Internet 2 dice la Wikipedia que es «un consorcio sin fines de lucro que desarrolla aplicaciones y tecnologías de redes avanzadas, la mayoría para transferir información a alta velocidad. Es una red telemática desarrollada principalmente por las universidades estadounidenses, construida en fibra óptica y permite altas velocidades con una gran fiabilidad. Es llevado por 212 universidades de Estados Unidos y otras 60 compañías tecnológicas como Comcast, Microsoft, Intel, AMD, Sun Microsystems y Cisco Systems». Bien, antes teníamos a los masones (o bueno, estos siguen por ahí), y ahora tenemos a estos con el mismo denominador común: a nadie le queda claro lo que hacen. Como tampoco les quedará claro a muchos a qué diantres se dedica Carlos Carbonell.
Internet2 surge en 2006 como grupo de acompañamiento a las exposiciones del colectivo cultural Comte d’Urgell, el nombre bajo el que trabajaban Carlos Carbonell y Jordi Ferreiro y que se ha encargado, entre otras cosas y enlazando con su vertiente artística más musical, del artwork de discos como «Alegranza» (Producciones Doradas, 2007) de El Guincho o «Desayuno Continental» (Mushroom Pillow, 2009) de Extraperlo, asi como desarrollar las proyecciones visuales para el primero. Al poco tiempo se les une Elisa Riera, graban una maqueta de cinco canciones y comienzan a sonar, tocando en muchos sitios, sobre todo galerías. Incluso son elegidos entre los diez mejores grupos de Barcelona según la MondoSonoro y llegan a tocar en Berlín.
Elisa y Jordi dejan el grupo, y Carlos sigue con él como un proyecto en solitario, siempre con carácter vanguardista y con un aspecto visual muy importante, desarrollando una performance impactante en la que tapado con un mantón con figuras coloridas y poliédricas va dando saltitos sobre una alfombra midi de cuatro metros, al mismo tiempo que toca el clarinete. Una especie de Twister tecnológico que no deja indiferente y que ha pasado por escenarios tan variopintos como el Sónar, el Pompidou de Paris, las fiestas de New Musical Expres en Irlanda o el festival Musiques Volantes de Metz.
Pero el proyecto de Carlos salta del circuito más arty por su eminente carácter pop. Y es que aparte de haber producido música para otros grupos como Método, Garbanzo o Feria, en sus canciones no es raro distinguir retazos ochenteros a lo Roxy Music o Depeche Mode, así como influencias más cercanas como Mogwai o Arquitecture in Helsinki, eso sí, echándole mucha imaginación.
Así, en 2009 y de la mano de Producciones Doradas sale «Viva la Música» (Producciones Doradas, 2009), un disco que no es más que una celebración en forma de homenaje a la música popular, cargado de guiños a la infancia y provisto de su inocencia y espectro cromático. Una obra que en cierto modo se podría equiparar a las marcianadas a las que los hippies setenteros nos tenían acostumbrados por estos mismos lares (Pau Riba o Pep Laguarda, por citar dos) y que continúa de algún modo esta amplia tradición vanguardista de la ciudad. La propuesta tiene gran aceptación, y el disco sale editado en Francia -en split con Norman Bambi- en formato vinilo con precioso artwork a cargo de Markus Oakley por el sello Cartilage Records.
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