“Fusioon es un grupo catalán de indudable mérito, porque no emplea su perfecto dominio instrumental y su técnica más que correcta en subproductos comerciales al uso. Por el contrario, abordan obras de una notable complejidad, difíciles tanto para el intérprete como para el público a quien van destinadas”. Así se explicaba José Ramón Pardo en las páginas de ABC en octubre de 1975 cuando el grupo daba ya sus últimas notas. Seguramente, Fusioon ha sido el más completo grupo español de rock sinfónico, el que más cerca ha rondado las calidades y cualidades de Emerson, Lake & Palmer, Ekseption, Yes o Tangerine Dream, por citar algunos del mismo ramo.
Fusioon nace en Manresa en 1970 impulsado por dos grandísimos músicos que daban los primeros pasos: Manel Camp (piano) y Santi Arisa (batería). Junto a ellos, el guitarrista Martí Benet y Jordi, el hermano de Manel, en el bajo. Una formación que permanecería prácticamente inamovible, aunque al principio, por un breve espacio de tiempo también anduvieron por allí el guitarrista Alfred Pla y el bajista Paco Chacón.
Manel recuerda que ellos ya se conocían de niños, pero mientras Martí y Santi se habían dedicado al rock, él se había pasado un buen montón de años en el conservatorio. Aunque escuchando sus discos pueda parecer un dislate, la primera idea de Fusioon era la de crear un grupo-orquesta de baile y que sus primeras interpretaciones fueran versiones de Santana, pero pronto se dieron cuenta de que su calidad individual les permitía adentrarse en terrenos musicales prácticamente inexplorados.
Su música, estrictamente instrumental, parte de lo clásico y lo popular para aventurarse en terrenos del jazz y el rock progresivo. Estilos solo al alcance de virtuosos con ideas claras y dedos ágiles. Largos discursos instrumentales, desestructuraciones de temas extraídos del acervo popular y una elegancia interpretativa digna del más pulcro cuarteto de cuerda. Con esos presupuestos, buscar ventas masivas era un imposible; sin embargo Fusioon consiguió hacer valer su vitola de reyes del rock sinfónico español en la primera mitad de la década de los 70. Un tiempo en que el estilo andaba algo pasado en el extranjero, pero vivía aquí sus mejores momentos.
Debutan en junio de 1970 en el club San Jorge, que estaba en la misma Plaza de Cataluña, todavía con Paco y Alfred en sus filas. A finales de ese año actúan a diario en la discoteca Las Vegas. En 1971, ya con su formación estable, suponen la gran sorpresa del Festival de Música Progresiva de Granollers.
Al año siguiente harán sus primeras grabaciones para Belter. Su primer LP: “Fusioon” (Belter, 1972) está integrado por ensoñaciones entre el rock y el sinfonismo de temas del folclore popular, con “La danza del molinero” de Manuel de Falla, como plato fuerte. El grupo suena con una originalidad que todavía hoy deja con la boca abierta. En octubre de 1973 viajarán a Brasil para actuar en directo y en televisión. Para su segundo largo: “Fusioon 2” (Belter, 1974) recurre a sus propias composiciones, ganando presencia los teclados. Para muchos éste es el mejor disco de rock sinfónico jamás hecho en España. Todavía hoy es alabado por la crítica especializada en revistas y foros extranjeros. Mick Oldfield se ha referido a él en alguna ocasión como uno de los discos que más le impresionó en sus inicios.
Van a participar en el Festival de Canet de Rock el 26 de julio de 1975, alternando con Iceberg o Pau Riba, entre otros. A finales de 1975 van a afrontar su proyecto más personal y complejo: “Minorisa”(Ariola, 1975), estructurado en tres suites, que en uno de los casos llega a superar los diecinueve minutos de duración. Un disco de gran complejidad en la que el cuarteto se exprime en piezas ciertamente de una belleza difícil y que, cuando el concepto aún no existía, se acerca a lo que después se denominó new age.
En 1976 Fusioon echaría el cierre. El 3 de enero actuarían por última vez en su Manresa natal y el 24 de febrero se despedirían definitivamente en un concierto dado en el club Helena, de Barcelona.
Santi Arisa formaría en primera instancia un dúo junto al pianista Jordi Sabatés, que había recorrido una larga trayectoria en Pic-Nic, Om y Jarka. Algo más tarde, Santi entraría en el supergrupo Pegasus. Por su parte, Manel Camp abrazará decididamente el jazz, convirtiéndose en uno de los más cotizados pianistas europeos y realizando numerosas grabaciones. Posteriormente, Manel se erigiría como profesor de la Escuela Superior de Musica de Cataluña y consejero del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, habiendo trabajado para artistas de la talla de Joan Manuel Serrat, Lluis Llach, María del Mar Bonet o Montserrat Caballé.
Música complicada que requiere del oyente una cultura musical amplia y una complicidad más amplia aún. Fusión -esta vez con una sola o- de ingredientes exquisitos para paladares entrenados. Los tres LP del grupo fueron editados en formato CD por el sello Divucsa entre 1997 y 1999.
He comenzado con parte de un artículo del maestro José Ramón Pardo y voy a terminar con otro pasaje del mismo artículo: “Pese al noble intento de buscarse unas raíces folklóricas, la realidad de su música demuestra, sin ningún lugar a dudas, que su cultura musical es la del rock, todo lo complejo y electrónico que se quiera, pero rock al fin y al cabo”.
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