El primer asunto es decidir de dónde es natural Juan Pardo. No es tarea sencilla. Fue alumbrado en 1942 en Palma de Mallorca, donde su padre, militar de marina, estaba destinado en la base militar de Soller. Su padre, Carlos Pardo, era gaditano y llegó a ostentar el máximo grado de almirante. Su madre, Aurelia Suárez, era gallega. La familia se traslada a Ferrol a finales de los 40 y allí realiza Juan sus estudios para marchar a Madrid en 1960, siempre siguiendo los pasos de su padre. En la capital vivirá muchos años y será el escenario donde desarrollará su carrera musical, pero una parte importante de esa carrera la hará cantando en gallego. Ahora usted, lector, decida de dónde es Juan Pardo.
Una enfermedad ocular le impide entrar en la escuela de la Armada y Juan lo decide contra todos los vientos y mareas: será músico. Su primer conjunto son Los Vándalos. Pero los primos de Juan, José Ramón y Fernando Pardo, habían formado uno de los conjuntos juveniles más famosos de Madrid, a pesar de carecer de discografía: Los Teleco, y allí entrará brevemente Juan como cantante en 1962. Dará enseguida el salto al primer conjunto capitalino, Los Pekenikes, un grupo en eterna búsqueda de cantante. Con ellos se presenta a grabar en Hispavox y su director artístico tras escucharlos unos minutos dictamina que Juan no vale para cantante y recomienda que llamen de nuevo a su anterior vocalista, que no era otro que Junior.
Ese rechazo permite a Juan irse a otro sello y grabar un EP en solitario: «Juan Pardo con su Conjunto» (Fontana, 1963). En eso también coincidirá con Junior, que grabaría también un disco en solitario poco después y como él no obtendría éxito alguno. El conjunto al que alude el título es Los Teleco; sin embargo, la marca impone finalmente que los acompañantes de esta ópera prima de Juan sean Los Relámpagos.
De vuelta a Los Pekenikes y a Hispavox grabará con ellos tres EP en 1963 y 1964. Ese año entrará a formar parte de Los Brincos y en 1967 se independizará de ese grupo junto a su compañero Antonio Morales para formar Juan y Junior. Esta nueva aventura finalizará a finales de 1968. El Día de Reyes de 1970 Juan Pardo se presenta en concierto en El Ferrol, arropado por un espléndido conjunto de acompañamiento que incluye la guitarra de Berry, ex de Adam Grup y Gente Feliz, y la batería de Manolo Varela, antiguo componente de Los Diablos Negros y Los Botines. Antes ya había sido nº 1 de ventas, pero ese era su examen en su tierra, pues él por encima de caprichos geográficos del destino, ante todo se consideró gallego.
Esos pésimos profetas llamados críticos musicales auguraban un brillante futuro como solista para Junior y dudaban mucho de la capacidad interpretativa de Juan. Pronto saldríamos de dudas. “La Charanga” (Novola, 1969) alcanzaría el nº 1 de ventas en otoño. Una canción que rompía todas las normas del hit. Dura más de seis minutos, no es bailable, tiene un cierto aire folclórico y se publica en una doble edición en castellano y gallego. La carrera está lanzada a partir de ese momento y en menos de dos meses se venden ciento cincuenta mil copias.
La actividad de Juan Pardo es frenética, pues a su vena interpretativa se une la de compositor para figuras de la talla de Fórmula V, además de actuar en Madrid en un espectáculo musical con Karina como partenaire.
Pronto aparecerá su primer LP: “Juan Pardo” (Novola, 1969), con un estilo aún poco definido y su segundo sencillo: «Toros en México / El Poeta» (Novola, 1969), con el que vuelve a los primeros lugares de las listas. Si el año no había sido suficientemente completo, protagoniza la película: “A 45 Revoluciones por Minuto” (1969) de Pedro Lazaga, junto a Ivana, Fórmula V y Los Ángeles.
Lanzará con repercusión escasa el LP “Soledades” (Novola, 1971), pero seguirá siendo un tremendo vendedor de singles con canciones tan recordadas como “Cuando te Enamores” (Novola, 1970). El primer largo que va a vender mucho será: “Natural” (Erika, 1972), que alcanzará el primer puesto en este formato. Se trata de un LP de transición que le abrirá la puerta de Ariola, donde comenzará su etapa más fecunda.
En 1973 hará un disco enteramente en inglés: “My Guitar” (Ariola, 1973). Tan solo el sencillo extraído de él, “My Guitar Versión en Español” (Ariola, 1973), aparecerá en versión castellana. Es un trabajo eminentemente pop que plantea una visión muy distinta de Juan Pardo, a la que tenemos comúnmente. Las influencias de Cat Stevens son palpables en este trabajo. Seguirá pugnando por hacerse un sitio en el mercado anglosajón con “Conversaciones Conmigo Mismo” (Ariola, 1974), formado por temas cantados también en inglés. La canción de igual título se estacionará durante tres semanas en lo alto del hit parade.
Desengañado de romperse la cabeza contra el muro inglés, cambia totalmente de registro para hacer “Hotel Tobazo” (Ariola, 1975). Un disco con temas románticos que comienza a alejarse del pop y en el que cuenta con los coros femeninos de una pareja de lujo: una jovencita llamada Luz -por entonces se hacía llamar Luz Galicia- y una veterana, Ana Sánchez, de Ana y Johnny. No fue un disco muy vendido ni está entre los mejores suyos, pero marcó de forma decisiva el futuro de Juan, que desde ese momento explotaría en sus discos baladas no exentas de algún guiño al pop. Todavía haría una probatura más con “Calypso Joe” (Ariola, 1976), con aromas de ska y reggae y sabor a ron jamaicano. En este disco su banda de acompañamiento son Los Comodines, a los que produce en ese momento.
Y es un buen punto para referirnos, siquiera someramente, al Juan Pardo productor y autor. Por citar algunos del centenar largo de artistas destinatarios de sus creaciones y descubiertos o tutelados por él, hay que citar a Rocío Jurado, Peret, Fórmula V, Pecos, Camilo Sesto, Massiel, Andrés do Barro, Juan Camacho, Parchis, Emilio José, Luis Gardey, Los Mismos, Nuestro Pequeño Mundo…
«Galicia, Miña Nai dos Dous Mares» (Ariola, 1976) será su primer LP cantado íntegramente en gallego, en el que incluirá el himno a Galicia. No será su único himno, pues aquel mismo año compondrá y grabará la sintonía o himno de UCD, el partido de Adolfo Suárez, que formaría el primer gobierno democrático de la transición. Al año siguiente haría la única incursión reseñable en el teatro musical, componiendo la música y canciones de «Madrid, Pecado Mortal» (1976) de Antonio D. Olano, una comedia de éxito, pero muy pobre en cuanto a calidad literaria y músical, cuyo único atractivo era que todos los actores y actrices pasaban en pelotas casi toda la obra. Su objetivo era únicamente denunciar la censura existente tantos años y celebrar su abolición.
Los últimos 70 marcan un bache para Juan Pardo como intérprete, aunque como autor y productor la cosa le marcha viento en popa. Hace su última entrega bajo la marca Ariola. Se trata de “Amor Mío” (Ariola, 1978), que poco aporta a su carrera discográfica.
Tras tomarse un respiro relativo va a caer en Hispavox, aquella marca que veinte años antes lo había rechazado por no saber cantar. Va a plantear un nuevo cambio que afecta lo físico, la música y sus destinatarios naturales. Juan Pardo va a emprender su carrera madura con temas destinados fundamentalmente a un mercado marcadamente adulto. Su primer disco en esta rentrée en Hispavox será “Juan, Mucho más Juan” (Hispavox, 1980), que contiene “Amar Después de Amar / No me Hables” (Hispavox, 1980) que lo devolverá al primer puesto de ventas en singles.
Pero lo más fuerte está por llegar. El nuevo estilo de Juan Pardo gusta y él atraviesa un buen momento compositivo. «¡Bravo por la Música!» (Hispavox, 1982), con seiscientas mil copias y “Caballo de Batalla” (Hispavox, 1983) con trescientas cincuenta mil son sus LP más vendidos en España. Ambos alcanzan el nº 1 y en ellos habitan canciones tan conocidas como: “Hay que ver”, “Bravo por la música”, “Ahora que no estás” y un par de duetos junto a Rocío Jurado, a la que le unirá colaboración y amistad hasta el fallecimiento de ella. No es que ahí se acabe la carrera musical de Juan, pero ya nunca se aproximará a esas cifras y sus siguientes álbumes marcarán un lento ocaso, al que puntualmente asistiremos en los especiales fin de año de TVE, de los que no se perdía ni uno.
Momentos importantes en lo personal y, hasta cierto punto, en lo musical, son el reencuentro con Fernando Arbex, con el que tras muchos años sin hablarse se reconcilia y graba en los estudios londinenses Snake Ranch “Un Sorbito de Champagne” (Hispavox, 1984) o el doble LP en vivo “Pardo por la Música” (Hispavox, 1985), en un año en que Mari Trini también había hecho su doble en directo.
Seguirá surtiendo las tiendas de discos, pero el declive se hace manifiesto a partir de finales de los 80, aunque, evidentemente Juan es mucho Juan y de largo en largo sorprende con obras llenas de madura dignidad al lado de otras que se las podría haber ahorrado perfectamente. Algunos de sus últimos hitos son: “Gallo de Pelea” (Hispavox, 1989) o “La Niña y el Mar” (Hispavox, 1993).
En 1997 grabará un larguísimo doble CD de desigual contenido cantando en gallego junto a Amancio Prada, Joan Manuel Serrat, Gwendal, Paloma San Basilio y otros. Su título lo dice todo: “Alma Galega” (Hispavox, 1997).
Aún extenderá su carrera personal hasta los primeros años de este siglo. En 2003, la SGAE le rinde homenaje por ser el autor español que más derechos ha devengado. Pocos como él merecen el apelativo de El Amo.
Su último trabajo discográfico será «Lua Chea» (EMI, 2004).
Hoy, Juan Pardo, envejece elegantemente y resume en sí mismo la historia de la música española del siglo XX, repartiendo su tiempo entre Madrid y Galicia y dedicándose a su nuevo hobby de la pintura. Me gusta mirar los índices y glosarios de los libros y hoy me he fijado en un dato. En el libro “Historia del Pop Español” (Rama Lama, 2005) de José Ramón Pardo -el mismo de Los Teleco-, el nombre de Juan Pardo es el que más veces aparece con 43 referencias. Si me sigo fijando, su nombre aparece por primera vez en la página 14 y la última en la 392. Todo eso en un libro de 436 páginas. Eso se llama simplemente ser el amo de la música española.
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