A pesar de que La Polla Records advertía, no sin cierta dosis de mala baba, que Jamaica no era aquel paraíso que algunos querían importar para el País Vasco de los 80, géneros como el reggae o el ska gozaron de una salud envidiable en el norte de la Península durante esos años. Y es que desde que Hertzainak hablasen precisamente de un Euskadi tropical en su “Arraultz bat pinu batean” -véase su disco “Hertzainak” (Soñua, 1984)-, o en paralelo a dicha propuesta, bandas como Potato, los primeros Kortatu, Tijuana in Blue o Korroskada constituyen algunos ejemplos que así lo prueban. Si bien las letras de sus canciones no eran necesariamente insulsas, en algunos casos, como se dijo de los propios Korroskada, los grupos que se dedicaban a estos estilos vinieron a “desdramatizar el rock vasco”, a mostrar la cara amable, más desenfadada de la escena musical vasca de la época.
Korroskada, surgidos en Vitoria, tuvieron tiempo, en sus más de cuatro años de existencia y con una formación en continuo cambio, de editar un buen puñado de temas que constituyen, sin duda alguna, auténticos clásicos del ska facturado por estas latitudes.
Las actividades del grupo comienzan el día de Reyes de 1986. Así lo contaba Benjamín Villabella –Triku– (voz) para la revista Muskaria en su número de Navidad de ese mismo año. Aitor de Olano (bajo) tocaba la guitarra en una banda de punkabilly llamada Calvario Macabro, pero al no hacerse con ese instrumento, atiende rápidamente a la propuesta que le hace Triku para empezar otro grupo. Tras conocer a El Moro (guitarra) y fichar a Koldo (batería), al que han visto desenvolverse como espontáneo en un concierto de Cicatriz en un bar de Vitoria, acuden al local de ensayo de Hetzainak, buscando el consejo de gente con experiencia. Estos les ayudan con el arreglo de sus primeros temas pero no pueden comprometerse a más. En cualquier caso, de estos primeros movimientos consiguen que el manager de Cicatriz se encargue también de ellos. Para completar la formación Federico Barrio, que tocaba como batería en Con Sumo Placer, banda pop de la ciudad, les ayuda con la trompeta.
Parece ser que la orientación punk de las primeras composiciones («Anti-mod» o «Está cambiando«) da enseguida paso a los aires skatalíticos que propone El Moro. Tras una primera actuación en el mes de abril en la zona de La Zapa vitoriana se sucede una secuencia vertiginosa de actuaciones. Así lo contaba Triku: «Luego todo fue muy rápido, conciertos en Gernika, Miranda y hasta la fecha habremos actuado de 35 a 40 veces. La verdad, tenemos suerte porque hemos tocado con Eskorbuto, Kortatu, Cicatriz, Belladona, Tijuana o sea con los que ahora funcionan más arriba«.
Las primeras noticias de grabaciones en vinilo llegan con un recopilatorio, presuntamente de este género, en Euskalherria. De ahí su nombre: “Skalherria Punk” (Discos Suicidas, 1986). Lo sería en sentido estricto, de no haberse incluido a Vómito, banda que con el devenir del tiempo, se convertiría en referencia obligada de aquellos años, pero cuyo registro sonoro nada tenía que ver con aires skatalíticos. Precisiones aparte, el disco reunía, amen de Korroskada y los ya mencionados Vómito, a Virus de Rebelión y TxorromorroAñade este contenido.
Grabaron cuatro temas: “El maromo de las Raiban” (en dos mini-entregas), “Dantza-dantza”, “En mi casa” y “Torero”. Aunque se trata de muy buenas canciones todas ellas (como por ejemplo la misma «En mi casa«, composición de El Moro), “Torero” es el tema que se convierte en un auténtico hit veraniego, imprescindible en cualquier ambiente de fiesta. Su acertada letra, la contagiosa trompeta, el tono de Triku por momentos con aires de pasodoble, mezclado todo ello en salsa de ska y un innegable tufillo de rebelión juvenil, la convierten en poco menos que irresistible. La difusión que llega a tener la canción es espectacular, lo cual no deja de ser sorprendente para una banda que no tenía siquiera en esos momentos un disco de larga duración propio.
Éste no tarda en llegar, y el buen arranque que supuso el recopilatorio de marras, tiene su continuación con: “Por las Buenas Costumbres” (Discos Suicidas, 1987). Para la grabación del mismo, eso sí, la formación ha sufrido importantes modificaciones. Hábitos incompatibles con la filosofía del grupo, colocan al Moro fuera de la formación, y en su sustitución entra Jorge Méndez. Asentado en Vitoria desde los diecisiete años, edad con la que llegó desde tierras asturianas, contactó con Korroskada en cuanto supo que la plaza de guitarrista había quedado vacante. Superó la prueba a la que se le sometió, y pasó a formar parte de la banda. Más como colaborador que miembro permanente, se completa la sección de viento con Kike Guzmán (que ayudará al grupo en otras labores como la de composición y teclados) al saxo.
Las nuevas adquisiciones parecen dar nuevos bríos al grupo, ya que el disco resulta un muy buen trabajo. La lectura que la banda hace de los ritmos skatalíticos pasa por unas guitarras excelentes y un timbre de voz muy personal de Triku. El LP contiene, evidentemente, el éxito “Torero” y completa el esbozo apuntado de “El Maromo de las rayban” en el “Skalherria Punk”. Curiosamente estos dos temas tienen letra de dos colaboradores y amigos, los polifacéticos Karra Elejalde y Patxi G. Ardanaz. Pero son los únicos, ya que el resto es composición de Triku. Sin embargo “En mi casa” queda relegada al olvido de dicho recopilatorio, ya que la banda no lo recuperó luego, salvo en recopilaciones posteriores con muchas otras bandas. Una pena.
Evidentemente, el éxito de su tema estrella les obligó a tener que aclarar en más de una ocasión que no se iban a encasillar musicalmente en ese tipo de composiciones. Como indicaban a El Correo Español-El Pueblo Vasco: “Torero -dice el bateria- fue una canción antitaurina con mucha ironía, hecha en forma de ‘ska-pachanga’ con sonido verbenero. Sigue siendo una canción ‘vacilona’ aunque salga en los Cuarenta Principales o en los hilos musicales. Sin embargo, es un tema más de nuestro repertorio y no significa que nos vayamos a encasillar en esa línea”. Ejemplo de ello es el propio “Por las Buenas Costumbres”, que lejos de ser la canción “Torero” y un montón de morralla de acompañamiento, ofrece un amplio espectro de posibilidades que van desde instrumentales poderosos o nostálgicos, a temas aún más chulescos que su gran éxito, como es el caso de «Me da igual«. La presentación del disco les llevó a recorrerse prácticamente todo Euskadi y alrededores durante el verano de 1987, con momentos a destacar como sus conciertos en Pamplona con Barricada o en Bilbao con Siniestro Total.
El disco es arropado por tres sencillos: “Torero” (Discos Suicidas, 1987), cuya cara B rescata el “Dantza, dantza”, que también había salido en el recopilatorio de debut; “María Magdalena” (Discos Suicidas, 1987) que contenía la adaptación, incluida en el larga duración, de la canción popular vasca, y «El Maromo de las Ray Ban» (Discos Suicidas, 1987).
En febrero de 1988, el grupo graba el que iba a ser su segundo disco “43 Volúmenes” (R2-Producciones, 1988). Empeñados en desacreditar a todos aquellos que los veían como la orquesta pachanguera que logró que sonase la flauta con un tema acertado, Korroskada sigue indagando en posibles lecturas alrededor del ska en las que guitarra (dando una versión más rockera a la música del grupo) y trompeta se alternan para llevar la voz cantante. Contiene temas potentes como “Otra botella”, con capacidad para seguir haciendo bailar y disfrutar al personal, y propuestas de (cierta) rebeldía como «Piratas de la calle» e «Indio travieso«. Muy completo en lo musical, y aunque no aparece en los créditos correspondientes, tal y como nos revela Jorge, se utilizaron incluso un laud y un txistu en la grabación. Confiesa el guitarrista además, que de tener la posibilidad de arreglar detalles de las grabaciones del pasado, no dudaría en retocar el primer disco, que se tuvo que editar con cierta premura, pero no así el “43 Volúmenes”.
“Otra botella”, de ron, como dice la canción, fue el tema extraído como sencillo: “Otra Botella” (R2-Producciones, 1988). La conexión con el ron viene incluso en el título del disco de larga duración, ya que indica el porcentaje de alcohol en volumen de dicha bebida. El video de este tema, combina actuación de la banda en un local (que no muestra a Jorge a la guitarra sino a Triku, que simula tocarla a la vez que canta) con escenas de exterior en la que un vaquero pierde su botella, una pareja hace vibrar un cuatro latas, un impedido, interpretado por el actor Karra Elejalde, recupera la capacidad para andar tras beber de la botella que le ofrece una aparición de aspecto bíblico…
Es tras la grabación de este LP y sencillo cuando Jorge deja el grupo. Nos habla de cierto estancamiento musical, pero la razón principal para dejar Korroskada y Vitoria tiene que ver con el cumplimiento (o no) del servicio militar. Liado con estas cuestiones termina, tras algún vericueto, por volver a tierras asturianas. Su abandono definitivo da paso a uno de los colaboradores en algunos de los directos de la banda, al que fuera un auténtico personaje de la escena musical de Vitoria: Goar Iñurrieta. Goar, que es, desde 1987, miembro de Cicatriz, aprovecha el paro forzoso de la mítica banda punk por ingreso en prisión de su cantante Natxo, para implicarse con Korroskada.
Tal y como nos relata el propio Aitor, la grabación de “Crossroads” (Cuvyco, 1988), el siguiente trabajo que edita la banda se proyecta en plan de broma con «el duelo de los dos guitarras disputando el primer puesto de la banda. Idea que les encantó a la casa Cuvyco y editaron en serie limitada muy encantados«. Jorge graba aprovechando las visitas que realiza a su familia en Vitoria para seguir colaborando con Korroskada. El presunto duelo entre guitarristas, precisamente en el tema que da título al disco, está basado en la película “Crossroads” (Walter Hill, 1986), en la que un niño protagonizado por Ralph Macchio, el de «Karate Kid» (John G. Avildsen, 1984), podía tocar una guitarra slide.
El trabajo, que tiene algo de experimental, recogió, como concedía el grupo en una entrevista a El Tubo, opiniones de todos los gustos. Las mil copias editadas se agotaron, y la banda recibió peticiones para más envíos. Además, reconocerían: “Hay momentos en la vida que no sabes qué hacer, o te apetece hacer algo que se sale de tu línea. El disco nos sirvió para relajarnos. Teníamos una espina”.
Su siguiente larga duración, “Sigo” (Hilargi, 1990), viene precedido de nuevos movimientos en la formación: Luis Ángel Tellería sustituye a Koldo en la batería y José Luis Indar se encarga de teclados, cuerdas y secciones de vientos. La grabación del mismo corre a cargo del bolsillo del propio grupo, que tiene que pagar las semanas de estudio en Iz de San Sebastian. Las negociaciones con discográficas no habian funcionado, y sólo con el master en la mano, convencen a Discos Suicidas para que les abone una parte, completando el resto en concepto de royalties. En lo estrictamente musical la banda contó con numerosas colaboraciones, aunque restringen a los cinco componentes usuales sus apariciones en directo. Sin embargo, y a pesar de las buenas intenciones del grupo, el disco no tiene la acogida esperada. Ciertamente, y a pesar de la fuerte componente guitarrera que ya había en «43 Volúmenes», constituye un cambio radical con respecto a la línea seguida hasta entonces. La mano de Goar, autor de la mayoría de la música, se nota y las guitarras rockeras se imponen con claridad a cualquier otro aspecto. Para los seguidores de Korroskada, una de las bandas abanderadas del ska de los 80 en Euskadi, el nuevo rumbo adoptado resulta demasiado radical, demasiado diferente. Como nos comenta Goar, el público no aceptó la evolución. Incluso años después, cuando desde Sudamérica parece renacer un interés por los sonidos primigenios del grupo, Aitor se ve en la tesitura de tener que justificar el camino seguido ante aquellos que critican este disco.
“Sigo” es la última grabación de Korroskada. El desánimo ante la incomprensión de la nueva propuesta y la factura que todo el tiempo de convivencia pasa entre algunos de los miembros fundadores, termina por precipitar el final del grupo. Aunque no editada en disco, el grupo presenta en alguna actuación para televisión, un tema titulado “San Nicolás”, con ritmos incluso medio rap. Como nos comenta Goar, se estaba ya mucho más cerca del que fuera su nuevo proyecto con Triku, Bizkar Hezurra, (para el que se juntan con algunos integrantes de última hornada, como el batería Kasti, y Mikel, antiguo miembro de M-Ak) que de la trayectoria anterior de Korroskada.
Goar también volvería a trabajar con Cicatriz, cuando estos reanudaron actividades, y simultaneó diferentes proyectos como Goar Cicatriz, Sorry Mamma y Malditos Bastardos. Aitor inicia una carrera que termina desembocando en su proyecto Uno de los Nuestros, en el que compone música electrónica. Jorge, en Asturias, toca con Jorge Muñoz-Cobo y Álvaro Coalla en la formación germinal que luego vendría a ser Doctor Explosion, Avalanch en los 90, y finalmente se centra en la música clásica como organista, y en la composición de bandas sonoras para video y televisión. Desafortunadamente, tal y como nos comenta Aitor, el grupo no se libró de su capítulo particular de desgracias, en el que toca incluir las desapariciones de Fede, Jose Luis y Txerra su técnico de sonido.
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