La brincosis reinaba con todo su poder justo en la mitad de la década. Nunca un conjunto español había vendido tal cantidad de discos y todos los sellos discográficos se morían de ganas de tener entre manos algo similar. En ese decorado, el sello Vergara afincado en Barcelona, encarga a su representante en Madrid, Miguel Sanchís, que gestione la creación de un grupo que pueda equipararse a Los Brincos. Se inician contactos discretos con los mejores músicos disponibles en la capital y, aunque la idea inicial es la de cuarteto, pronto los cinco flecos se reúnen para poner en marcha el proyecto. Son músicos expertos que proceden de grupos de calidad contrastada. Las dos principales referencias son José Barranco (cantante) que había pasado por Los Estudiantes y Julián Sacristán (guitarra y compositor de casi todos los temas), que anteriormente había liderado Los Flaps. Ellos contactan con el batería, Pablo Argote, en esos momentos en Los Pekenikes, y Carlos Guitart (bajo), que acababa de dejar Los Sonor. Julián se empeña en que su amigo y ex compañero de Los Flaps, Juan Francisco Seva, entre en el grupo como guitarra rítmica terminando de configurar el quinteto.
Ensayan casi en secreto en el auditorio de la emisora La Voz de Madrid, en la calle Hilarión Eslava, las canciones compuestas por Julián durante meses. Graban en los estudios RCA su primer EP «Estás Lejos / Distinta / No se lo Digas / Vales Poco Para Mí» (Vergara, 1965) y en octubre de 1965 se presentan en el hoy desaparecido Hotel Luz Palacio, en pleno Paseo de la Castellana. Tenían un equipo formidable para su época, tocaban de maravilla y dejan con la boca abierta a todo el periodismo especializado. Por si esto fuera poco, el modisto Pedro Rodríguez les diseña un vestuario basado en levitas de cuyos antebrazos y codos penden flecos. Tampoco pasa desapercibido el regalo a los asistentes de una escarapela con flecos y la presencia de un mono tití sujeto con una cadenita sobre el hombro del batería y compartiendo con éste sus cubatas. Cuentan las crónicas que aquel monito, llamado Chou, desprendía olores desagradables durante las actuaciones y finalmente acabó por morir de cirrosis.
Esta promoción hace su efecto y canciones como “Distinta” comienzan a escucharse por doquier. A principios de 1966 Carlos va a dejar el grupo para convertirse en el road manager de Los Bravos. Será sustituido por el músico suizo Daniel Grandchamp –El Bollo–, bajista que procedía de Los Botines. Hacen galas muy bien pagadas, tocan una semana en el club Imperator por 100.000 pesetas, un pastón para su época, y todo parece indicar que Los Flecos van a plantear batalla a Los Brincos y a unos incipientes Bravos.
En junio de 1966 ponen un nuevo EP en la calle «Correr / Pues Dilo / Como Él / Lloraste» (Vergara, 1966), grabado en Barcelona y encabezado por “Corre”, un duro tema compuesto por Julián Sacristán. Hacen una música garajera de alto voltaje con un espectro músico-vocal que va desde The Searchers hasta The Who, tocan de miedo y dan espectáculo. Sin embargo, algo está fallando. El segundo disco se vende menos que el primero y en las actuaciones en directo apenas tocan temas propios y basan su repertorio en instrumentales de The Shadows y rock and roll clásico; es decir, en las dos especialidades de Julián y Barranco respectivamente. La gente va a ver a cinco nombres míticos del primitivo rock madrileño y pasan bastante de sus nuevas canciones, a pesar de su indudable calidad.
Tras un flojo sencillo publicado en diciembre de 1966, «Los Gusanos / Déjalo Ya» (Vergara, 1966), Los Flecos van a poner al año siguiente fin a una carrera diseñada para triunfar y que se quedó a medio camino, dejándonos un memorable disco de debut y demostrando que el pop rock español debía dejar de hacer versiones de éxitos ingleses y centrarse en la creación de temas y sonidos propios. Hablando de sonidos, una de las señas distintivas de Los Flecos va a venir del uso del plato de clavos en funciones de ride en la batería, lo que va a suponer ese chisporroteo rítmico que se aprecia en sus grabaciones. Los magníficos punteos de Julián y los alardes de una de las mejores gargantas del rock madrileño de todos los tiempos, la de Pepe Barranco, van a completar un estilo distinto al resto de los conjuntos de su época. Julián explica años después en una entrevista las razones de la disgregación del grupo: “Los Flecos estuvimos juntos dos años y medio. Como ninguno de sus integrantes hacíamos la música que verdaderamente queríamos, nuestras ilusiones y aspiraciones se fueron apagando”.
Al disolverse el grupo, Daniel regresaría a su país y casi todos sus compañeros abandonarían la música en activo. Carlos dirigiría los sellos Sonoplay y Movieplay, falleciendo en accidente en 1979. También Pablo moriría poco después, presuntamente suicidado. Julián Sacristán pondría su guitarra sabia al frente del grupo de rock instrumental revival, Los Jets hasta que la larga enfermedad que padece le retiraría. Pepe Barranco hará varios intentos infructuosos de volver en un intento de reunir a Los Estudiantes en 1975. Años más tarde grabará un disco a dúo con Antonio Pro, de Los Ágaros, para Cocodrilo Records en 1988. Más tarde dirigirá el Rock and Roll Café, en La Moraleja. Pepe nos dejaría para siempre en diciembre de 2022, manteniéndose en activo prácticamente hasta el último día de su vida
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