Malagueña de aspecto nórdico, Ivana representa como ninguna otra chica yeyé el ideal de mujer independiente, capaz de tomar sus propias decisiones y contraria a toda manipulación machista o religiosa. Su melena rubia, su cuerpo estilizado y sus piernas interminables le conferían un atractivo agresivo que casaba mal con el ideal de dócil chica casadera que imperaba en aquellos años 60. Eso supuso un cierto freno a una carrera que pasó por diversas fases y abandonaría justo en el momento de mayor éxito mediático.
En la trayectoria de Ivana pueden distinguirse tres periodos. En el primero nos encontramos a la típica chica yeyé de provincias que tras su peregrinaje por diversas emisoras y salas de su ciudad natal es fichada por un sello discográfico para grabar su primer disco: “Qué Bueno, Qué Bueno!” (Columbia, 1964). La canción de marras había sido la representante eurovisiva española aquel año en la voz de la racial Conchita Bautista, conociendo su versión más vendida y mejor valorada en las voces y guitarras de Los Sirex.
En una segunda fase, la cantante con veinte años recién cumplidos va a marchar a Madrid. Allí grabará canciones melódicas con ropajes orquestales y explotará su fotogenia y palmito en reportajes fotográficos y portadas de discos. Precisamente en su segundo disco: “Perdónale / Corazón Loco” (Columbia, 1966) la cantante va a aparecer en la portada en bikini sobre la nieve, cual walkiria hispánica. Ninguna cantante española se había atrevido a aparecer tan corta de ropa en una carátula. Por otra parte, el bikini era todavía un símbolo de desinhibición y de protesta contra el recato y la hipocresía impuestos a la mujer española por treinta años de nacional-catolicismo.
En una tercera fase, la más conocida, Ivana va a ser lanzada como futura estrella cinematográfica. La película en cuestión va a ser una de las mejores muestras del pop español en la gran pantalla. Ivana va a ser la protagonista femenina de: “A 45 Revoluciones por Minuto” (Pedro Lazaga, 1968), en la que también intervienen Juan Pardo, Fórmula V y Los Ángeles. En esa cinta, va a cantar dos canciones: “No me lo Puedo Creer / Pasa sin Llamar” (Columbia, 1969), que darán forma a su single más vendido.
Inesperadamente, cuando Ivana parecía tener todas las papeletas para convertirse en la sex symbol de la joven música española, la cantante decide retirarse para volver a ser simplemente María Rosario Díaz. Tras terminar sus estudios y vivir durante varios años en el extranjero, se dedicó al periodismo, ocupando corresponsalías en América y viviendo la mayor parte del tiempo fuera de España. Cantantes y actrices como Ivana y su impactante imagen hicieron más por la modernización de la mentalidades españolas que todos los panfletos feministas, constituyendo una auténtica revolución escondida, que entre 1965 y 1975 transformó el país y preparó una transición, que se hizo realidad sobre todo porque desde años antes los jóvenes habíamos modificado sustancialmente nuestros valores y hábitos sociales.
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