En la Barcelona de los 80, la del punk acelerado y el advenimiento del hardcore, GRB destacaron por una personalísima manera de componer canciones, enfocando las letras con idea de remover conciencias, de provocar en el oyente la reflexión despertando su espíritu crítico más allá de etiquetas y sectarismos. Fueron parte de la segunda oleada de bandas catalanas, tras las aventuras de grupos seminales como Ultimo Resorte o Frenopaticss, compartiendo escena con Subterranean Kids o L’Odi Social, por ejemplo. A pesar de lo breve de su trayectoria, muchas de sus canciones son cruciales para entender mucho de toda aquella explosión.
Ultimo Resorte terminó siendo algo parecido a un cocktail explosivo, una bomba del tiempo cuya detonación se aceleró con la combinación de velocidad, abuso de sustancias y una relación estresante con el entorno que les rodeaba. Silvia Escario, su cantante, terminó angustiada y víctima de una crisis nerviosa por lo que el final del grupo se convirtió en todo un alivio. “Silvia cayó en una gran depresión. Estaba viviendo un infierno personal, así que un día desapareció, no volvió a aparecer y ahí se acabó Último Resorte”, contaba Miguel –Mike-, su batería para “Harto de Todo. Historia Oral del Punk en la Ciudad de Barcelona 1979-1987” (BCore, 2011) de Jordi Llansamà. Juanito, su bajista, opinaba que había sido efectivamente un cúmulo de cosas las que habían terminado de descolocar a Silvia, indicando que el consumo de drogas por sí solo no podía haber sido la única razón. Explicaba para ello que éste sería incluso mayor en proyectos posteriores sin que por ello terminara desembocando en el final de los mismos.
Uno de esos grupos que pondrían en marcha nada más parar Ultimo Resorte fue, precisamente, GRB. Juanito se propuso formar junto al batería “una banda más fuerte, más viril” y empieza por ofrecerle a Ángel de Frenopaticss que se uniera como cantante. Él estaba escribiendo letras en otro grupo, Klan KorruptoAñade este contenido, en tono divertido, pero encontraba que algunas de ellas no tenían cabida, sin embargo, en el mismo. La oferta a unirse a la nueva banda le llega un día delante de El Fantástico: “Para mí era un orgullo que la gente de Último Resorte me viniera a buscar, me sentí muy halagado”, le contaba a Jordi Llansamà.
Como guitarrista reclutaron a Alberto, proveniente de Drama del Horror, un proyecto que tenía con Rosa y Strong, también de Último Resorte, en el que, aunque dispusieron de letras y canciones, nunca llegó a fructificar en grupo musical quedando exclusivamente como fanzine.
A la hora de elegir nombre se fijan en un cartel que había en multitud de establecimientos de la Ciudad Condal: “Gremio de Restauración de Barcelona”. Más adelante, en alguna de las entrevistas que les hicieron no tuvieron empacho en contar que, en realidad, las iniciales GRB correspondían a Güevos Revueltos con Bacon.
Su primer local de ensayo lo tienen localizado en una casa medio abandonada cerca del cementerio de Sant Andreu en Llucmajor con L’Odi Social, y casi en la primera sesión en la que se juntan, empiezan a preparar temas como “Soy”. La canción terminaría teniendo una letra que definiría bien a las claras la intención del nuevo grupo: “Soy / Sé cómo soy / Sé por qué soy así / ¿Lo sabes tú? ¿Qué sabes tú de ti? / Sé a quién culpar / o agradecer / y se por qué”. GRB practicarían ante todo un punk introspectivamente crítico, de los que obligaban al oyente a reflexionar. Ejemplo de lo que se vivió en Barcelona a mediados de los 80 su música estuvo fuertemente influenciada por la actitud de bandas internacionales del momento como MDC (“Te estaban haciendo pensar en lo que hacías y por qué lo hacías”) o la velocidad de otras como Dead Kennedys.
El primer concierto lo dan precisamente aprovechando la visita de uno de esos grandes nombres foráneos a Barcelona: Impact. GRB teloneó a los italianos cuando tocaron el 1 de julio de 1984 en el Casals dels Transformadors. Su repertorio entonces consistió exclusivamente de cuatro temas. Además de la ya mencionada “Soy”, tocaron “Eso es guerra”, “Política estúpida” (recuperado de la última época de Último Resorte) y la que entonces titulaban “Tortura” (posteriormente la llamarían “No ha habido cambio”).
Volverían a repetir en directo un poco después, ya en otoño de ese mismo año, cuando participan en el evento que organiza el colectivo squat de Barcelona al que además pertenecen varios de ellos. La asociación realizó su primera ocupación el 7 de diciembre de 1984, y entre los detenidos por la policía por aquella acción estaban muchos de los componentes de bandas de los grupos de entonces: Boliche de Subterranean Kids, Tina de Sentido Común, Rosa de Último Resorte o Ángel de GRB.
De esta primera etapa consta la grabación de una maqueta en los estudios Sonocentro que incluía unos 7 temas: “Soy”, “Nazis… muertos!”, “Eso es guerra”, “¿Qué quereis?”, “No ha habido cambio”, “Buen camino” y “Cínica justicia”.
Alberto tendría entonces que ir a Menorca para cumplir el servicio militar y el grupo decide incorporar a Strong (también excomponente de Ultimo Resorte y que a su vez acababa de cumplir la mili) para reemplazarlo. Lo que en principio se había concebido como una sustitución temporal, hasta que volviera Alberto, se convertiría, sin embargo, en una estancia definitiva, reestructurando la banda a formato de quinteto, cuando regresó este último. El sonido de la banda se reforzaría enormemente con la nueva disposición: “Cuando tocábamos en directo los técnicos se volvían locos, porque al haber dos guitarras creían que una era rítmica y la otra solista, así que iban de culo intentando ordenar ese barullo. Éramos ruido rápido”, contaba Juanito. “(…) Vimos que una segunda guitarra nos iba a aportar frescura. No estaba previsto, pero fue lo natural”, corroboraba por su parte Ángel al respecto de la estructura con dúo de guitarristas.
El grupo funciona apoyándose principalmente en la sensación de unidad que reina entre todos. A diferencia de lo que ocurría en proyectos previos a los que habían pertenecido, sienten estar participando en algo todos a la vez. “Fue pasar de una cosa que no era mía como Último Resorte, a algo propio que me permitía disfrutar del proyecto” decía Mike. “Nos entendimos enseguida, todos teníamos dentro algo que expulsar (…) Todos teníamos ganas de echar algo por la boca”, contaba el cantante por su parte.
Cambiaron de local, desplazándose a la que llamarían La Ratonera, situada en el Nou de La Rambla y que decorarían con el dibujo de su ratón de siempre en la puerta. Las condiciones allí tampoco eran excepcionales: de la humedad se formaban capas blancas de moho de un día para otro.
La implicación era total. El grupo terminaría convirtiéndose en la actividad principal de sus componentes, su razón de ser. Es por ello que en cuanto se ven con material suficiente no dudan en tirar de los pocos recursos de los que disponen como chavales de 20 años que son, y pagar unas ocho horas de grabación en verano de 1985 en un estudio “por la zona de Maragall, en Barcelona”, para dejar registrados unos 18 temas para una maqueta: “G.R.B.” (Drama del Horror, 1985) que apenas llega a los veinte minutos. “Reunir el dinero para poder grabar esa maqueta representó un esfuerzo titánico para nosotros” constataba Alberto.
Tampoco era de extrañar que hubieran logrado incluir tantas canciones en esa primera cinta. Ensayaban de lunes a domingo un mínimo de cinco o seis horas al día, por lo que cuando entraron en estudio llevaban todo “súper mascado”. Dos de estas canciones, “Ineptos” y “No al servicio militar” pertenecían al repertorio de Frenopaticss; otra, “No interés”, traía la letra de Silvia Escario y para “Lo que hace el dinero”, aprovecharon un poema del Arcipreste de Hita. La cinta venía editada por el fanzine Drama del Horror y se presentaba dentro de una bolsa de plástico con una serie de hojas con las letras, collage y dibujos. “Nos curramos las portadas a fotocopia e hicimos las copias en Soniduplex”, contaba de la edición de la cinta Alberto.
El dibujo de una rata de la portada se hacía acompañar con repetidas menciones a roedores en las cuartillas del interior, bien tomadas de otras publicaciones como, por ejemplo, Mortadelo (el personaje de los tebeos de Ibáñez) con uno de sus disfraces, o dibujados por ellos. Viñetas de Superlópez, el superhéroe de los comics de Jan, y diferentes fotos recortadas para ambientar unas letras que iban algo más allá de los simples exabruptos habituales del género. “Me empezaba a parecer todo muy repetitivo”, decía Ángel, “Sí, la guerra es una mierda, pero ya lo sabemos”. “GRB no era ningún cliché (…) La gente espera oir cosas etiquetables y conocidas, y GRB huía de los estereotipos. No éramos un grupo ni político ni panfletario”, indicaba Alberto.
No panfletos, pero sí folletos y hojas eran las que utilizaban en muchos de sus conciertos para que el público pudiera estar al tanto de las letras de las canciones que interpretaban. También se incluían pequeños manifiestos en los que transmitían mensajes. En alguno de ellos rezaba: “No venimos ni a culpar ni a disculpar, ni a crear un imperio ni un partido político. No pertenecemos a históricas especies –ni falta que nos hace- Decimos y hacemos lo que pensamos. Eso no quiere decir que tú tengas que hacer y pensar lo mismo. Libertad de expresión. Contra todo tipo de fascismo. Tu anarquía (no la mía)”. Dejan a las claras que lo suyo no es ni dogma ni política, sino el cuestionamiento de todos los catecismos e idearios.
A finales de julio de 1985 tocan con los franceses Ludwig von 88 y los italianos Negazione en el Casal Guinardó y en noviembre lo harían en la sala Zeleste con los holandeses Lärm. Con todo, no fueron una banda que se prodigara excesivamente en directo, o al menos los hacían con menos frecuencia que otros grupos del momento como L’Odi Social o Anti/Dogmatikss. “En Barcelona siempre tocaban cada fin de semana. Además (…) casi siempre gratis, así que para nosotros tocar era casi imposible, primero, porque no teníamos un backline propio y, segundo, porque para movernos necesitábamos una furgoneta y no teníamos ni un duro para costearnos gastos” se lamentaba el cantante, que señalaba que les costaba unas 500 pesetas por cabeza al mes el alquiler del local de ensayo y aún y todo, acumulaban retrasos en los pagos cada mes. Otro de los aspectos que contribuían a esa penuria en lo que a sus directos se refería eran los ataques de epilepsia que sufría a veces Strong: “Alguna vez, debido a los espasmos, se le dislocaba el hombro justo unos días antes de algún concierto importante”. Mike, el batería, también se refería en sus respuestas a Jordi Llansamà a lo poco que se prodigaban en directo: “Tocar siempre, cada fin de semana, lo veíamos como algo aberrante. Creíamos que había que conservar algo de misterio alrededor de la banda, dosificar el estreno de nuevos temas, conservar la emoción”. De igual forma, mucho más pragmático, se refería al mínimo que pedían siempre para tocar, por los problemas económicos que arrastraban y para evitar malentendidos: “Habíamos tenido varias malas experiencias en conciertos donde habíamos tocado para causas, y siempre habíamos salido escaldados. Esto evidentemente nos trajo bastantes malas críticas y tensiones dentro del ambiente”.
Juanito también coincidía al indicar lo especiales que podían llegar a ser en la cuestión de los conciertos: “Si tú querías que te pagaran por un bolo lo tenías muy difícil, porque tanto unos como otros se ofrecían para tocar por la cara o en cualquier condición. Nosotros cuidábamos mucho dónde tocábamos, averiguábamos por qué se hacía el evento y para qué causa” contaba en Harto de Todo. De igual forma reconocía tener la sensación de que en la mayoría de los conciertos siempre les aquejaba algún problema técnico que hacía que todo acabara mal. “Siempre acabábamos de mala hostia”.
Ángel también rememoraba lo complicado y extraño muchas veces de las condiciones en las que había tocado GRB (hasta encima de una mesa de billar) y las dificultades económicas que les frenaban cuando surgían posibilidades de tocar fuera de Barcelona: «No teníamos ni un puto duro, éramos unos tiraos de la vida, no teníamos ni furgoneta, y cualquier movimiento suponía un riesgo que no podíamos correr (…) Fuimos a Zaragoza porque se pudo y volvimos con las manos en los bolsillos«.
Bien comunicados con la escena punk underground del momento por la correspondencia que mantiene sobre todo Strong a cuenta del fanzine Drama del Horror, logran una reseña bastante favorable de la publicación norteamericana Maximum Rock and Roll en su número 28 de septiembre de 1985, que se traduciría en una importante remesa de pedidos desde fuera de nuestras fronteras.
Mike sería sustituido por un par de meses por Dimoni (Attak), pero pasados los cuales, el batería original volvía a ocupar su lugar a las baquetas.
Recalcando su decidida actitud contracorriente y opuesta a cualquier uniformidad la estética de GRB distaba mucho de lo que uno hubiera esperado de un grupo de punk o hardcore. Ni crestas, ni chupas con pinchos por un lado, ni aderezos de skaters a tono con los aires que llegaban de EE. UU. por otro. Juanito había cambiado el mohicano que lucía en Ultimo Resorte para dejarse rizos y barba a juego a modo de rock urbano y melenas largas; Mike, por su parte, aparece en las fotos con una americana…
Para la primavera de 1986 se lanzan a la aventura de grabar nuevas canciones para un EP. Entran en los estudios Maratón el día 24 de marzo para grabar y mezclar todo. Con el master deciden ir a Italia para prensar el vinilo. En concreto a Pisa, que fue la conexión que ya utilizaron L’Odi Social para su “Que Pagui Pujol” (Col.lecitu Matxaka, 1986) via los CCM (Chettah Chrome Motherfuckers). La banda italiana había estado en Barcelona tocando y fue allí donde se entabló la amistad con, entre otros, los integrantes de GRB. A través suya Strong y Ángel entran en contacto en Pisa con el colectivo GDHC (Gran Duccato Hard Core). Son ellos los que les animan a que llamasen al resto del grupo en Barcelona para que se uniera al cantante y el guitarrista para tocar unos cuantos conciertos y así poder recaudar el dinero que necesitaban para poder prensar las 1000 copias que tenían pensado hacer del disco. Y eso es precisamente lo que hicieron Juanito, Alberto y Mike, unirse a sus dos compañeros con la intención de estar un par de semanas tocando. Al final estuvieron un mes y medio, llegando a tocar en el mítico Víctor Charlie, el centro social autogestionado que abrieron especialmente para que actuara GRB.
Una vez planchados los singles y elaboradas las copias de la hoja de letras (“la dibujamos en casa de una gente italiana en Vilaggio Duemila, una zona de viviendas donde nos hospedamos”), pasaron todo medio de contrabando por la frontera al volver a casa. “Traíamos un disco absolutamente pirata, pero cumpliría su función y lo distribuimos siguiendo los mismos canales que habíamos utilizado para las maquetas”, contaba Alberto. Strong, por su parte, uno de los dos componentes que hicieron de avanzadilla en la aventura italiana para prensar el disco recuerda que parte del dinero con el que se fue a Pisa se lo había dejado su madre, o de cómo Sandro, uno de los miembros de CCM propuso adelantar lo que costase planchar el vinilo recuperando todo con los conciertos que darían los catalanes en Victor Charlie. También rememoraba en las páginas del Harto de Todo lo artesanal del proceso de elaboración del póster interior: “Lo hicimos todo en el Victor Charlie, redactando los textos sin ordenador, a mano, con tachones, volviéndolo a repetir cuando nos equivocábamos”.
En junio sale “¡Estoy Tan Contento!” (Autoeditado, 1986), un EP nuevamente cargado de canciones (tres por la cara A y cuatro en la B) en el que Silvia Escario les escribe las letras de “La fiesta” y de “Cadena de odio”. El disco saldría editado bajo el sello ficticio GRB y con una portada en la que aparecía un bebé plácidamente recostado en un flotador, en perfecta sintonía con la alegría que irónicamente anunciaban en el título del disco. La fotografía con la que se diseñó había sido tomada de la revista Life, publicación estadounidense de la que también tomaron prestada la instantánea del señor sonriente que ofrecía un apretón de manos en la contraportada.
Realmente por lo que decían estar tan contentos no era otra cosa sino por estar rodeados de “seres tan perfectos”, que saben perfectamente qué se ha de pensar, qué es realmente lo correcto: “Fíjate si son perfectos / que saben tanto de ellos / que se permiten el lujo / de criticar al resto”. La misma mala baba y sorna con la que La Polla Records cantarían un par de años después a los guardianes de la revolución en su “El pingüino” de “Donde se Habla” (Oihuka, 1988).
La interacción de GRB con algunas de las bandas más destacadas del punk vasco del momento no fue siempre gratificante. El concierto que dieron en el campo de fútbol de Roquetes (Barcelona) el 4 de junio de 1986 teloneando, junto con Anti-ManguisAñade este contenido, a Eskorbuto terminó antes de lo previsto debido a la lluvia. A pesar de que los dos grupos catalanes se implicaron directamente en la organización del evento ayudando a montar y desmontar cosas, los únicos que cobraron su caché completo tocando la mitad de lo planeado por las inclemencias del tiempo fueron los vizcaínos.
Tras el verano llegan críticas favorables sobre el EP desde distintas publicaciones internacionales como los americanos de Maximum Rock and Roll y el fanzine alemán Trust. Y junto a ellas las invitaciones para montar giras tanto por Europa como por los EE.UU. Nada de aquello saldría por los problemas económicos que aquejaban al grupo. Ángel lo expresaba así: “La gente te proponía una gira de veinte conciertos en EE.UU. Sí y ¿en qué condiciones? Te dejan en la otra punta del mundo y ¿luego cómo vuelves? Yo no me voy tan lejos a ver qué pasa. Además, no teníamos medios, no había unos mínimos de seguridad, y cuando hablo de seguridad quiero decir poder comer y poder volver”.
Para recaudar dinero con el que costear la nueva grabación que tienen en mente se pasan gran parte del período que fue desde el verano de 1986 al de 1987 tocando en diferentes sitios. Muchas veces iban acompañados de Subterranean Kids, compañeros asimismo en el local de ensayo, y con los que inevitablemente surgían algunos roces cuando GRB se retrasaban en el pago del alquiler. Una de esas últimas actuaciones antes de meterse en estudio fue la de la sala KGB de Barcelona el 7 de julio de 1987.
“Cuentos y Leyendas” (Blau, 1988) se grabaría entre el 20 y el 31 de julio de 1987 en los estudios Maratón, pero no llega a ver la luz hasta medio año después, en enero de 1988. Los ratones de otro tiempo dan paso a los enanos y duendes que, más que personajes de leyendas parecen personalizar los problemas, traumas y miedos personales que no queremos o tenemos la capacidad de erradicar de nuestro interior. Letras plagadas de intención de hacer pensar, para lo que no dudan en adoptar el ángulo de visión más insospechado, racionalizando sin denostar como único argumento a enemigos habituales como la policía, las corridas de toros, la caza… No se amedrentan enfrentándose incluso a los falsos pacifismos acuñados desde la escena underground. Disco de punk hardcore con el que levantar ampollas en todos los frentes y no necesariamente los más comunes.
Ante la imposibilidad por cuestiones logísticas de repetir la aventura italiana, la producción del nuevo trabajo de GRB corrió a cargo de Trashmike, “un rockabilly que no tenía nada que ver con el hardcore” avisaba Mike, que les dejó el dinero que les faltaba para el planchado. Ni el sello que finalmente lo editó, los mallorquines de Blau tuvieron un catálogo especializado precisamente en punk. De hecho, la compañía en cuestión lo que realmente hace es prestarle la licencia para el proceso de edición. El batería reconocía que para entonces GRB daba síntomas de cansancio con todo aquello que pudiera encasillarlos: “Estábamos cansados de tocar siempre en el mismo circuito y necesitábamos otros horizontes para oxigenar el grupo”. En la entrevista que les hacía la revista Ruta 66 en su número 26 de febrero de 1988 tras la salida del disco reconocían precisamente que, a pesar de su innegable comienzo en el punk, estaban “empezando a conectar con todo tipo de gente”.
En lo musical el LP suponía igualmente una evolución en el sonido del grupo. Se incluían “temas más largos, se aprovechan los punteos, melodías y ciertos momentos de los temas” que marcaban diferencias con respecto a las maneras mostradas por el grupo hasta entonces.
La banda no ocultó nunca la ingesta de speed “para ir más rápidos” e intentar cumplir diariamente el set de canciones que tenían estipulado trabajar en cada ensayo. Disciplinados en el capítulo referente a las prácticas de su repertorio celebraban como una victoria el ir recortando poco a poco el tiempo que empleaban en tocarlo completamente. Quien así lo reconocía en su entrevista con Llansamà era Mike, que concluía con la siguiente reflexión al respecto: “Cuando crecimos nos dimos cuenta de que nos perdíamos muchas cosas por ir rápido”.
Asimismo, señalaba el crecimiento, desmesurado quizás, de la banda: “Después de esta fase de ascensión de GRB viene la avalancha. GRB nos venía grande, estábamos creciendo demasiado rápido. De repente nuestro ego se agigantó” manifestaba, añadiendo: “Es muy diferente hacer un KGB y que te vengan 30 personas, que actuar dos días seguidos y reventarlo. Y cobrando entrada”.
Es ese estado de ánimo con el que afrontan la gira que les sale por Euskadi: “Nos creíamos los amos del mundo (…) Antes de empezar esa gira estábamos más allá de la excitación, estábamos disparadísimos. Llegamos con tanta arrogancia que el tío que montaba el concierto de Oñate se acojonó”. En la actuación que dieron en Tolosa sólo pudieron tocar cuatro temas porque les interrumpió la intervención de la Ertzaintza: “Aparecieron con botes de humo y balas de goma y tuvimos que salir pitando”, contaba Alberto.
En el regreso de dicha gira tienen un accidente de carretera en el que la furgoneta que conducían terminó destrozada. Mike entendía que el percance venía a ser algo parecido a “una respuesta a la prepotencia de GRB”, yendo aún más lejos al decir: “Estábamos tocándole el culo a Dios y necesitábamos algo que nos pusiera en nuestro lugar”. El batería quedó con la cara ensangrentada pero consciente para comprobar cómo había quedado todo: “Las guitarras salieron volando de la furgoneta y una de ellas tenía la funda destrozada”. Según lo que recordaba, Strong y Alberto discutían por determinar cuál de las guitarras era la perjudicada. Tras el accidente, que postró a Mike en una cama de hospital durante quince días en los que sólo le visitó ocasionalmente su padre, los componentes del grupo sencillamente dejaron de juntarse.
GRB dejaba de funcionar a comienzos de 1989 pero sus componentes encontraron acomodo para sus inquietudes musicales en otros proyectos: Mike estuvo en StarfuckersAñade este contenido, junto a Alberto pasaron por LoadsAñade este contenido; Ángel puso en marcha El Sueño EternoAñade este contenido; Juanito tocó en Gran Pánico SurAñade este contenido y Supongo Cariño, y Strong se decantó por la electrónica en Alien MarAñade este contenido.
En el 2000 Tralla Records edita en CD, “1984-1989” (Tralla Records, 2000), una recopilación con todo el material sonoro de la banda, presentada con un libreto jugosísimo que incluía una biografía firmada por Fernando M. Herrera y las letras de todas las canciones de su maqueta, EP y LP. Una década después esta labor recopiladora se completaría con la edición de un vinilo que presentado con la portada de la maqueta, incluía ésta y el EP: “Maqueta y Estoy tan Contento” (BCore, 2010).
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