Una cantante más de las que formaron parte del batallón de chicas ye yé. Unas chicas que propulsaron un cambio social en la España del desarrollismo económico de los 60 y de paso contribuyeron a la cimentación de un pop basado en modelos extranjeros, pero con características autóctonas propias, que aquí llamamos simplemente ye yé.
María del Carmen Torres Ballester, que adoptó el nombre artístico de Marichela nació en Turis (Valencia) el 16 de noviembre de 1947. Una jovencita rubia que tuvo una efímera carrera musical de la que han quedado pocos vestigios. La revista Fans le dedicó un minireportaje por el que sabemos que desde niña había estudiado música, le gustaba mucho la playa, era aficionada a los toros, comenzó a cantar en festivales colegiales y había tenido alguna agarrada con las orquestas de turno que la acompañaban debido a los pocos ensayos con los que debía salir al escenario y su afán perfeccionista, lo que le había granjeado una cierta fama de arisca. En aquella época, pocas cantantes tenían conjunto propio y cuando hacían algún “bolo” debían amoldarse al conjunto u orquesta de baile que amenizase aquella función. En el mejor de los casos en una mañana debían ensayar toda la actuación y eso propiciaba a menudo fallos indeseados y que al final casi todas las chicas ye yé cantaran en público las mismas canciones.
El año de Marichela fue 1966. Dejó grabados dos discos, apareció en un programa de televisión, recibió la atención de alguna revista especializada, actuó bastante y…se evaporó. A partir del siguiente año nada encontramos sobre ella.
Su primer disco tiene raíces italianas: “Ninguno me Puede Juzgar / Una Casa Encima del Mundo / Él y Ella / Concierto para Enamorados” (Marfer, 1966). Canciones todas ellas que habían sido grabadas por otras voces de la época: Karina, Rosalía, Licia, etc.
Muy poco después aparece su segundo vinilo: “Prueba una Vez / Profesor / Bang Bang / Hierba Verde” (Marfer, 1966). También en su mayoría temas de repertorio. Este segundo disco presenta instrumentaciones más trabajadas que en el anterior. También tuvo mayor repercusión sin llegar ni de lejos a constituir un éxito a escala nacional. A pesar de eso, Marfer no renovó al año siguiente su contrato.
La escucha de sus discos nos muestra una voz aguda bien afinada cargada de dinamismo, absolutamente dentro de su época con acompañamiento de un conjunto moderno de fuerte preponderancia rítmica y algún coro escueto. Todo ello de agradable escucha y propicio para el baile. Una más de lo que hemos venido llamando las ye yé desconocidas, que tanto abundaron en la España de mediados de los 60 y que estuvieron condenadas de antemano a interpretar y grabar en castellano covers procedentes de Italia y Gran Bretaña para competir en un mercado saturado de productos similares.
Comentarios