Hemorragia Sexual

«Estaba bien eso de gritar nuestros eslóganes de odio, palabrotas y demás a través de un par de guitarras distorsionadas y una batería pumba pumba machacona. A eso le llamábamos Hemorragia Sexual«. Quien así lo contaba era Alberto Troll, guitarrista de una banda que pasó por ser una de las pioneras en practicar punk en las Islas Canarias en los 80. En concreto fueron los que lideraron el grupo de punkies que se concentraba en el Campo España de Gran Canaria.

El núcleo fundador de Hemorragia Sexual, sin embargo, lo componen Pispito y Boro Ros, que se hacen a finales de 1982 respectivamente con un bajo y una guitarra de segunda mano y empiezan a componer temas. Juntos sacan canciones como “Anarkía” y “Mr. Reagan”.

«Joder no teníamos ni puta idea de tocar ni de nada«, recuerda Boro de aquellos primeros momentos. De hecho, deciden contactar con Troll, que estudiaba música, para preguntarle sobre acordes de guitarra. Éste se siente atraído por el proyecto y se une a ellos, primero como cantante, pero luego haciéndose cargo él mismo de la guitarra y pasándole el micro a Boro. A su vez reclutan a Gustavo para la batería, vecino y amigo de Troll.

El nombre de la banda se le había ocurrido a Pispito. Fue él quien vino con la idea de Hemorragia, pero pensaron: «¡Coño, vamos a añadirle algo!», y claro, de Sex Pistols… Los de Londres y GBH eran algunas de sus referencias principales dentro del panorama internacional, Siniestro Total, Parálisis Permanente, No, Eskorbuto desde la Península y Subresiduos, Escorbuto Crónico y Familia Real de la escena canaria.

Casi de la mano de la banda, en paralelo a su actividad musical, se fue gestando la elaboración de un fanzine: Menstruación. En la publicación, «una revista a base de fotocopias donde comentar las cosas cotidianas del barrio y desahogarnos a gusto con la recién estrenada libertad de expresión», según lo descrito por Troll en su libro «Degeneración» (2010) editado en la colección  Lágrimas y Rabia de Los 80 Pasan Factura, aprovechaban además para escribir las letras de sus canciones «pues nadie en directo entendía muy bien lo que decían». Y es que cuando definía la manera en la que tocaban en directo, el guitarrista escribía: «El resultado era ruidoso, rápido, agresivo y, si prestabas atención, podías comprobar que no se entendía nada».

«Putas», una de las canciones que se convertiría en clásico en su repertorio, se gestó precisamente a raíz de un reportaje que incluyeron en dicho fanzine acerca de las meretrices de la ciudad. A tenor de lo que contaba el guitarrista en su libro, tuvieron que salir a la carrera cuando intentaron preguntarle alguna cosa.

Empezaron a ensayar en la azotea de la casa de Pispito pero tuvieron que cambiar tras las continuas quejas del vecindario. Inspirados por el rechazo que generaron, compondrían «Todos los vecinos son unos cochinos». Desplazados de su primer emplazamiento, les valía cualquier sitio como local de ensayo, como el garaje que les prestaron en la asociación de vecinos de Arenales.

Pasado el tiempo no reparan en falsa autocomplacencia acerca de la música que hacía el grupo: «Teníamos buenas ideas, además de un buen desparrame por el escenario, pero sonábamos fatal, pero mal, mal de verdad». Certificaban que efectivamente en los ensayos repetían de forma más o menos correcta las canciones pero en directo nos cogíamos tremendo pedo a base de pastillas y priba, que siempre nos equivocábamos».

La primera actuación la dieron en un pueblo del norte de la isla. El ayuntamiento de la localidad les pagó unas ochenta mil pesetas y puso a su disposición un microbús para el desplazamiento. Al llegar al lugar del concierto se encontraron con que la seguridad no les deja entrar: Ya ha habido quien se había acreditado en la puerta como miembros de la banda para poder pasar. Así que a los verdaderos músicos les tocará saltar la valla para poder pasar al recinto.

El concierto se desarrollaría de manera peculiar. Comenzaron con el tema «Me gusta ser un hijo puta», versión de las Vulpess. La reacción del público no se hace esperar, y las madres de los pequeños que se encuentran entre la multitud comienzan a protestar de forma airada. «Vale, vale, señoras, ahora una rumbita», contesta uno de ellos tratando de aplacar a la muchedumbre. Eso sí, se vuelve a sus compañeros y dice: «Tocamos ‘Putas’, vamos uno dos tres…». Evidentemente la reacción no se hace esperar y no llegan siquiera a terminar la canción porque les cortan la luz y el sonido. Además se percatan de que algunas de las mujeres que protestaban han ido ya a pedir refuerzos entre los hombres del pueblo, que se acercan armados con palos en actitud amenazante. Tras poner los instrumentos en lugar seguro, el grupo decide salir del escenario, lo que parece bastar para apaciguar los ánimos, contentándose la turba con insultar a los músicos. Sin embargo la troupé de amigos que acompañan a Hemorragia Sexual y que se habían desplazado con ellos para ver la actuación responden con violencia a las provocaciones de los lugareños. Tras un intercambio brutal de golpes consiguen escapar maltrechos en el autobús.

A partir de entonces la banda quedó vetada por todo el norte de la isla de Gran Canaria, donde ya no tocarían en un concierto público nunca más. Su segunda actuación, ya como Hemorragia Social, por evitar una excesiva identificación pistoliana, iba a ser en Lanzarote, con noche de hotel incluida. Para la ocasión prepararon una serie de panfletos elaborados como cómics «más graciosos que reivindicativos» titulados «Vasco Me Da Asco». Incluían calaveras recortadas de revista y mensajes como: «La puta patria apesta, por su coño pare mierda, a la mierda patria y Rey, por el culo a Dios les den. Escupe a la bandera», junto a consignas contra la política y el Papa Juan Pablo II y letras varias del grupo Cojones PutrefactosAñade este contenido. Con unas cien fotocopias de estas rellenaron el estuche de la guitarra.

Momentos antes del concierto, algunos de los componentes deciden pasar por un bar de las inmediaciones que resultó ser uno de los pocos lugares de la isla en los que se traficaba con droga. De hecho les sorprende una redada policial y son cacheados. Tras examinar los panfletos deciden llevarlos a comisaría, donde se entabla un verdadero diálogo de besugos entre los músicos y los agentes del orden público que no entienden nada de lo escrito y que no dudan en soltar alguna que otra bofetada si las respuestas no resultaban convincentes. Finalmente deciden dejarles retenidos por tentativa de propaganda electoral, teniendo que cancelarse el concierto que se suponía tenían que dar horas después. El grupo termina siendo denunciado con cargos del tipo: «En el lugar de los hechos, al grupo Hemorragia Social, les fueron incautados unos panfletos provenientes de los Cojones Putrefactos, los cuales fueron usados según declaran, como degeneración espontánea sin ningún tipo de premeditación». Como era de esperar, en el juicio celebrado días después, se les absolvería de todos los cargos.

Reunidos en la casa de campo del padre de Troll graban una maqueta en 1986. Lo hacen de manera rupestre con un radiocasette en el medio y colocando al batería en el fondo. El resultado fue una lista generosa de canciones de pésima calidad de sonido pero que recogía el carácter crítico y festivo de su música. Como contasen de ellos años más tarde en un fanzine elaborado en modo de crónica de aquellos años, Hemorragia Social «destrozaba el rock and roll divertidamente sin cortarse un pelo, alabando en sus letras su peculiar modo de vida y sin tener puto remordimiento».

Compañeros en muchas de sus actividades, coincidirían con Subresiduos en numerosas ocasiones, por ejemplo en el que fuera el debut de la banda amiga en un instituto de la localidad. De la ocasión Troll sólo recuerda las «cinco anfetas por cabeza y una botella de cognac».

Durante los conciertos desarrollan el escupitajo como medida de defensa, más que nada porque en las primeras filas se suelen situar sus colegas que les acompañan a todos lados con el propósito de cubrirlos de esputos. En realidad era a ellos para los que realmente tocaban, «al resto, ni siquiera los veíamos. A lo mejor no había nadie».

La banda se disuelve en 1986, cuando Troll y Gustavo se van con Juanjo (Subresiduos) para formar Psicosis Crítica. Por su parte Pispito y Ros formarían Defekados DFK2.

Ninguna de estas bandas dejaría grabación alguna en forma de disco en lo que estuvieron en activo. Fue mucho tiempo después, en 2007, que Yotty, responsable de Los 80 Pasan Factura, convence a Troll y Juanjo para que entren en estudio y graben parte del repertorio de Psicosis Crítica. De esta manera se gesta «Hay Gente Que No Escarmienta» (Los 80 Pasan Factura, 2007), un CD con la banda en su versión en el siglo XXI. Con el impulso de la reunión se organizan una serie de conciertos y una vez que deciden parar se prepara un retorno similar para Hemorragia Sexual y Subresiduos. El sello discográfico ofrece a ambas formaciones la posibilidad de grabar una cara de un EP a cada uno.

Hemorragia Sexual, que es como deciden llamarse de nuevo, graban de manera igualmente desenfadada a como lo hicieran entonces para la única maqueta que dejaron. Insisten a pesar de la sugerencia de Yotty de grabarlas en un estudio de forma profesional. Para la ocasión no contaron con Pispito, alejado desde hacía tiempo de toda actividad musical, encargándose Troll del bajo, Ros de la guitarra y Gustavo de la batería.

«Vintage / Ke te Jodan» (Los 80 Pasan Factura, 2010) ofrecía un extra de canciones en su versión de CD y venía acompañado por un más que interesante fanzine elaborado para la ocasión en el que muchos de los protagonistas de los años en los que funcionaron las dos bandas rememoraban gran parte de lo vivido entonces.

Hemorragia Sexual tocarían en un par de conciertos por Gran Canaria y Tenerife aprovechando la salida del disco, con Juanillo El Eskoria en la formación, pero, a diferencia de Subresiduos, deciden parar toda actividad al poco tiempo.