Rodrigo, cuyo nombre completo es Rodrigo García Blanca, nació en Sevilla en 1947. A la edad de seis años, en 1953, comienza sus estudios de violín en el Conservatorio, estudios superiores que finaliza en 1963. Cuando acaba la carrera de violín (lo que hoy en día denominamos Grado Superior) ya toca otros instrumentos como la guitarra o el piano, y canta y realiza sus primeras composiciones. Su familia se traslada a Colombia en esa época, donde Rodrigo forma el grupo Los Speakers, que desarrollan su actividad de 1964 a 1968, y que serán una celebridad nacional, primero con una etapa más beat y ye-yé y luego con discos más experimentales y psicodélicos. Su último album será celebrado como una de las maravillas de la psicodelia en America, un álbum experimental autoeditado por el grupo. Desgraciadamente, el éxito no acompaña al grupo en este último disco.
De vuelta a España en 1969, realiza el servicio militar y se introduce de pleno (ya durante la mili) en los ambientes musicales de nuestro país, comenzando a ser músico solicitado, como músico de directo, de estudio y de grabación (más adelante como productor), labor que realizará durante muchos años simultáneamente a la edición de los discos de los grupos en los que participaría como miembro.
Dejando señalados estos importantes aspectos decir, como en el caso de Guzmán que fundamentalmente aquí nos vamos a centrar en su trayectoria discográfica (sólo o con las diferentes formaciones en las que ha estado). Rodrigo está trabajando ya en 1970 (y el servicio militar concluido) con Juan Pardo, y poco después con Los Pekenikes (que en ese momento son dos formaciones diferentes), pero lo que es el germen de su carrera discográfica en España se cimenta durante la grabación del album «Génesis» (Hispavox, 1971) de José y Manuel durante 1970, publicado poco después, y en el cual ejerce de guitarra solista.
Rodrigo sigue colaborando con José y Manuel, y graba su segundo álbum «Pronto Amanecerá» (Hispavox, 1972), en el cúal conoce a Guzmán, que estaba entre los músicos de aquella producción, en la cual se gestaría su siguiente proyectos: Solera, grupo de efímera existencia en el que militan Rodrigo, Guzmán y los hermanos Martín. El grupo graba un soberbio álbum, pero se disuelve ese mismo año abruptamente, pues aparte de las discrepancias que existian Rodrigo había perdido el ínterés en el proyecto y Guzmán lo acompaña en el siguiente: Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, formado con el guitarra y vocalista de Los Íberos Adolfo Rodriguez y el batería y vocalista de Franklin Juan Robles Cánovas. El grupo graba un álbum de también soberbia calidad, «Señora Azul» (Hispavox, 1974), pero a pesar de su reconocimiento, el éxito les es, de nuevo, esquivo, y tras realizar una gira acompañando a Karina (para la cúal Rodrigo también componía y producía canciones en esa época), se disuelven para seguir caminos separados.
Rodrigo lucha por abrirse entonces un hueco como solista, consiguiendo un contrato con el sello CBS, y bajo su propia producción consigue grabar su primer álbum en solitario, «Canciones de Amor y Sátira» (CBS, 1975), del que se extrae el single «Quiero que seas mi dama». El disco nos muestra a un Rodrigo en estado puro y en forma, llevando a todo un álbum lo que ya habíamos podido observar en él a sorbos con sus anteriores grupos: su peculiar voz, su excelsa maestría en los textos y un repertorio muy interesante. No obstante, el disco no encaja con la oferta musical del momento, muy diferente a lo que Rodrigo nos ofrece, y sólo un puñado de fieles seguidores lo aprecian, siéndole esquivo el éxito.
Rodrigo sigue durante todo este tiempo siendo músico, haciendo directos, producciones, sesiones de estudio -entre ellas para Guzmán en «El País de la Luz» (CBS, 1978)– y tras un intento fallido de reagrupar a CRAG, tambien en 1978, en 1979 recibe la oferta de Movieplay para grabar su segundo disco en solitario que se publicará al año siguiente. Su segundo LP, titulado sencillamente «Rodrigo» (Movieplay, 1980), es para muchos el disco más bello que haya hecho nunca el artista. Una vez más, este Rodrigo que reivindica que se hagan buenas canciones en español, predica con el ejemplo y si los textos (descriptivos, delicados, evocadores de situaciones, de posibles pasados, de amores…) son buenos, la música es soberbia. Su estilo vocal es más reposado y con menos alardes (jamás volverá a cantar con el estilo de «Ana» o «María y Amaranta» y sus guitarras serán puras y cristalinas. Aparte de él, el equipo de producción es soberbio con Joaquín Torres y Eduardo Leiva a los mandos, y músicos de primera como Manolo Aguilar, Guzmán o TIto Duarte, aparte de los ya citados. No obstante, y como suele pasar siempre con Rodrigo, sus seguidores e incluso la crítica disfrutarán del disco, pero este no llegará al gran público.
Rodrigo sigue con su vida musical, guitarrista, productor, músico de estudio, hasta que Polydor les hace una oferta a Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán para volver. Con esta formación grabarán de nuevo dos álbumes: «Queridos Compañeros» (Polydor, 1984) y «1985» (Polydor, 1985) que sin igualar a «Señora Azul», nos hacen disfrutar de muy buenos momentos. La negativa a actuar en directo «si no había buenos resultados» por parte de Rodrigo, fue vista por él mismo, con el paso de los años, como un error. Grupos como Los Secretos han admitido que la perseverancia es uno de los factores que han contribuido a su éxito, y perseverancia (hablamos como grupo) nunca tuvieron CRAG. Lo cierto es que las desavenencias surgen de nuevo, lo cual unido a que las ventas de estos dos discos (especialmente el segundo) no fueron lo que se esperaba, hacen que el grupo en 1986 ya esté disuelto de nuevo.
En 1986 Fonomusic le propone la grabación de un nuevo disco en solitario, que sale al año siguiente. Se trata de «Solera Reservada» (Fonomusic, 1987), en el que con pocos medios y un equipo reducido nos regala diez preciosas canciones que salvo para unos pocos aficionados que estuvieron al pie del cañón, pasan desapercibidas. Pobre distribución y nula promoción (y pocas copias distribuidas, como en todos los discos de Rodrigo) hacen que esta joya haya sido disfrutada por tan solo unos pocos.
Ya en los 90 se marcha de Madrid, donde residia, al sur, frente al Atlántico, cerca de ese Cádiz que tanto ama. Ello no le impide tener contacto con Guzmán, con el que tenia sólida amistad. Guzmán trabajaba con Cánovas y Adolfo, y entonces barajan la posibilidad de reagruparse, pero las desavenencias eran todavía evidentes y en el 93 se marcha Cánovas, entrando Rodrigo, y comenzando a actuar en directo esta nueva formación, que a la postre se vería inmersa en la grabación de un nuevo disco, «Rodrigo, Adolfo y Guzmán» (JJ, 1994), que se publicará en 1994. El nuevo disco, lanzado directamente en CD, sale con un pequeño sello (a partir de ahora esa será la tónica general), J.J. Records, con bases secuenciadas (cosa que incluso en la época que se grabó ya no estaba de moda), cuyos temas en general no alcanzan la calidad de anteriores entregas de un modo claro, con muy buenos momentos, algunos de Rodrigo como «Querida pitonisa». Ni que decir tiene, el disco pasa prácticamente invisible, y el trío sigue trabajando en directo frecuentemente por muchos años, hasta que en el 2005 la poderosa compañía EMI, quiere reactivar al grupo preparando un recopilatorio titulado «Gran Reserva» (EMI, 2005), que recopila temas de las trayectorias de los cuatro músicos -juntos y separados- y un DVD.
Rodrigo parece aprovechar la coyuntura, pues en el 2006, primero Rama Lama publica su recopilatorio (muy bien recibido por los aficionados) «Todas sus Grabaciones en Solitario 1975-1987» (Rama Lama, 2006) y luego él mismo autoedita, como había hecho con sus tres primeros libros, su cuarto álbum de estudio, titulado «El Jefe» (Sargo, 2006), que supone su último disco hasta la fecha, y que tan solo llegó a los aficionados más acérrimos, los llamados rodriguistas, quienes tras diecinueve años sin noticias disfrutan mucho con él.
Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán continúan algún tiempo actuando y preparando -cada uno por su cuenta- lo que iba a ser su cuarto disco, dan esporádicamente actuaciones juntos por primera vez -algunas memorables- pero las desavenencias surgen de nuevo. Este grupo es así, hay que asumirlo, no se ponen de acuerdo, y la probablemente última oportunidad de resurgir del cuarteto se pierde. Cánovas, Adolfo y Guzmán comienzan poco a poco a dar algunos esporádicos conciertos, pero no se habla de nuevos planes. Del mismo modo, de Rodrigo no hay ninguna noticia. Los aficionados que veneran su música, temen pensar que este gran artista «de salud dudosa y palabra larga» como él mismo se autoretrata, haya dicho su última palabra, pues entre los rodriguistas un nuevo disco sería en cualquier momento recibido con expectación y, por qué no decirlo, con júbilo.
Se temía que efectivamente Rodrigo hubiese dicho su última palabra musical. Pero en 2012 comienza a grabar un álbum autoeditado y autodistribuido que se publica en junio de 2013 titulado«V: Curiosas Fijaciones en la Vocación Irremediable y otros Conflictos» (Rodrigo, 2013)que causa grata impresión a los aficionados a los cuales llega. En esta ocasión sí parece que llegamos a su disco final pues él se declara retirado. Sea así o no hemos podido disfrutar de una breve pero intensa y excelsa discografía de este gran autor.
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