Cantantes por tradición familiar, las hermanas Elia y Paloma son hijas de Miguel Fleta (nombre original Miguel Burro Fleta), uno de los tenores más importantes del siglo XX y una de las primeras figuras operísticas españolas. Cuando este gran cantante de la música clásica española falleció en 1938, ellas eran apenas unas niñas. Su infancia transcurrió en un perpetuo ir y venir entre Madrid, donde nacieron, Zaragoza, Nueva York y Salamanca, de donde era natural su madre. Al inicio de la Guerra Civil la familia huye de Madrid, ya que Miguel es militante de Falange, y se refugian en La Coruña, donde fallecería dos años después.
Carmen Mirat, madre de Paloma y Elia, siempre cuidó los estudios musicales de las dos niñas, que recibieron lecciones de canto prácticamente desde la cuna. Pero ninguna tenía cualidades musicales para el bel canto, por lo que decidieron dedicarse a la música ligera. Las primeras noticias que tenemos de las Hermanas Fleta datan de los primeros años 50, en que se presentan en «Cabalgata Fin de Semana», programa de Radio Madrid conducido por su locutor estrella, el chileno Bobby Deglané. Este mítico presentador radiofónico las anima a dedicarse profesionalmente a la canción y les encuentra un sitio en Columbia, donde graban su primer disco: «Mulita / Pénjamo» (Columbia, 1952). En aquella época los discos traen una canción por cada cara, son de pizarra y giran a 78 r. p. m.
El éxito de sus primeras grabaciones es apoteósico. En un país aislado de cualquier moda, dominado de cabo a rabo por la copla, el tango y la música mexicana, su estilo internacional pronto marca un timbre de distinción y sus canciones son demandadas una y otra vez en los programas de canciones dedicadas que tanto abundaban en la radio de aquel tiempo. Su presencia en actuaciones radiofónicas en directo y en teatros es seguida por multitud de personas. «Ya Llegó la Primavera / Vamos Siempre Caminando» (Columbia, 1953) y «Amor de Mi Alma / Española» (Regal, 1954) las cuelan en todos los hogares a través de aquellos receptores de radio de tamaño colosal con teclas de nácar blanco en el frontal y altavoz forrado de tela, alrededor de los cuales se reunía la familia a diario. Canciones de ritmos sudamericanos: boleros, carnavalitos, fox-trots, mambos y algún que otro pasodoble español conforman su repertorio.
En aquel 1954 son de las primeras en prestar sus voces para un experimento importado del extranjero. El invento se llama microsurco. Trae cuatro canciones y se fabrica en un vinilo grueso, escasamente flexible y proclive a ralladuras. Ha nacido el extended play. Ya en su nuevo sello, las Fleta editan «Canción de la Calle / Canta, Guitarra / Amor de Mi Alma / Española» (Regal, 1954). Su canción principal va a constituir un importante éxito para el dúo fraternal. Temas como «La palomita«, «Chino Li-Wong» o «María la O«, «Carnavalito inca«, etc., convierten 1955 en un año fundamental para su carrera.
En 1956 deciden hacer las Américas y viajan al nuevo mundo para establecerse primero en Venezuela y poco después en La Habana, donde se convierten en figuras cotizadas y tienen ocasión de codearse con las grandes figuras de la canción norteamericana, que entonces actuaban con asiduidad en los casinos y cabarés cubanos. Allí van a realizar nuevas grabaciones, en su mayor parte no editadas en España en aquel momento. Sus discos serán editados en todo el continente, incluido Estados Unidos. De su época habanera procede la foto que ilustra esta biografía en la que se ve a Elia, a la izquierda, y a Paloma, a la derecha.
Tras dos años deciden regresar a la patria. Su música está ahora influenciada por grupos como Andrews Sisters, que habían arrasado las listas americanas en la primera mitad de los 50. Su regreso no va a poder ser más triunfal y el primer disco de esa rentrée es un EP: «El Cha-ca-cha del Tren / María la O / Ya Sé que Tienes Novio / Háblame sin Palabras» (Montilla, 1958). Un disco sin desperdicio con el que de un plumazo recobran el trono de la radio española. A partir de ese disco, editarán sus discos bajo sus nombres de pila: Elia y Paloma Fleta. Luis Araque, médico y compositor zaragozano, se convertirá en su arreglista y director de orquesta y junto a él grabarán algunos discos en los siguientes años.
Entran pisando fuerte en la siguiente década con un long play, «Elia y Paloma Fleta» (Montilla, 1960), que contiene canciones emblemáticas como «Piropo«, «Dama de España«, y otras.
En pleno triunfo, Paloma decide romper el dúo para casarse con un norteamericano y establecerse en Tennessee. Tras un breve retiro, Elia Fleta inicia una carrera en solitario que la llevaría a participar en el Festival de Benidorm y otros eventos de la época. Pero la verdadera dimensión de Elia Fleta, va a llegar cuando un joven pianista llamado Juan Carlos Calderón la convence para cantar jazz. Elia se va a convertir en la gran voz femenina del jazz español, actuando en clubes y festivales e impartiendo clases de la especialidad en la propia universidad madrileña. Sería la única cantante con la que el genial Tete Montoliu grabaría un LP, pero eso es ya otra historia. Un hermano de la pareja, Javier Fleta, también grabará algunos discos en los primeros 60 sin lograr ni mucho menos la repercusión de sus hermanas mayores.
Paloma falleció en Estados Unidos a principios de los 80. Una dulce ancianita, Elia, vivió en Madrid hasta 2019, año en el que falleció. Sus voces ligeras, siempre bien afinadas, pusieron una nota cosmopolita en la España de charanga y pandereta de los años 50. «El cha-ca-cha del tren«, recuperada por El Consorcio, es pieza obligatoria en todos los bailes y otros temas suyos guardan bien cerrado el aroma de un tiempo y de una música que ya no volverá, pero que muchos escuchamos con sumo agrado.
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