAñade este contenido, Belako, Willis Drummond, La Plata y, via el sello Montgri a Cala Vento.
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