Uno de los más delirantes proyectos musicales fue la formación en 1979 del Comando Rock, formado por músicos que hacían la mili y avalado por el Ministerio del Ejército dentro de su programa cultural. Uno de los guitarristas de ese grupo era Javier Vargas, que procedía de la banda de acompañamiento de Miguel Ríos.
Cuando se licencia del asunto militar, Javier forma el grupo Pasarela junto con Fernando Vázquez (voz y armónica), un grupo que no dejó grabaciones, pero que estaba entre lo mejor del rock blues madrileño.
Pronto Pasarela evolucionó hacia una nueva formación en la que entró un antiguo compañero del Comando Rock, el ex Clavel i Jazmín Nacho Campillo, que a la sazón tocaba el bajo. En el sillín de la batería se sentó el prestigioso veterano Tito Herrero, un profesional que bastantes años antes había empuñado las baquetas en Conexión. Esta nueva formación, por supuesto, era Rh+, que será rápidamente fichada por Fonogram para su etiqueta Mercury.
Para su debut fabricarán un magnífico LP de rock en la que mezclan sabiamente rock urbano, nueva ola y un leve aroma de blues eléctrico exclusivo de la casa. “Rh.+” (Mercury, 1983) cuenta con la producción de Alain Milhaud. Su disco gusta mucho a la crítica y no tanto al joven público destinatario. Su sencillo “Transparente Maniquí” (Mercury, 1983) obtiene ventas interesantes y su trabajo no pasa desapercibido. Se convierten en una banda habitual de los principales locales y festivales capitalinos y actúan someramente por provincias. En Rock Ola o en las 24 horas de Madrid, celebrada en el Palacio de los Deportes, triunfan a modo.
Al año siguiente flirtean con el tecno pop en su segundo larga duración: “Multivisión” (Mercury, 1984), donde intervienen con profusión los teclados y la percusión electrónica. Esta segunda entrega está producida por José Luis Izaguirre y, a pesar de los esfuerzos por homologarse al sonido imperante, o tal vez por eso mismo, obtiene menor repercusión que el anterior, aunque también el sencillo “Mágico Tren” (Mercury, 1984) salvará hasta cierto punto unos muebles ya bastante deteriorados.
La estructura de sus temas es muy homogénea (léase parecida). Un ritmo rápido, una letra que intenta estar a tono con ese mundo de plástico tan propio de La Movida, unos solos de guitarra en los que Javier suelta la mano y un final con repetición incesante del título sobre otro solo de guitarra o teclados. Y hablando de teclados, hay que destacar la intervención en sus grabaciones de Josep Mas -Kitflus-, el venerado teclista de Iceberg.
Rh+ estira su actividad hasta 1985, pero varios de sus componentes tienen otros planes y evidentemente su lanzamiento como grupo de la segunda oleada de La Movida no había funcionado como su sello esperaba. Dejan como herencia dos long play de calidad y uno de los mejores directos de su tiempo. También dejan una simiente importante en grupos venideros. Así, Nacho Campillo montará Tam Tam Go! en 1987 y Javier, tras poner su guitarra al servicio de diferentes solistas, iniciará en 1991 su carrera como líder de la Vargas Blues Band. A ambos les sonreirá el éxito en estos nuevos grupos con mayor intensidad que con Rh+.
El conjunto del grupo sanguíneo pudo ser realmente grande. Aceptables compositores y muy buenos músicos. Sin embargo sus diferentes tendencias musicales, la escasa duración de la carrera y unas propuestas musicales que suenan un tanto forzadas impidieron su propósito. Hoy, los aficionados de los 80 los recuerdan como una de las grandes bandas perdidas de esa década.
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