El rock andaluz vive su época de gloria entre 1975 y 1979. Por la brecha comercial abierta por el productor Gonzalo García Pelayo, Triana y Lole y Manuel pronto se colarán otros grupos como Imán Califato Independiente, Guadalquivir, Veneno, Medina Azahara y un largo etcétera. Pero bastante antes, incluso antes de ponerle el apellido andaluz al nombre rock, existieron grupos que ahondaron en la fusión de las raíces flamencas y copleras con el contundente ritmo anglosajón y con el blues más negro. Uno de esos grupos fue Flamenco.
Fundado en Sevilla por los hermanos Garrido; José Luis (voz) y Manolo (guitarra y sintetizador), que antes habían formado parte de uno de los grupos pioneros del rock sevillano llamado Los Soñadores con los que hicieron varios EP y que ya habían apuntado sus intenciones sureñas en Galaxia, con el que grabarían un single en 1971.
Junto a los Garrido, completaron la formación Rafael Olaegui (bajo), Pepe Marrufo (órgano) y Antonio Rodríguez (batería). Ninguno de estos dos era manco ni desconocido. Manolo procedía de Gong, un nombre mítico en Sevilla y Antonio Rodríguez había formado parte de Smash. En las carátulas de los dos discos (uno grande y otro pequeño) que grabaron para Ariola aparece un quinto miembro que no nos ha sido posible reconocer y que no figura en ninguno de los escasos textos que hemos podido hallar sobre este grupo.
En 1972 van a ser fichados por la recién creada Ariola con la que grabarán su primer single con “La cosa ya empezó” en la cara principal y un tema compuesto por Paco de Lucía: “El padre santo de Roma” en la cara B. Una propuesta realmente adelantada a su época que no alcanzó mayor repercusión, pero que dio pie a la publicación el año siguiente de un intenso e imponente LP titulado “Flamenco” (Ariola, 1973) con temas como la versión del “Anda, jaleo”, tema popular musicado por García Lorca; “Buscando en mi mente”, “Corcho con corcho”, etc. En el año 72 viven en Madrid, ensayando habitualmente en los locales de Papi, por el barrio de Barajas.
A partir de 1974 la discográfica se desentiende un tanto de ellos, que siguen actuando por toda Andalucía y participando en cuanto festival de música progresiva se les pone a tiro. Sus directos son soberbios, a pesar de que en algunos, como en el Festival de León de 1976 tienen que bregar con equipos infames y con ingenieros de sonido que no saben cómo meter mano a una música que aúna la etérea guitarra española con el mellotrón, una dura sección rítmica y unas voces aflamencadas. Precisamente, dicho festival fue uno de sus últimos directos, ya que a pesar de acabar de firmar un contrato con CBS, Flamenco decide disolverse aquel mismo año.
La eclosión andaluza avalada por las más potentes casas discográficas haría caer pronto en el olvido a Flamenco; sin embargo, años después, los más añejos aficionados reivindicaron su nombre, rescataron sus viejas grabaciones reservando a este grupo un sitio de honor entre los impulsores del rock andaluz a pesar de la cortedad de su discografía.
A la disolución del grupo, el bajista, Manolo Rosa, se integrará en Alameda y los hermanos Garrido instalarán un estudio de grabación en Mejorada del Campo, cerca de Madrid. Por su parte, el prolífico batería Antonio Rodríguez entraría en Silvio y Luzbel.
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