Como casi todas las de la época, la historia se inicia con un adolescente que escucha la radio -los tocadiscos eran un lujo inalcanzable para las familias obreras- y sigue con atención las canciones de Elvis Presley y de Paul Anka. El muchacho de la radio es Antonio Vilaplana, vive en Sabadell y desde los 14 años trabaja en una fábrica textil. Sus compañeros de trabajo le animan a presentarse a un concurso de Radio Sabadell, donde llega a finalista, clasificándose para cantar en Radio Barcelona. Allí el locutor Joaquín Soler Serrano le descubre e intercede por él, logrando que la recién creada Vergara, que anda a la busca de nuevos artistas catalanes, le proponga grabar un disco.
Con solo diecisiete años Tony Vilaplana graba en noviembre de 1962 cuatro canciones con un equipo portátil que se instala en el local de ensayos del orfeón del barrio de Gracia, en Barcelona. Una idea de cómo se trabajaba entonces nos la da el dato de que se instaló un micrófono en la habitación de al lado para recoger el sonido del propio local y así conseguir un cierto efecto de eco. La canción principal del EP es una versión cantada del “Sueño de amor”, de Liszt, a ritmo de twist. Del resto del disco, lo único conocido es el cover español de “Retiens la nuit”, uno de los primeros hits del ídolo francés Johnny Hollyday. El disco se distribuye solo en Cataluña y pasa desapercibido. A Madrid llegan unos ejemplares por correo a las emisoras y en el resto de España, nada de nada.
Ya en 1963, graba su segundo EP, que contiene como tema principal una buena versión de la bossa nova “Eso beso”, compuesta por Paul Anka. Este disco ya es mejor distribuido y da a conocer a Tony Vilaplana por todo el país, El joven cantante es reclamado para actuar, pero carece de grupo de acompañamiento, pues los discos han sido grabado por músicos de conservatorio bastante alejados de los gustos del bullanguero público adolescente. Busca por Sabadell y forma un grupo con músicos locales de su edad. Claude (guitarra), Santi (bajo), Jacky (batería) y Claudio (piano) que pronto serán bautizados como Los Teen Stars. Con ellos se lanza a numerosas actuaciones en fiestas patronales y universitarias. El equipo era otro problema, sobre todo cuando había que hacer dos actuaciones en un mismo día, ya que el amplificador de bajo consistía en un altavoz de 25 pulgadas dentro de un deposito cilíndrico de uralita, que era preciso trasladar de un local a otro. Estos apaños caseros eran habituales en los conjuntos principiantes de los primeros 60.
A pesar de todas las dificultades, 1963 es un año trepidante en el que Tony y su gente van a grabar cuatro discos y va a presentarse en el Festival de Benidorm, en el que llegara a la final con “Chavala twist”. Entre tanto, va a marcarse pequeños éxitos locales con canciones como “A mi edad” o “Il tangaccio”. Tony incluye en sus actuaciones numerosas versiones en catalán de canciones americanas e italianas, pero graba en castellano.
En septiembre de 1963 va a registrar uno de los primeros discos -tal vez el primero de todos- de rock y twist en catalán con cuatro temas que ya antes había grabado en castellano. Algo que hoy parece inocuo, pero que en aquel momento era comercial y políticamente absolutamente incorrecto, sobre todo porque no se trataba de un airado universitario o de un grupo folclórico los que lo hacían, sino que semejante atrevimiento procedía de un muchacho de dieciocho años que se dedicaba a la canción ligera.
En 1964 va a sacar sus últimos discos con la casa Vergara con el superversionado “Chariot”, canción procedente, vía Francia, del éxito de Petula Clark «I will follow him» y “Largas noches” como pistas principales.
Ya en 1965 va a pasar a otro sello catalán, Concentric, con el que grabará varios microsurcos bajo el apelativo de Tony, pasando al catalán los éxitos foráneos. Estos postreros discos se distribuyen solo en Cataluña y constituyen hoy rarezas discográficas inencontrables, incluso para los sabuesos de lafonoteca.
En 1966 a Antoni le toca hacer la mili y esto, unido a su falta de proyección nacional, va a contribuir a poner el punto final a su carrera musical. Tony Vilaplana fue uno de los pocos cantantes solistas en un momento y un estilo que parecían patrimonio exclusivo de los conjuntos. Su voz juvenil y fresca, su desenfado y su guapeza pudieron hacer de este humilde sabadellense una de las figuras de la canción española si hubiese tenido detrás una discográfica que lo hubiera cuidado mejor, espaciando y promocionando sus discos a nivel nacional y eligiendo con criterio el repertorio.
Tony nos dejó para siempre en su Sabadell natal en octubre de 2017.
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