Cuando le preguntamos a Pablo, cantante de Los Daggers, por las razones que le llevaron a él y a sus compañeros, Charlon (bajista), David (guitarra) y Junior (batería) a formar la banda, no acierta a darnos más razones que las típicas que mueven a un grupo de amigos a dedicarse a cuestiones musicales. Viniendo de un sitio pequeño resulta además más fácil encontrarse con los que puedan tener tus mismos gustos e intereres: “Asturias es pequeño y todos los que gustamos del rock nos conocemos, así que nos juntamos de forma natural”.
Es en el “hardcore y el punk más alocado de principios de los 80” donde giran el punto de mira a la hora de definir el sonido de la banda que forman a finales de 2008. Dicen fijarse en Ill Reput, Germs, Necros, Government Issue… y en “su hardcore simple, rápido, breve y primitivo”.
Perfilado el rumbo a seguir y elegido un nombre incisivo para el nuevo proyecto comienzan los ensayos en una nave industrial en Mareo (Gijón). Es precisamente allá donde además Junior tiene un pequeño estudio en el que graba demos a grupos pequeños. De hecho, ellos mismos grabarían una con cuatro temas al poco de empezar a funcionar. Sería lo que denominaron una “demo fantasma” ya que no le dieron demasiada difusión más allá de los amigos más próximos. Por si fuera poco constituyeron parte sólo del repertorio de los primerísimos conciertos, ya que tras un par de actuaciones las terminarían desechando.
Preguntados por el primero de sus conciertos, nos cuentan que su debut se produce en Oviedo a principios de 2009 compartiendo escenario con Muletrain.
La manera de trabajar de la banda se basa en simplificar las cosas. Unidos bajo la premisa de hacer algo que divirtiera a los cuatro por igual y poco amigos de ensayos exhaustivos, las canciones se montan sin demasiados miramientos: “No nos mareabamos demasiado con esto… generalmente a partir de un riff de bajo. El problema que teníamos es que de un ensayo a otro podían pasar semanas, y como la mayoría de los temas se parecían en exceso, era fácil olvidarlos”.
Así las cosas Pablo continúa previniéndonos ante cualquier intento de análisis sesudos de las letras: “Cuando ensayábamos un tema varias veces y teníamos claro que iba a formar parte del repertorio, garabateábamos una letra con la primera estupidez que se nos pasaba por la cabeza y ya teníamos una canción, corta pero canción”.
Un par de tardes les basta para grabar y mezclar los temas con los que preparar un sencillo. Fue en el X Recording Studios de Mieres (Gijón), grabando en la primera sesión los instrumentos “en directo, todos en una misma cabina tocando a la vez”, y dejando voces y mezclas para la segunda vez. De los nueve temas resultantes, Pepe Tigruss, responsable de los estudios que llevan su nombre en Gandía (Valencia) masterizó los cinco que entraron finalmente en el sencillo “Los Daggers” (Discos Humeantes, 2009).
El sencillo tenía espacio más que suficiente para cinco temas, prácticamente todos ellos por debajo con creces del minuto de duración. Canciones de punk-hardcore frenético, planteando dificultades al oyente para apreciar con claridad la variedad de temas en los que se centraban: Patinajes escuchando a los Necros, problemas de flacidez cuando consumes speed, o con el gobierno de EEUU. Sólo al final, para referirse a la frustracción que trae la paternidad o a consignas vegetarianas de dudosa aplicabilidad, bajaban algo el pie del acelerador.
No sería Pepe Tigruss el único integrante de Concentration Summer Camp que interviniese en el diseño y preparación del disco. Además del bajista, El Nerdo, su batería, se encargaría de la portada y hoja interior. Para su edición recurrirían, con objeto de acelerar todo el proceso, al sello del que es responsable el propio Pablo, Discos Humeantes. Así nos lo cuenta él mismo cuando indagamos si intentaron contactar con alguna discográfica: “Cuando lo grabamos queríamos sobre todo que viene la luz rápido y Discos Humeantes era la vía más fácil. Llevábamos muy poco tiempo juntos y nos daba mucha pereza moverlo tratando de convencer a un sello para editarlo cuando era más que evidente que no nos conocía nadie, y teniendo la posibilidad de hacerlo nosotros mismos como referencia Humeante, no lo dudamos”.
El disco tuvo una acogida más que aceptable, quedando agotada la edición, limitada a 250 copias, en sólo tres meses. Las críticas recibidas en fanzines y revistas, tanto nacionales como internacionales, fueron además bastante buenas.
Reconoce Pablo que la banda no llegó a cuajar el éxito suficiente como para definir un perfil homogéneo de público que les fuese a ver. Siente que sus audiencias estaban compuestas, sobre todo, por amigos cercanos y “gente a la que le gusta el punk viejo”.
Tuvieron ocasión de pasear su “rock and roll rápido y estúpido”, como gusta de definir el cantante, conformado de la mezcla del hardcore americano que admiraban y una querencia inconsciente al garaje, por diferentes puntos de la Península, como Asturias, Cantabria, Galicia y Comunidad Valenciana.
Se sienten emparentados en lo musical con Über y Concentration Summer Camp, con los que además mantienen una muy buena relación, como con Los Plátanos, Venereans, Las Nurses y Gobierno Militar. Bandas todas ellas con las que han compartido escenario en alguna ocasión. También han tocado con Jello Biafra, Espasmódicos, HZero o Caballo Trípode.
Tras editar el 7”, la idea que tenían proyectada era sacar a la calle un 12” con el que poner fin a la aventura. Sin embargo, el cese de actividades llegaría antes de lo previsto: “Lo dejamos por desidia. Después de sacar el single empezamos a ensayar poquísimo… Cancelábamos más conciertos de los que fuimos capaces de dar; era un poco despropósito todo y cuando decidimos ponernos las pilas y hacer un disco nuevo, al entrar en el estudio, le dimos muchas vueltas al sonido para al final, acabar descontentos con el resultado”. Al atasco musical se une la premisa sobre la que se ha montado el grupo: “No queríamos volver a hacer lo mismo y Los Daggers como grupo estaba muy limitado. Todos odiábamos la evolución de la mayoría de las bandas de punk de los 80 que nos influenciaban directamente”. Prosigue Pablo ahondando en la idea de no prorrogar la vida de la banda más allá de lo necesario: “Cuando sintiéramos la necesidad de evolucionar de otra manera, lo dejaríamos. Sólo pudimos editar un 7” pero fue divertido mientras duró”.
Tras la disolución tres de ellos deciden iniciar un nuevo proyecto, cambiando tan sólo el guitarra. El relevo llegaría de las filas de The Fucked Frikis, banda de Oviedo. El cantante nos define las líneas maestras del nuevo grupo: “Seguimos siendo estúpidos y seguimos tocando rock and roll pero ahora ya no tocamos tan rápido y todas las canciones duran más de un minuto”. Prometen grabar algo pronto, por lo que nos quedamos a la espera.
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