Jorge Ilegal y Los Magníficos

Jorge Martínez llega a la música latina a través de las antiguas orquestas de baile. Con diecisiete años tocaba en una de ellas, en la que ninguno de los otros músicos bajaba de los 60 años. Esta orquesta se llamaba, en un principio, Los Siete Magníficos. Posteriormente, se le cayó el siete porque nunca eran esa cifra: «Ocho en verano, cuando había que reforzarla porque la gente tenía vacaciones y trabajaba en otras cosas; o seis, cuando tocábamos en sitios pequeños en invierno como discotecas o sala de fiestas». Con esta gente mayor Jorge aprendió muchas cosas: a dignificar el oficio, a respetar la música y trabajar con elegancia. “Hacían arreglos fáciles, pero no ramplones”, recuerda el Ilegal.

Sin embargo, esto ya no es así. Para Jorge Ilegal, las actuales orquestas ya no visten con elegancia. Su imagen roza el ridículo. Además, ya ni cuidan el sonido, ni respetan la música que tocan. No se preocupan por aprender a tocar, llevan gran cantidad de sonidos pregrabados, el repertorio se olvida de los clásicos y solamente tocan repelentes éxitos de última hora, cayendo en la pachanga más insulsa e insultante. La música latina, en fin, lleva muchos años siendo maltratada y hay que dignificarla.

Y eso es lo que Jorge Martínez llevaba muchos años, cerca de veinte, proyectando, y comentando con otros compañeros dentro y fuera de Ilegales. Por fin, a mediados del 2010 el proyecto se convierte en realidad: Jorge Ilegal anuncia la desaparición de Ilegales y su reconversión en Jorge Ilegal y Los Magníficos.

El proyecto se podía haber iniciado antes, pero claro, si uno realmente se lo quiere tomar realmente en serio, con una voluntad arqueológica, de investigación y dignificación, de recuperación de músicas que, aunque parecen haber pasado de moda hace casi un siglo, siguen en el alma de la gente, necesita contar con los instrumentos adecuados: Poco a poco, fueron recopilando instrumentos de los años 40 y 50. “Incluso más antiguos. La guitarra más antigua que tenemos es de 1933. Una guitarra Vega que se hacía en Boston, y luego guitarras españolas, por supuesto, me gustan mucho las Ramírez, las Hermanos Conde… Hay unos cuantos guitarreros muy buenos en España. Llevamos un vibráfono de 1937, un Musser maravilloso, una colección de saxos y otros instrumentos de viento que están hechos con un metal que ahora está prohibido, porque dicen que es venenoso porque lleva plomo…”

Además, hace falta rodearse de los músicos adecuados, de la máxima confianza de Jorge Martínez. Así, En esta nueva aventura, reúne a la sección rítmica de los últimos Ilegales: Alejandro Blanco al contrabajo, y Jaime Beláustegui a la batería, más la entrada de dos viejos conocidos, Juan Flores, el Hombre Lobo de Mieres que ya acompañó a Ilegales durante varios años, y que se encarga de todo tipo de instrumentos de la familia viento-metal, y un vibrafonista, llamado Xuan Zem, el líder del extraño proyecto llamado como su apellido, Zem, que mezclaba psicodelia, rock progresivo y jazz, entre otras cosas, y en el que Jorge Martínez participaba como guitarrista, junto a otros antiguos miembros de Ilegales, como Rubén Mol o Rafa Kas.

Otro aspecto que es necesario cuidar es el sonido: Jorge Ilegal ha construido unos estudios que ha denominado La Casa del Misterio. “Nos gastamos la pasta en tener unas salas con unas condiciones acústicas en las que se pudiera grabar y una microfonía adecuada. Una vez grabado nuestro disco con un buen sistema de sonido no hubo que arreglar nada. Tenemos un sistema que crea el estéreo recogiendo todo el sonido de la sala. En vez de hacerlo de una manera artificial, lo hacemos con la colocación de los micros. Se fue haciendo el disco así, instrumento por instrumento, para conseguir este sonido.”

Finalmente, y dado que la imagen elegante forma parte de las orquestas que se quiere reivindicar, había que dar también un repaso a la indumentaria del grupo: tras buscar y rebuscar, encargaron los trajes a unos sastres ya jubilados, que estaban en activo en los años 50, que recuperaron antiguos patrones para que el grupo tuviera el aspecto elegantes de las orquestas de entonces.

Una vez que se dieron todos estos pasos, ya sólo queda el último detalle: las canciones, la recuperación de esa música latina de los guateques y orquestas de pueblo, situarse en un futuro paralelo en el que jugar a qué hubiese pasado de no producirse la invasión anglosajona y la llegada de los Beatles, tratando de no caer en la pachanga, y recuperando ritmos como joropos, sones, guarachas, guajiras, mambos, boleros, swing, twists, rock primitivo, etc. Para ello, conforman un repertorio a base de canciones propias que integren el espíritu de los Ilegales en las letras, los ritmos latinos en sus músicas y la sencillez en los arreglos, así como versiones de clásicos de diferentes estilos. El repertorio se va componiendo, escogiendo y trabajando y se integra, finalmente, en el disco de debut, “Jorge Ilegal y Los Magníficos” (Pop Up, 2011).

Tras el disco, prácticamente un salto sin red para un músico del estilo y el público de Jorge Ilegal, se embarcan en una gira que les lleva por diferentes escenarios de toda España, teniendo en cuenta, en todo caso, que los locales tengan la acústica necesaria para los instrumentos y estilos tocados.

Como disponen de local propio, la idea inmediata es la de ir grabando material por bloques estilísticos: tango, twist, rock, etc e irlo entregando en pequeñas dosis, a la vieja usanza, en forma de discos de corta duración: cinco o seis canciones por entrega. Así pues, con el tiempo veremos en qué queda este experimento, y si logra alcanzar sus fines. En todo caso, como dice Jorge Martínez, “un horizonte mental único no es higiénico; si podemos ayudar a expandirlo, vamos en el buen camino”.