Originarios del barrio madrileño de Moratalaz, Los Rosillo, aunque no han gozado del reconocimiento que por su calidad merecían, son uno de los mejores cuartetos vocales que ha habido en España: lo formaban tres hermanos, Luis, Carlos y Marylín Rosillo, y la chica de uno de ellos, María José Sánchez.
De siempre, los hermanos Luis Rosillo y Carlos Rosillo fueron aficionados a cantar. Con sus guitarras, se dedicaban a versionar clásicos e incluso se atrevían con alguna composición propia. Pronto se les une la novia de Carlos, María José Sánchez. Como la idea era formar un cuarteto vocal a la manera de Manhattan Transfer, les faltaba una voz. Así que convencen a su otra hermana, Marylín, quien compartía con ellos la afición por la música vocal y el canto, para que se una.
Conformado el cuarteto, empiezan a compenetrar las voces, a ir construyendo un repertorio: a ensayar y a grabar canciones, sean propias o clásicos del swing, la música latina, el jazz vocal, el doo-wop, el pop y el rock. Canciones de una gran variedad de estilos, que interpretaban a capella o acompañados de algún músico (percusión, guitarra o piano).
Al tiempo, van preparando un show, compuesto por números en los que las canciones se tratan de acompañar de gags, con el fin de darles una interpretación divertida, al uso de sus grupos de referencia, como Rockcapella o Manhattan Transfer.
Desde su formación, que se produce en torno al año 1986, Los Rosillo ofrecen bastantes actuaciones, incluso ponen los coros en el mini LP debut de Rey Lui, «Rey Lui» (DRO, 1987).
Estamos en la segunda mitad de los 80, el pop español está en auge, el momento de ventas es bueno, así que, actuando y moviendo sus maquetas, los grupos medianamente originales, terminaban encontrando una discográfica dispuesta a apostar por ellos. Así, a través del manager, Manuel Notario, firman un contrato con la independiente Lollipop, que les va a editar un mini-LP, «Los Rosillo» (Lollipop, 1988), producido por Gonzalo Lasheras, y en el que interpretan cuatro temas propios, “Tus ojos”, cedido por Raúl Rockesley de Rey Lui, y una adaptación del «That’s what they call me Shine», el clásico compuesto por Cecil Mack y Lew Brown, del grupo de autores Tin Pam Alley.
El disco, muy bien cantado en una gran variedad de estilos, pasa totalmente desapercibido, aunque la carrera del cuarteto continúa, como si tal cosa. Ya que no de gran repercusión, sí gozan de bastante prestigio entre músicos y aficionados a la música vocal, por lo que siguen actuando, grabando maquetas y realizando alguna que otra colaboración en discos e, incluso, actuando en algún programa de televisión. Así, hacen los coros en la versión de “Besos dulces como la miel” de los zaragozanos Más Birras, incluida en su disco «La Última Traición» (Pasión, 1990).
Ya en los años 90, el cuarteto tuvo la oportunidad de actuar en la Expo 92 de Sevilla, con gran éxito de público y, sobre todo, de crítica, lo que les valió para aumentar su prestigio en el mundillo musical, aunque no para adquirir una mayor notoriedad. No obstante, fruto de ese prestigio les llega lo que parecía ser su gran oportunidad. La multinacional BMG concibe un proyecto al que va a dedicar los recursos necesarios: la idea es la de realizar un disco de versiones vocales, a capella o con muy pocos instrumentos, de clásicos del pop español de los años 80. Dicho proyecto, con el nombre de «Capellapop», se encarga a Manuel Aguilar, afamado productor, músico, arreglista y autor-compositor que cuenta en su currículum con éxitos del calibre de Olé-Olé, Manolo Tena o La Década Prodigiosa. Manuel Aguilar piensa en Los Rosillo, que han hecho coros en concierto para alguno de estos artistas, como Manolo Tena, para llevar a cabo el proyecto. Al cuarteto le parece buena idea, lo considera todo un reto y una gran oportunidad de darse a conocer, acepta y empiezan a trabajar en él: primero se seleccionan los grupos y luego las canciones que se van a versionar. Clásicos del calibre de la “Chica de ayer” de Nacha Pop; “Déjame”, de Los Secretos; “Perlas Ensangrentadas”, de Dinarama, “Día Marrón”, de Luz, “Escuela de calor”, de Radio Futura, “No mires a los ojos de la gente”, de Golpes Bajos, “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?” De Burning, “Lobo-Hombre en París”, de La Unión, “No hay marcha en Nueva York” y “Cruz de navajas”, de Mecano.
Bien es cierto que no se cuenta demasiado con el grupo ni en la selección de canciones, ni en los arreglos, que se les van entregando sin demasiado tiempo para ensayar y empastar las voces. Pese a ello, y a considerar el grupo que algunos temas están cogidos con alfileres, recargados de voces y sobreproducidos, el resultado general es más que aceptable. Se edita un sencillo de adelanto, “Chica de Ayer / Lobo Hombre en París” (BMG, 1995), y se presenta el proyecto en la sala Galileo de Madrid, con todo tipo de promoción en prensa, y demás. Los compactos se empiezan a fabricar.
Es entonces cuando se produce un cambio de A&R en la compañía y la nueva dirección no lo ve claro. Tanto que el proyecto se pospone. Se va retrasando una y otra vez hasta que, al final, nunca llegará a ver la luz y se quedará en sólo eso, en proyecto. Seguramente, para siempre.
Aunque siguen dando alguna actuación, el desánimo y el desencanto reina entre el cuarteto y Los Rosillo se quedan ya tocados para siempre. Cumplen con una serie de compromisos, realizando las canciones en estudios de doblaje para dibujos animados, ponen las voces en algún anuncio publicitario, y ponen punto y final a su aventura. Las actuaciones de Los Rosillo quedan, desde entonces, reducidas a las reuniones familiares, en las que, según cuentan, nunca falta algún momento para entregarse a su gran afición: cantar.
Algunas de sus canciones han ido apareciendo en recopilatorios como «Esto es increíble. Volúmen 2» (Lollipop, 1996), «Lollipop, 15 Años de Recuerdos» (Lollipop, 1997), «La Otra Movida. El ^Pop de los 80» (Fnac, 2002) o «Corazón Loco. 40 Joyas Inencontrables del Pop Español» (Lollipop, 1996).
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