José María Dalda nació en Calatayud en 1942 y solo la insistencia de unos amigos encaminaron su vida por el mundo de la canción. En 1963 le animaron a presentarse a un concurso organizado por Radio Juventud de Calatayud y su locutor Fernando Mármol. Aquel concurso no era otra cosa que una eliminatoria para un certamen nacional de cantantes aficionados. De triunfar en su pueblo pasó a la final regional y de ahí a ser el representante de Aragón en el susodicho certamen que tenía su final en Las Palmas de Gran Canaria.
Pero entre medias se cruza la mili y debe andar de cabeza para que le concedan un permiso especial para trasladarse al archipiélago. Allí por fin obtendrá el segundo premio en la especialidad de música iberoamericana y también el segundo de interpretación.
Liberado del uniforme caqui se traslada a Madrid. El locutor Juan de Toro le apadrina desde Radio Madrid de la cadena SER y lo inscribe en el Festival de Madrid organizado por esa emisora. José María se alza con el primer premio con “Olvida” (Philips, 1964), que le valdrá un contrato discográfico con un sello de postín. A raíz de ese triunfo actúa bastante por las salas madrileñas.
Su voz bien timbrada, potente y un tanto impersonal es idónea para defender cualquier canción festivalera y esa característica le va a hacer ser requerido para participar en un buen número de los muchos festivales veraniegos en ciudades costeras.
Su gran año va a ser 1965 con la publicación de tres extended play y su participación en el Festival de Benidorm. Allí concurre con tres canciones y coloca todas ellas en la final. La mejor clasificada será “Balada del viejo piano”, que ocuparía el cuarto puesto; sin embargo la que mayor fama le reportaría será “El capitán”, que también sería grabada por Laura. Pero el verdadero espaldarazo va a venir al serle otorgado por el jurado el Primer Premio de Interpretación, algo nada desdeñable y por delante de cantantes emergentes como Federico Cabo, Alfredo o Los Martin’s. Fruto de todo aquello será su EP: “José María Dalda en Benidorm”(Philips, 1965) que colocará al cantante bilbilitano por primera y última vez entre la primera decena de las listas poco fiables de éxito y ventas de aquella época. Su foto aparece en las revistas al lado de la de figuras consagradas como Tito Mora o Raphael y parece presagiar una exitosa carrera para el cantante maño. Cierra el año con la publicación de un EP dedicado fundamentalmente a baladas italianas: “Anochece / Si No Te Tuviera Más / Te Veo Marchar / Melodía Encadenada” (Philips, 1965), que se vende razonablemente bien.
En 1966 continúa su periplo festivalero y publicando un disco de éxitos internacionales siempre con el denominador común de la melodía romántica. Fruta del tiempo con temas de Beatles y de Eurovisión. Aquel verano y el siguiente serán pródigos en actuaciones que le llevarán por Galicia, Asturias y Aragón. A finales de ese año graba “Payaso” (Philips, 1966), una de sus canciones más conocidas que dará título a otro de sus EP.
Pone punto final a su trayectoria discográfica con un disco dedicado a estándares norteamericanos cantados en español: “Pequeña Flor / El Amor Es Algo Maravilloso / Candilejas / Laura” (Philips, 1967). Canciones bien interpretadas de un repertorio internacional que tampoco alcanzan los hit parades.
Los festivales veraniegos comienzan a decaer y cantantes de buena voz como José María Dalda ven también como son menos solicitados que antes. No obstante, aún conseguirá en 1968 el segundo premio en el Festival de Tenerife, que al parecer había sido amañado para que se produjera el triunfo de los hermanos portugueses Jess & James. Al año siguiente ganará de nuevo el premio de interpretación en el Festival de Málaga, dejando constancia de poseer una de las mejores voces masculinas de la década de los 60.
Un tanto desilusionado y obligado por las circunstancias familiares a hacerse cargo del negocio de joyería; un negocio que aún conserva en su Calatayud natal, decide retirarse de los escenarios, dejando a medias una carrera que debía haber tenido más largo recorrido.
Pero como el que es picado por la serpiente de la música nunca elimina del todo ese veneno, en 1993 vuelve a participar en un festival benéfico y a partir de ahí realizará grabaciones y actuaciones esporádicas casi siempre circunscritas al ámbito de su localidad. Algunas grabaciones de escaso interés dedicadas a rancheras, jotas o musicando poemas donde vuelve a demostrar que el que tuvo, retuvo y que aún hoy es un auténtico héroe local en el pueblo zaragozano donde nació ha pasado prácticamente toda su vida.
Una voz versátil y con una calidad fuera de toda duda que sirvió de soporte perfecto a los compositores españoles que escribían temas románticos para festivales veraniegos. Una voz que, como otras, se vio abocada a la desaparición cuando aquellos certámenes de promoción musical y turística fueron borrados de la geografía española.
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