Se han dado bastantes casos de estrellas de la gran pantalla que han intentado, casi siempre con escasa fortuna, saltar del celuloide al vinilo. Normalmente se trata de actrices. Por citar sólo españolas, encontramos a Conchita Velasco, Elvira Quintillá, Victoria Abril, María José Cantudo… También ellos han probado suerte en el mundo de la música y es ahí donde nos encontramos con Vicente Parra Collado.
Nacido en el pueblo valenciano de Oliva en 1931, pronto encaminó sus pasos hacia Madrid y hacia los escenarios. A los 18 años ya formaba parte de la compañía de Luis Prendes. Enseguida llamó la atención su elegancia, debutando en la película “Vuelo 971” (1953) de Rafael J. Salvia. Compagina cine y teatro con producciones de poco relumbrón. Su primer protagonista lo hace en “El Expreso de Andalucía” (1956) de Francisco Rovira Beleta. Antes había compartido cartel con Antonio Molina en “El Pescador de Coplas” (1954) de Antonio del Amo.
Su consagración vendría con el papel de Alfonso XII en “¿Dónde Vas Alfonso XII?” (1958) de Luis César Amadori y su secuela “¿Dónde Vas Triste de Ti?” (1960) de Alfonso Balcázar. Esas películas lo convierten en el galán por excelencia del cine español, un auténtico número uno en su profesión. Su cara llena las revistas de la época y Vicente aprovecha el tirón para adquirir un lujoso piso en la Gran Vía madrileña, cerca de Plaza de España, dónde viviría por mucho tiempo. El personaje real marcará ya toda su trayectoria.
En el cénit de su fama es tentado por la industria musical. Debuta con un EP, “Vicente Parra Canta Para Usted” (Hispavox, 1960), encabezado por el cover de “Venus”, el monumental éxito mundial del pasteloso Frankie Avalon. El resto del disco está ocupado por temas de compositores españoles, siempre en clave de canción melódica. El nuevo cantante demuestra poseer una voz bien timbrada y de muy corta extensión. El disco queda como una ocurrencia de improbable continuidad. Y en cambio el cine se iba a empeñar en demostrar lo contrario. A las órdenes de Rafael Gil rueda en 1961 la película “Cariño Mío” y ahí Vicente va a cantar la canción que da título a la cinta y que aparecerá en el EP “Cariño Mío / Te Tengo que Encontrar / El Príncipe Azul / Con las Manos Vacías” (RCA, 1962). Este segundo microsurco, cargadito de boleros, va a venderse mucho mejor, convirtiéndose en un hit en aquellos albores de la música moderna en España. Poco después protagonizaría la versión cinematográfica de “La Verbena de la Paloma” (1963) de José Luis Sáenz de Heredia, donde cantará varias canciones que no aparecieron, que sepamos, en disco alguno.
Su mal disimulada homosexualidad va a jugar en su contra y oscurecerá su carrera artística en una época dominada por la machorrería rampante. Sus películas van a espaciarse y a perder entidad hasta casi desaparecer a finales de los 60. Bardem lo recuperará para “Varietés” (1971) como partenaire de Sara Montiel. Luego vendrá la muy premiada y poco conocida “La Semana del Asesino” (1972) de Eloy de la Iglesia.
Muchos años después de sus escarceos discográficos, volverá al redondel negro con “Yo que He Sido Rey…” (Diresa, 1976), cantando y recitando temas compuestos para él por Manolo Galván y Juan Pardo. Canciones de cuidadas letras, escaso calado melódico e interpretación con ciertos ribetes de cantautor.
En los 80 volverá al teatro alejado ya de sus habituales papeles de galán, interpretando a autores tan dispares como Miguel Mihura, Jacinto Benavente o Graham Greene. Su última obra sería “El Pícaro” (1992) de Fernando Fernán Gómez. También se despediría del cine, diecisiete años después de su anterior trabajo, con “Tranvía a La Malvarrosa” (1996) de José Luis García Sánchez. Sería un pequeño papel coral para una gran figura que fallecería poco después, el 2 de marzo de 1997. En cuanto a su carrera musical, no pasó de ser una anécdota intermitente. Evidentemente no era lo suyo, aunque sus primeros discos soportan una escucha, cosa que no puede decirse de todos los actores españoles o extranjeros que en un momento dado se agarraron al micrófono.
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